Altamira sufre una subida de temperatura que alerta a los científicos
El Patronato mantiene el régimen de visitas aunque aumenta los métodos de control tras detectar cambios en el interior del yacimiento
El Patronato de la cueva de Altamira, reunido este martes en Santillana del Mar, mantendrá el régimen de visitas en la gruta, patrimonio de la Humanidad de la Unesco, aunque aumentará los medios para controlar lo que ocurre en su interior, después de que se haya detectado una ligera subida en la temperatura (entre medio grado y un grado) y un aumento de la condensación de humedad en las paredes, lo que podría representar una serio problema a largo plazo para la conservación de las pinturas, que se encuentran entre las representaciones prehistóricas más importantes del mundo.
"Nos tenemos que adaptar a lo que diga la cueva", explica José María Ballester, coordinador del Plan Preventivo y de Conservación de la Cueva de Altamira y presidente de la Comisión de Seguimiento, el grupo de científicos que tiene la responsabilidad de estudiar el comportamiento de la cueva. Ballester asiste a las reuniones del Patronato, en el que están representadas todas las instituciones que tienen responsabilidad sobre el yacimiento —Gobierno de Cantabria, Ministerio de Educación y Cultura, Ayuntamiento de Santillana del Mar— además de los responsables del Museo de Altamira.
"Se ha comprobado un ligero calentamiento de la cueva", señala Ballester. "Se van a realizar mediciones e investigaciones en los próximos meses para ver si obedece a factores externos o internos y se van a tratar de identificar las causas", prosigue. Por ahora, se va a cambiar el ritmo de visitas y en vez de entrar cinco personas más un guía una vez a la semana, los viernes por sorteo, se dividirán en dos grupos de dos y tres personas para dejar reposar a la cueva. Además, los científicos han decidido que van a reducir sus entradas en la gruta al mínimo.
La apertura de la cueva a visitas controladas, en 2014, con la entrada de unas 240 personas al año, provocó una intensa polémica porque muchos expertos consideraron que podría poner en peligro las frágiles pinturas, de miles de años de antigüedad (los famosos bisontes tienen unos 15.000 años). El Patronato, que volverá a reunirse en otoño, también estudiará dividir las visitas en dos jornadas diferentes o cerrar totalmente la cueva, salvo para los expertos, una parte del año, y concentrar todas las visitas en otra.
Todavía no está claro si la condensación de agua y la subida de la temperatura están relacionadas con las visitas o si son producto de factores exteriores. En este último caso, la situación sería mucho más preocupante porque entonces poco se podría hacer. Los expertos han insistido en que lo más importante es saber con precisión lo que ocurre en la gruta para poder actuar en consecuencia antes de que se ponga en marcha un mecanismo que luego sea muy difícil de detener.
Aunque hay algunos huecos en las mediciones, la subida de temperatura se ha detectado más o menos en los últimos cinco años. La temperatura de Altamira, con una variabilidad estacional, se sitúa entre los 13 y los 14 grados. Este cambio en la temperatura, así como la presencia de microorganismos, fueron uno de los temas principales de la reunión de científicos previa al encuentro del patronato.
"Son cambios pequeños, pero en este tipo de arte que sean pequeños no quiere decir que no se les preste una gran atención", asegura Ballester. "Es un arte que no se puede restaurar, por eso solo podemos trabajar desde la conservación preventiva. Los pequeños problemas hay que tratarlos como si fuesen grandes. También es muy importante estudiar los microorganismos. Han aparecido manchas con suficiente insistencia y hay que atacarlas antes de que sean irremediables".
Por otro lado, al término de la reunión del Patronato se explicaron una serie de medidas para poner en valor todo el entorno de la cueva, con una inversión de 4,5 millones de euros entre este año y 2018 centrada principalmente en el museo, anunció el secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo. También se pondrá en marcha un proyecto para abrir al público la cueva de las estalactitas, ubicada junto a la de Altamira, que no contiene restos prehistóricos.
Altamira es una de las cuevas con dibujos policromados prehistóricos más importantes del mundo, junto a las de Lascaux y Chauvet, ambas en el sur de Francia y ambas totalmente cerradas al público. Chauvet nunca llegó a abrirse a visitantes y Lascaux se cerró después de sufrir una crisis que puso en peligro el arte paleolítico. "Creo que aquí el problema no es si se abre o no se abre, es cómo se conserva la cueva y qué otras medidas pueden tomarse para dinamizar el conjunto de Altamira, que puede tener un atractivo enorme: el museo, la neocueva, la cueva de las estalactitas, la sala de exposiciones, todo eso va creando un sitio que quita presión a la apertura de la cueva y permite que se haga el trabajo de conservación", señala Ballester.
Babelia
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