Palabra de guardia civil
En su novela más personal, Lorenzo Silva recupera al general que defendió a la Generalitat de la sublevación franquista
Poca gente habrá oído hablar de él, pero el general Aranguren, jefe de la Guardia Civil en la Barcelona de 1936, yuguló la sublevación franquista en Cataluña, cambió así el curso de la Guerra Civil y acabó muriendo fusilado por ello. A recuperar, o rehabilitar, la figura de este héroe olvidado dedica Lorenzo Silva su última novela, Recordarán tu nombre (Destino), presentada hoy, martes, en Madrid, una narración que escapa de los preceptos literarios para concentrarse en su verdadero fin: hacer justicia literaria donde la Historia no ha querido hacerla.
El corazón de esta novela es una llamada que recibió el general Aranguren, el 19 de julio de 1936, en su puesto de mando de la Consejería de Gobernación de la Generalitat en Barcelona. Quien llamaba era otro general, en este caso del Ejército, Manuel Goded, con quien había compartido arena y sangre en las operaciones de Alhucemas (Marruecos) de 1925. Goded le pide que se una a la sublevación franquista que había estallado el día antes. José Aranguren Roldán, en una rápida decisión que cambiaría la historia, le dice que no. Goded le amenaza con fusilarle. Y Aranguren le responde:
"Si mañana me fusilan, fusilarán a un general que ha hecho honor a su palabra y a sus juramentos militares; si le fusilan a usted, fusilarán a un general que ha faltado a su palabra y a su honor". Ese era Aranguren. Y tanto él como el Goded que le amenazaba acabaron fusilados, aunque en fechas y por razones distintas, si es que puede hablarse de razones para asesinar a alguien.
Silva (Madrid, 1966) es el novelista más asociado a la Guardia Civil de nuestros tiempos, o de todos los tiempos. Su serie policiaca de Bevilacqua y Chamorro, dos investigadores de homicidios de la unidad central del instituto armado, ha enganchado a muchos lectores, y ha presentado una imagen realista y justa de ese cuerpo al que 40 años de franquismo y un tardío y frustrado golpe de Estado han distorsionado hasta una caricatura de brocha gorda. No es casual que el escritor sea guardia civil honorario desde hace unos años.
Pero su nuevo libro no es de ese género, ni de ningún otro. "La historia de Aranguren me agarró por la solapa", dice. "Cuando vi su foto, además, me recordó de inmediato a mi abuelo Manuel". Lorenzo y Manuel, sus dos abuelos, configuran el paisaje interior del que se vale Silva para entender este olvidado episodio histórico. Al igual que sus personajes, también reales, representan el dolor, el coraje moral y el dilema del diablo al que se vieron abocados por el horror del golpe. Silva logra el prodigio de mantenerse distanciado y ecuánime, de no caer en la trampa fácil de la interpretación maniquea.
Su novela es rara, y él mismo lo admite. Ha suprimido al narrador interpuesto: quien habla al lector no es alguien que se llama igual que Lorenzo Silva pero es un personaje de ficción que puede hacer, decir y pensar lo que quiera. Es el Lorenzo Silva de carne y hueso, ese mismo que se dedica a escribir libros. Encontrarán esta obra en la estantería de ficción, pero allí es todo tan real como pueda serlo un trozo de Historia.
Babelia
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