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El algoritmo decide el precio de tu entrada de cine

Tres multisalas de Milán aplican con éxito un sistema de venta con tarifas dinámicas en función de decenas de factores como la meteorología o el reparto ¿España podría importar la idea?

Daniel Verdú
Colas en los cines Cinesa de Manoteras, Madrid.
Colas en los cines Cinesa de Manoteras, Madrid. LUIS SEVILLANO ARRIBAS

El impulso cerebral que levanta a un individuo aburrido en su sofá de casa y lo empuja a la calle hasta la puerta de una sala de cine está compuesto de decenas de factores. Si se recopilan adecuadamente, pueden formar un patrón que establezca el precio de la entrada. Por ejemplo, ¿tiene sentido que ver una película cuya producción ha costado 300 millones de euros valga lo mismo que una de 10? O, si ese día llueve, ¿el precio de una confortable y cálida butaca al resguardo del agua debería ser más alto o más bajo? De esta cuestión se ocupa a la inteligencia artificial aplicada a la taquilla del cine. Un sistema revolucionario que ya se ha empezado a utilizar en el cine Plinius, en el centro de Milán, con el resultado de una mejora de hasta un 15% en el despacho de entradas y de un 105% en la compra online. 

El algoritmo, diseñado por la empresa italiana Dynamitick, tiene en cuenta hasta 40 variables relacionadas con el reparto, el director, el género, la meteorología de la jornada (los días de lluvia la venta crece hasta un 30%) y el detalle histórico de ventas de cada sala cruzado con las películas que ha proyectado. Un sistema inspirado en la industria de viajes que ya se ha extendido a otras tres exhibidoras y planea hacerlo por toda Italia. El experimento empezó implantándose un día a la semana, luego se extendió a todos los laborables, cuando la taquilla suele caer más.

La ocupación de las salas de cine italianas ha pasado malos tiempos. Cada espectador acude a ver una película solamente 1,8 veces al año -dos en España-, a menudo repelido por el precio de la entrada. Aunque en 2016 subió un 8,4% la asistencia hasta 112 millones de espectadores, según el Observatorio Audiovisual Europeo. En todo caso, en el sistema aplicado por esta startup, el rango de precios va de 4 a 9 euros. “Nosotros no vendemos un producto preconfeccionado, al contrario. Se alimenta de datos históricos de la sala y de sus clientes”, señala Federico Quarato, CEO de Dynamitck.

Tarifas planas o cine bajo demanda

La caída en picado de la asistencia a las salas durante los primeros años de la crisis agudizó el ingenio para atraer de vuelta al público. He aquí algunas de las principales iniciativas nacidas desde entonces:

Páginas web como Screen.ly y YouFeelm ofrecen cine bajo demanda: el usuario escoge una de las películas y las salas disponibles. Y si hay suficientes espectadores interesados, la proyección se celebra.

La sala Full de Cornellà de Llobregat, entre otras, permite cambiar de película si uno se arrepiente de su elección: hay que salir de la sala antes de que haya transcurrido media hora, enseñar la tarjeta cliente y se obtiene una nueva entrada.

Francia y Holanda llevan años con tarifas planas de cine. En Ámsterdam, por ejemplo, la llamada Cineville card ofrece, por 19 euros al mes, acceso ilimitado a 12 salas de la ciudad. Ejemplos parecidos se han dado en España, en salas de Cataluña y la Comunidad Valenciana.

En los cines Verdi y Conde Duque hay pases matinales dirigidos a los colegios, a precios reducidos: las opciones son las películas de su cartelera o las de la distribuidora A Contracorriente, dueña de las salas.

Varios taquillazos proponen adquirir la entrada mucho antes de su estreno, a través de la preventa on line, para evitar sorpresas de última hora y aforos llenos.

El problema, como suele suceder en la inteligencia artificial y el machine learning aplicado al consumo cultural, es que pueda llegar a crearse un entorno homogéneo —conocido como filtro burbuja— en el que solo triunfa lo reconocible o, en este caso, lo que mejor puede venderse. Quarato no cree que pueda llegar a darse esta suerte de darwinismo de consumo cultural. “No queremos intervenir en la elección de la película, sino optimizar su venta. Cuando nosotros llegamos, el cine ya ha programado el filme. Pero no puedes vender al mismo precio dos películas que tienen un valor distinto. Estimular a la gente con los precios es llevarlas más veces al cine”.

En España no se ha dado una iniciativa idéntica, pero muchos cines tienen iniciativas diversas para atraer al público. Juan Ramón Gómez Fabra, presidente de FECE (Federación de Cines de España), la patronal de los exhibidores, cree más en el trabajo diario: "Puede que tenga un tirón singular en un momento determinado, pero no estoy de acuerdo cuando estamos hablando de grandes cifras. La gente volverá a los cines con precios competitivos -en España el precio medio del cine es de seis euros-, buenas salas limpias y de calidad tecnológica. Hay que captar al cliente con buen producto". Al resto Gómez Fabra lo califica de excepciones, y suelen enfadar al espectador. ¿Incluso cuando Cinesa cobra un euro más por ver el primer fin de semana los megataquillazos? "Claro, ¿cuál es el criterio para que una película sea más cara que otra? ¿Bajo qué variable? Cada uno es dueño de sus decisiones empresariales".

Entre los creadores, hay distintas opiniones. Juan Cavestany, el director de Gente en sitios y Esa sensación, habituado a batallar duramente para estrenar sus películas, lo califica de "truco que funciona por la novedad". "Me suena a invento publicitario, puede que tenga un sentido para alguien que busque el valor objetivo de lo que es entrar en una sala". Y con estas iniciativas Cavestany recuerda -"Me hace gracia el invento en plan científico loco"- al productor William Castle, promotor de películas de serie B, que inventó múltiples trucos (como sillones con un dispositivo que producía pequeñas descargas eléctricas en algunas secuencias) para publicitar sus filmes en los años sesenta. En cambio, Fernando González Molina, que tiene en cartelera El guardián invisible, lo ve de otra manera: "No me parece mal. Cada película puede ser medida con indicadores distintos. Se parece a aquellas salas de reestreno, que eran más baratas. Todo lo que sea animar la taquilla me interesa, y también estoy de acuerdo con valorar las películas de forma no absoluta. Con entradas más baratas a lo mejor entra más gente a ver filmes indies". Este periódico intentó recabar sin éxito la opinión de algún responsable tanto de Cinesa como de Yelmo Cines, las dos principales cadenas de exhibición de España.

Con información de Gregorio Belinchón y Tommaso Koch.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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