Bogoshorts, la voz del cortometraje

El corto como movimiento de expresión vital es el espíritu con el que Bogoshorts llega a sus 15 años, por un camino de constante evolución que convirtió una pequeña muestra alternativa en un certamen que apuesta por este formato como un espacio de búsqueda de públicos y de cineastas en formación.

La más reciente edición se llevó a cabo del 5 al 12 de diciembre en Bogotá. Su programación llega a México a través de FilminLatino, la plataforma de cine en línea, con la Colección Bogoshorts Classics, que condensa 15 cortos vistos desde la primera hasta la edición del año pasado, que resultan de vital importancia para la historia de este festival y que se pueden ver de manera gratuita con sólo registrarse.

"La lógica de pensar desde el cortometraje tiene que ver con entender que las cinematografías latinoamericanas no pueden desarrollarse si no cuentan con una base sólida, son frágiles frente al mercado norteamericano, y frente a las condiciones generales de consumo de la audiencia; en esa medida el corto es una posibilidad de hacer esa búsqueda y que tenga frutos reales", dijo Jaime Manrique, director de Bogoshorts.

Todo nació en el barrio de Chapinero, en Bogotá, en medio de la rumba y la incertidumbre. Un grupo de amigos discute sobre el destino de sus proyectos, ante un panorama desfavorable no sólo para el cortometraje sino para la industria cinematográfica de ese país, pues para el 2013 solo un par de largometrajes eran estrenados en Colombia.

Se necesitaba un espacio alternativo y el pulso de querer cambiar la idea de que el corto no era más que un campo de exploración escolar o un paso obligado para llegar al largometraje. Hacía falta un punto de fuga y mucha voluntad para que la movida cinematográfica se viviera de otra manera, y estas condiciones fueron las que marcaron el origen y destino de Bogoshorts.

"No nacimos como un festival pero fuimos adquiriendo las características de uno a lo largo del tiempo y digamos que nuestros últimos diez años han sido los de mayor madurez (...). A los quince uno es un adolescente lleno de preguntas en ese intento de definir una vida y nos sentimos un poco de esa forma. Somos un festival joven, inmaduro seguramente, y adolescente, por eso siempre nos preguntamos por nuestro destino", reflexiona Manrique.

Con una programación que se nutre con cada edición y explorando otras artes para fortalecer la experiencia del espectador, este certamen se ha convertido en un referente que reconoce al cortometraje como un medio vivo de grandes alcances que demanda una gran concreción narrativa y síntesis para contar en tan solo unos minutos una historia.

La edición de 2016 tuvo una afluencia de 32.000 espectadores en cerca de 20 escenarios, ahora se presentan programas dedicados a la juventud donde se exploran temas en torno a la sexualidad, identidad de género, familia, hermandad, y al mismo tiempo se suma al centenario de Arthur C. Clarke para hablar de inteligencia artificial y su relación con el ser humano. Una programación que en palabras de su representante, abarca todo tipo de públicos y para todos los gustos.

"Necesitamos más cortos, más movida alrededor de ellos, que más gente los vea para que desde mucho antes se empiecen a encontrar esas voces posibles. En la medida que haya cinematografías con cortometrajes sólidos se podrá transitar hacia una cinematografía con propuestas audiovisuales que trasciendan más allá".