Echarse una cabezadita entre barricas de Jerez
Una bodega ofrece con éxito visitas que incluyen siestas a 23 grados y sin límite de tiempo
"Aquí dentro hace una temperatura ideal para echarse una siesta”. Los viticultores José Luis Baños, Pepe Marín y Manolo Barba venían de sufrir los más de 40 grados de los sofocantes viñedos de Jerez cuando se guarecieron en los 23 grados de su bodega. La feliz ocurrencia del primero, al toparse con frescor habitual del edificio, dio alas a una idea que ya lleva funcionando con éxito desde principios de julio en Viña Bodega La Constancia. Entre hileras de enormes botas donde el fino nace bajo el velo de flor, un pasillo de hamacas recibe al visitante en la iniciativa ‘Siesta en la Bodega’. Y eso es justo lo que se puede hacer, alentado por tenues luces azules, música relajante, velas y la fresca temperatura que se mantiene constante por obra y gracia de la arquitectura bodeguera.
El ofrecimiento de echarse una cabezadita en un entorno tan relajante es tan solo parte de una visita que engloba una experiencia más amplia, como explica Baños, responsable de enoturismo de la bodega. De hecho, la visita personalizada empieza con un recorrido entre las 24,5 hectáreas que tiene esta empresa familiar, dedicada a la crianza de vinos desde el año 1969. Después de conocer las viñas donde se cultiva la uva de la que nacen las cinco variedades de la denominación de origen Jerez-Xerry, el visitante descubre el sistema de criaderas y soleras donde el mosto se convierte en vino. La Constancia posee dos bodegas destinadas a este fin, la de crianza oxidativa y la de crianza biológica.
Es en esta última, donde la crianza del fino necesita temperaturas bajas y estables, donde se vive la experiencia de la siesta. “Antes de descansar, ofrecemos al visitante una cata de los cinco vinos de la denominación de origen: Fino, Amontillado, Oloroso, Cream y Pedro Ximénez”, reconoce Baños. Con la degustación en el cuerpo y tras resistir estoicamente las altas temperaturas del campo jerezano del inicio de la visita, el descanso se hace obligado. Para ello, en La Constancia han dispuesto hasta cinco hamacas, colocadas en hilera en uno de los pasillos entre botas y acompañadas de lectura relacionada con los vinos de Jerez.
No hay limitación para el descanso, como añade Baños: “Hay quien está una hora y quien está dos. Como damos una atención personalizada y en grupos pequeños, nos adaptamos al tiempo que las personas quieran estar”. La siesta no está exenta de una degustación más, antes de completar la original incursión en el mundo de los jereces: entre cabezada y cabezada se puede degustar un cóctel elaborada con los mismos vinos de la tierra.
La experiencia, que se puede disfrutar de lunes a domingo de 14.00 a 18.00 horas aproximadamente, ha encontrado tanta acogida que en la bodega se plantean mantenerla. “La idea era que funcionara solo durante el verano, pero como ha funcionado también, los touroperadores nos han dicho que si podemos mantenerla el resto del año”, reconoce Baños. De hecho, la actividad alcanza sus máximos durante los fines de semana, momento en el que la solicitan principalmente clientes extranjeros.
Los visitantes nacionales prefieren otras propuestas, como ‘Yoga de la Risa’ o las ‘Catas Sensoriales’. En la primera, demandada especialmente por directivos, los visitantes combinan yoga y risoterapia entre las viñas, al alba o al atardecer. En la segunda, se pueden descubrir los vinos de Jerez en una sugestiva cata a ciegas. Fue en mayo de 2016 cuando en esta pequeña bodega se propusieron sorprender al visitante con propuestas originales, la primera actividad fue una combinación de gastronomía, vinos y flamenco. Ahora, más de un año después tienen claro cuál es el camino para atender a las visitas, como remacha baños: “La clave es no dejar indiferente a nadie”.
Babelia
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