O Maralto
‘3%’ es la primera serie que Netflix produce en Brasil. Es una propuesta distópica, entre Black Mirror y Hunger Games. Y está muy bien.
En un mundo en que la inmensa mayoría quiere cambiar su realidad, un pequeño grupo de elegidos prefiere que las cosas sigan como están. Son el 3% y viven en una isla en altamar. Es un lugar sin pobreza ni violencia. O maralto. Es la antítesis del continente, una enorme favela regida por la ley del más fuerte.
Todo esto ocurre en Brasil, o en lo que queda de Brasil. O una intuición de Brasil. La mayoría de escenas de la primera serie que Netflix produce en el gigante sudamericano transcurre en interiores. De fuera solo muestran los callejones de la favela, el mar y a veces, las paredes de un edificio futurista, el polvo que lo rodea, unas montañas muertas. Como si Edward Hopper pintara escenarios de Mad Max.
Cada año, los elegidos organizan un proceso para captar talentos, el nuevo 3%, que nutrirá la población de la isla. El proceso acontece en el edificio futurista. Jóvenes de 20 años del 97% de desgraciados que pueblan el mundo pasan entrevistas y pruebas. La primera temporada narra precisamente ese proceso de selección. Las entrevistas, las pruebas, son un ramillete de ejemplos de la Teoría de Juegos. Pero también un viaje de la sociedad que imagina William Golding en El Señor de las Moscas, al corazón delator de Edgar Allan Poe.
Las comparaciones con Black Mirror y Hunger Games son evidentes. Un futuro cercano, el producto probable de una catástrofe ambiental definitiva. La tecnología invirtiendo los valores: el amor no es supremo, ni la lealtad, ni el compañerismo. Una metáfora del capitalismo salvaje.
En el capítulo cinco una mujer se desespera. Forma parte del 3% e integra el equipo de entrevistadores de El Proceso. Se llama Julia y está casada con Ezequiel, el organizador. Una persona poderosa. Julia abandonó a su hijo para pasar El Proceso años atrás y ahora lo ve, de casualidad, en una grabación de una cámara de seguridad que la élite mantiene en el continente. Verlo la trastorna. Se lo dice a Ezequiel. Necesita estar conmigo, le explica: ¡Todos los que dejamos atrás! ¿Qué hay de mi hijo que dejamos atrás? “Lo que dices no tiene sentido”, le contesta. “¡Es una enfermedad, no eres tú!” La máxima expresión de amor de nuestro mundo, el de una madre hacia su hijo, se convierte aquí en una enfermedad.
Y luego la segregación. Si cualquier organización social responde a un puñado de certezas, el mundo del 3% asume que todos quieren pasar El Proceso. Que todos aceptan la pobreza de casi todos, con tal de tener una oportunidad de algo mejor. Y si no es así, las élites te obligan a aceptarlo. Pero de hecho casi todos están convencidos de que así está bien. E incluso hay una iglesia en el continente que promueve la fe en El Proceso.
De la resistencia se encarga La Causa, una organización terrorista de acuerdo a las certezas del mundo del 3%. ¿Qué causa más terror en esta historia, en la que el bienestar de las élites es el valor supremo, la ideología única, que luchar contra la pobreza de casi todos?
En este sentido, la serie recuerda al retrato de la sociedad carioca que hace Joao Moreira Salles en Noticias de uma guerra particular. El cineasta pinta un fresco del tráfico de drogas de mediados de los años noventa en Rio de Janeiro. Y cuenta la historia del Comando Vermelho, una de las organizaciones criminales más grandes de Brasil. El Comando aparece aquí como un movimiento que en sus inicios buscaba la justicia social. Traficaban con drogas, pero doblaban los salarios que la legalidad ofrecía a los más pobres. Donde el estado no aparecía, llegaban ellos. Como el CV nace en prisión, Moreira Salles va a la cárcel a entrevistar a sus integrantes. “Yo soy del crimen organizado, sí”, dice uno. ¿Por qué?, le preguntan. “Porque me gustan las cosas buenas: nunca me gustó ser masacrado por la sociedad, ¿entiende? Porque la sociedad masacra de verdad”.
La primera temporada de 3% es una historia trepidante en ocho capítulos. Y también una oportunidad para pensar a dónde vamos como sociedad, si es que de aquí a unos años sigue existiendo tal cosa. Pero ante todo, 3% es un entretenimiento estupendo.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.