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Anahí Berneri, cineasta argentina

“Argentina intenta ocultar la prostitución callejera porque muestra pobreza”

La ganadora de la Concha de Plata en San Sebastián por 'Alanís' denuncia la persecución y estigmatización de las trabajadoras sexuales en Argentina

Anahí Berneri en Buenos Aires.
Anahí Berneri en Buenos Aires.Silvina Frydlewsky

Alanís es puta y mamá. Alanís, interpretada por Sofía Gala Castiglione, es la protagonista de la última película de la argentina Anahí Berneri (Martínez, 1975). Alanís no es una víctima de trata, sino una mujer pobre que opta por prostituirse en vez de otras formas de explotación. Alanís es el quinto largometraje de Berneri, por el que días atrás se alzó con la Concha de Plata a la Mejor Dirección en San Sebastián, y es también un espejo que enfrenta al espectador con sus prejuicios.

"El 80% de las mujeres que se prostituyen son madres. Generalmente ocultan a sus hijos por el estigma social que eso genera, porque el peor insulto que se le puede decir a una persona es "hijo de puta" y "la puta madre". La idea de la película fue yuxtaponer esa idea de prostituta y de madre a la vez", dice Berneri en el estudio de su productora, Rosaura, en Buenos Aires, recién regresada de España.

Cartel promocional de 'Alanís'.
Cartel promocional de 'Alanís'.

La ficción refleja una imagen real, pero choca tanto con el estereotipo generalizado que ha provocado polémica desde el mismo cartel, en el que se ve a Alanís amamantando a su bebé, de año y medio. "La película está en los cines sin el afiche, porque consideraban que atenta contra la familia. Si aparecen mujeres como objeto sexual está todo bien. Ahora, objeto sexual y madre a la vez eso es mucho", agrega Berneri.

Para escribir el guión, la cineasta se reunió con mujeres que fueron prostitutas y piden su abolición y con otras que quieren que se legalice, dos posturas que también dividen al feminismo. Sin tomar partido por una u otra solución, la cámara de Berneri ilumina los problemas comunes: la persecución institucional y la estigmatización social. La Policía expulsa a Alanís de la vivienda en la que criaba a su hijo y atendía a sus clientes, las asistentes sociales tienen una mirada paternalista que ella rechaza y aumenta su precariedad.

Berneri acompaña a su protagonista en una espiral descendiente hacia una Buenos Aires oscura que muchos hacen como que no ven. La prostitución en Argentina está atrapada entre leyes que no la consideran delito pero que prohíben autorizar lugares con ese fin, un limbo legal lleno de corrupción e hipocresía. "Hay muchas mujeres que se creen que le están haciendo un favor a las mujeres que se prostituyen arrancando los volantes en la calle como si estuvieran desmantelando una red de trata", expone Berneri. "La sociedad argentina es muy hipócrita. Se quiere ocultar la prostitución y ni hablar de la prostitución callejera porque lo que muestra es pobreza", opina.

Decidir sobre el propio cuerpo

Considera que la ausencia de legislación es también un síntoma de la cultura machista predominante: "En los últimos años se han logrado leyes muy importantes y de vanguardia, como la identidad de género y la de matrimonio igualitario, pero no se ha tratado nada que tenga que ver con la prostitución y el aborto, que definen el poder de la mujer sobre su propio cuerpo. Eso es machismo".

Alanís ilumina la cotidianeidad de una prostituta sin estigmas ni sordidez. Y busca que el espectador se identifique con el personaje no sólo a través de la mirada sino de todo el cuerpo. "Quisimos hacer una apuesta de cámara que se corra del primer plano como única gestualidad y componer con el cuerpo de Sofía Gala en el encuadre, con la cámara a la altura del pecho, Sofía amamanta mucho a su hijo. Quería retratar la relación de una cría con su hembra y retratar ese cuerpo no perfecto, de una mujer que dio a luz, con estrías. Filmarlo no con una luz filtrada y preciosista, pero sí buscando el preciosismo desde otro lado, más pictórico", comenta Berneri.

Castiglione fue galardonada con la Concha de Plata a mejor actriz por su interpretación. Es dulce y maternal con su bebé, pero también fría e irónica con la policía o violenta con alguno de sus clientes, como en una de las escenas más brillantes de la película, en la que con unas pocas palabras, repetidas una y otra vez, genera una gran tensión.

La carnalidad y el choque entre los deseos de las mujeres y las reglas sociales son comunes a toda la trayectoria fílmica de Berneri, que comenzó en 2005 con Un año sin amor y continuó con Encarnación (2007), Por tu culpa (2010) y Aire Libre (2014). La cineasta, que es también guionista, productora y docente de cine, siente que el reconocimiento de San Sebastián fue también un "premio más amplio", al conjunto de su trabajo y al de otras cineastas. En 65 ediciones del certamen español, es la segunda directora premiada, la primera latinoamericana. 

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