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Dualidad e identidad de dos adolescentes brasileñas

'Las dos Irenes', de Fabio Meira, se proyecta en Brasil después de haber triunfado en el festival de cine de Guadalajara

Andrés Rodríguez
Fotograma de 'Las dos Irenes'.
Fotograma de 'Las dos Irenes'.

A Fabio Meira le han preguntado reiteradamente cómo fue que concibió la historia de Las dos Irenes. Para él es divertido hablar sobre el tema, ya que se trata de un relato íntimo, basado en una historia familiar. La realidad le trazó una línea y decidió cruzarla a través de la ficción. En su primer largometraje, el realizador sitúa al espectador en el Cerrado de Brasil. Ahí vive una adolescente que descubre que su padre tiene una segunda familia y otra hija de su misma edad y que lleva el mismo nombre que ella: Irene. Sin que nadie lo sepa, ella se arriesga para conocer a la muchacha y a su entorno, desdoblándose en una vida secreta y una sucesión de mentiras. El filme se ha estrenado en Brasil, después de ganar el premio a Mejor Fotografía y Mejor Ópera Prima en el Festival de Cine de Guadalajara –entre otros galardones–, mientras se prepara para continuar con su recorrido por otras citas internacionales.

Cuando Meira tenía 13 años, descubrió que su abuelo había concebido otros hijos fuera del matrimonio. Fue así que supo que había dos hermanas con el mismo nombre. Muchos años después decidió escribir el guion y se sentó a hablar con su tía sobre la otra media hermana. “Ella me dijo: ‘no tengo ningún interés, para mí esa otra chica ni existe. Hermanas son las que yo tengo en la casa y me parece de verdad una falta de creatividad muy grande eso de poner el mismo nombre”, recuerda el director. A partir de ese momento, se preguntó, ¿qué hubiera pasado si…? “Mi tía nunca la quiso conocer. La película es lo que hubiera pasado si ella hubiera dado ese paso”, cuenta Meira.

El escritor Gabriel García Márquez, en un taller en 2008 en la escuela de San Antonio de los Baños –en Cuba–, terminó de darle el impulso a Meira para que imagine su propia fábula en Goiás, como el Nobel colombiano hizo con Aracataca. La localidad homónima al Estado brasileño le proporcionó la luz natural, la arquitectura del pueblo y la naturaleza para contar la historia de Las dos Irenes. El realizador y la directora de fotografía, Daniela Cajías –de nacionalidad boliviana–, se conocieron cuando eran estudiantes en la reputada escuela de cine cubana. Ambos utilizaron un sutil juego visual con los espejos y los reflejos como un recurso narrativo para retratar la dualidad que muestra el filme. “La película trata sobre la identidad y hay una duplicidad. Cuando uno deja de ser niño y pasa a la vida adulta, es un momento cuando uno se mira al espejo. Se está transformando físicamente, está intentando saber quién es, a quién se parece, y está intentando pensar quién quiere ser”, explica Meira.

Sven Nykvist –fotógrafo de Ingmar Bergman–, según cuenta Meira, fue una influencia en el uso de la luz natural para él y Cajías, ya que considera que el director de fotografía, también sueco, era un maestro en el uso de ese recurso. Por tal motivo, la iluminación nata de Goiás fue muy trabajada, explica la cinefotógrafa. “La luz era realmente hermosa, la redireccionamos, la pasamos por difusores, filtros, con rellenos positivos y negativos, para darle a cada una de las secuencias la personalidad que merecía”, añade Cajías, quien fue galardonada con el premio a mejor fotografía en Guadalajara.

Una postal familiar anacrónica

La directora de fotografía, que actualmente reside en Madrid, dice que disfrutó mucho de formar parte de la película, ya que, antes de 2015, tenía tiempo sin rodar debido a su embarazo. Recientemente trabajó en el documental Mi Hermano de Alana Simoēs, producción mexicana rodada en Madrid, y en la película española Los últimos de Filipinas, como parte del equipo de Álex Catalán.

Muchos aspectos de Las dos Irenes van casados a la imagen. Entre ellos el enfoque individual que la lente de Cajías le dio a cada entorno de los personajes. A través de la mirada de ambos, Las dos Irenes fija una mirada de postal familiar anacrónica. “En el fondo es todo un postureo. La familia perfecta en el fondo está llena de secretos, eso también quiere contar estas escenas llena de falsedades”, precisa Cajías.

Meira recuerda que aquel día en Cuba, García Márquez dijo que los finales tenían que ser explosivos debido a que los personajes habían pasado por tanto y que el espectador merecía un desenlace grandioso. El realizador brasileño cree que Gabo estaría contento con Las dos Irenes y espera que tenga el mismo efecto allá donde sea proyectada.

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Sobre la firma

Andrés Rodríguez
Es periodista en la edición de EL PAÍS América. Su trabajo está especializado en cine. Trabaja en Ciudad de México

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