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Viaje a Vancouver en busca de la memoria histórica

Localizados en Canadá los nietos de Romero Carrasco, el matemático amigo de Antonio Machado asesinado en 1936

Francisco Etxeberria, durante los trabajos de exhumación en Cobertelada (Soria).
Francisco Etxeberria, durante los trabajos de exhumación en Cobertelada (Soria).ÓSCAR RODRÍGUEZ
Rosario G. Gómez
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La fosa de los maestros

La memoria del ilustre catedrático de Matemáticas Francisco Romero Carrasco, director de las colonias de la Institución Libre de Enseñanza y fundador de la Universidad Popular de Segovia de la mano del poeta Antonio Machado, ha estado ocho décadas oculta. Fue asesinado, a los 57 años, por un grupo falangista en agosto de 1936, un mes después del estallido de la Guerra Civil.

Durante varios años, una asociación memorística soriana ha rastreado registros civiles y archivos penitenciarios en busca de pistas que condujeran al lugar en el que fue enterrado clandestinamente. Todos los indicios conducían a Cobertelada (Soria), donde el pasado septiembre fueron exhumados los cuerpos de siete personas por un equipo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi capitaneado por el antropólogo Francisco Etxeberria. Romero Carrasco podría ser el “individuo número 7” rescatado de aquella fosa, en la que también se hallaron los restos de otros cuatro maestros.

A 21 metros de la carretera

La búsqueda de los familiares de Francisco Romero Carrasco era clave para identificar sus restos. Las investigaciones de la Asociación Recuerdo y Dignidad indicaban que fue enterrado clandestinamente junto a otros cuatro maestros: Eloy Serrano Forcén, Hipólito Olmo Fernández, Elicio Gómez Borque y Victoriano Tarancón Paredes en una sepultura común en un paraje de Cobertelada, al sur de la provincia de Soria. Todos ellos fueron fusilados, según los expedientes penitenciarios, en agosto de 1936 tras permanecer presos en la cárcel de Almazán.

Sus restos, y los de otras dos personas, de las que no se tienen referencias históricas, fueron exhumados por un equipo de la Sociedad de Ciencias  Aranzadi el pasado septiembre de dos fosas situadas a 21 metros de la carretera.

Encontrar a los familiares de Romero Carrasco era clave para la identificación. A través a un edicto publicado en Abc en 1943 se sabía que nació en Santa Marta (Badajoz) y que estaba casado con María del Carmen García Arroyo. Con tan precarias pistas, la asociación Recuerdo y Dignidad inició una búsqueda que ha discurrido por los consulados de España en Chile, México, EE UU y Canadá y ha establecido contactos con medio centenar de archivos, registros civiles, clubes de españoles y centros sociales y culturales al otro lado del Atlántico.

Así es como pudieron saber que tras el asesinato del catedrático, su esposa y su hija se asentaron en Chile. Allí nació Álvaro, el primero de los cuatro nietos de Romero Carrasco. Pero en Chile apenas quedaban vestigios. Poco antes del golpe militar, que acabó con el Gobierno de Salvador Allende en 1973, pudieron escapar. “Mi madre trabajaba en la embajada de Canadá en Santiago de Chile. Un día el embajador le dijo que, según los servicios de inteligencia, iba a haber un golpe de Estado. Después de todo lo que sufrieron en España, mis padres no podían vivir bajo otra dictadura”, dice Álvaro desde Vancouver (Canadá), sorprendido y emocionado al conocer quién era su abuelo.

En un apurado español, añade: “No me lo puedo creer. En mi casa nunca se habló de esto. Sé que mi madre y mi abuela pasaron parte de la guerra en Francia e Italia. En España lo perdieron todo. Tuvieron toda clase de problemas. Se fueron apenas con lo que llevaban en las manos. Les daba rabia que les hubieran robado todo. Fue un crimen”.

Álvaro —al igual que sus hermanos, Gonzalo, Carmen y Juan Manuel— reconoce que nunca hubiera imaginado que la muerte de su abuelo saliera a la luz 80 años después y a 8.000 kilómetros de donde echaron raíces. “Es casi increíble que se recupere la memoria de una persona de la que han borrado todo su rastro, que es como si no hubiera existido”, dice Álvaro, que ha cumplido 63 años y trabaja en un negocio de importación de coches de EE UU. Aún conserva los álbumes familiares con fotografías en la que pueden leerse las anotaciones al reverso.

Llegar a enlazar Soria con Vancouver no fue fácil. El empeño de Montse del Río fue determinante. La familia de esta médico forense y colaboradora de la Sociedad Aranzadi procede del mismo pueblo natal del matemático. Se implicó a fondo en la localización “por sus raíces familiares y también por una cuestión de justicia”, asegura.

El cabo del hilo del que tirar se lo proporcionó una pariente lejana de la familia pacense. Supo que la esposa e hija de Romero Carrasco habían emigrado a Chile. La investigación dio un paso de gigante tras un correo remitido a la asociación Estadio Español Las Condes, muy conocida entre los hispanochilenos. Allí, Ana Calero, hija de un exiliado canario, que embarcó en el Winnipeg, localizó la documentación presentada por la hija del matemático, Carmen Romero García, y su esposo, Juan de la Cruz Benítez Girón, para obtener la nacionalidad chilena en los años cincuenta.

Las piezas del puzle habían empezado a encajar. Carmen era cuñada de Pedro de Buen López de Heredia, cuya familia guarda también en la memoria las cicatrices del franquismo. Su padre, Odón de Buen, impulsor de la oceanografía en España e introductor del darwinismo, se exilió en México. “Fue político, republicano y masón. Un investigador que cambió la manera de enseñar la biología y las ciencias naturales”, comenta Antonio Calvo Roy autor del libro Ciencia y política entre las dos repúblicas; Odón de Buen (Colegio de México).

Una rama de los De Buen reside aún en Chile. Ellos fueron quienes avisaron a sus primos de Vancouver, los nietos del amigo de Machado. Álvaro ha enviado a España muestras genéticas para determinar con precisión la identidad de los restos. “Están muy bien conservados y el ADN, preservado”, asegura Etxeberria. La de Cobertelada es “una fosa típica de cuneta, a pocos metros de una carretera, en las afueras de un pueblo”, explica el antropólogo.

Cada vez que Etxeberria observa una fosa de estas características —son más de 500 las que ha abierto en España— piensa en la idea de injusticia. “El hecho de conocer la verdad es un sentimiento que no prescribe. Con independencia de que estos casos se puedan enjuiciar hoy en día, el derecho a conocer la verdad asiste a perpetuidad a las familias”, dice el catedrático de Antropología.

Una vez escuchada la voz de los científicos, los familiares del gran matemático tienen intención de venir a España. Su nieto elogia la labor de las asociaciones que luchan por recuperar la memoria histórica. “Sin ellas no se habría descubierto nada. Todo estaría destruido”. Para Iván Aparicio, presidente de Recuerdo y Dignidad, el matemático Romero Carrasco, contertulio de Machado, “fue borrado de la historia y de su familia. Para ser quien fue y haber hecho lo que hizo fue una persona que estaba totalmente enterrada. Lo mataron y además hicieron desaparecer su obra. Ni su familia sabía quién era”.

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