Cuando el cine ayuda a salir del closet
El festival de cine LGBT de Ecuador, 'El lugar sin límites', reúne cada año a 5.000 espectadores
El inicio del festival LGBT El lugar sin límites fue en una tímida muestra de cine que se hizo en 2001 en Quito, Ecuador. No tuvo mucha acogida, la etiquetaron como homosexual, que en ese entonces era sinónimo de criminal. Hay que tener en cuenta que el código penal ecuatoriano, hasta 1997, consideró delincuentes a los homosexuales. “Había un estigma, una carga negativa”, cuenta Fredy Alfaro, organizador de la muestra de cine y fundador de la asociación Quito gay. Por eso en 2002 adoptaron el nombre de la película del mexicano Arturo Ripstein, basada en la novela homónima del chileno José Donoso: El lugar sin límites. “Nos pareció el nombre idóneo, hacía referencia a un lugar donde puedes ser tú mismo, un lugar sin restricciones”, acota Alfaro.
La muestra cine gay actualmente reúne a más de 5.000 espectadores y ha trabajado por el respeto a la diversidad sexo-genérica porque también motiva foros alrededor de los filmes. Alfaro dice que el festival fue “la primera actividad que salió del clóset, o del gueto” y eso ayudó para tender “puentes de convivencia” entre la heteronormatividad y la comunidad LGTB.
El doble objetivo del festival según Alfaro es: “Por un lado conseguir que la sociedad entienda qué es ser lesbiana, gay, trans, bisexual, intersex, y, por otro lado, que la comunidad visibilice formas de vida distintas, pero no distantes o ajenas, muchas de las películas pueden ser inspiradoras”. Las anécdotas alrededor de “lo inspiradoras” que pueden ser los filmes son muchas. Más de una persona ha llevado a sus padres a las salas de cine para confesar su preferencia sexual. “¿Qué película me recomiendas para que mis padres entiendan lo que soy?”, ha sido una de las preguntas recurrentes para los organizadores.
También ha habido otros momentos como cuando en Guayaquil, un grupo religioso se autoconvocó en la sala de cine para rezar. “El anuncio salió en el periódico y decían que el cine era centro de difusión de pecado… Bueno fue publicidad”, cuenta entre risas Alfaro.
Producción gay
Cada año se han multiplicado las producciones locales con temática LGBT. Hay un promedio anual de siete producciones ecuatorianas corto y largo aliento. Este 2016 se cuentan títulos como Mi voz lesbiana, de Jessica Agila; El Encuentro, de Gabrielle Esteban; y Ellas las que me habitan, de Aritza Ríos.
Esta coincidencia en la temática fílmica hizo que la edición de este año esté dedicada a las mujeres lesbianas. La película inaugural fue Freeheld, estrenada en 2015, que está basada en la historia de una oficial de policía estadounidense que tuvo cáncer terminal y trató de que sus beneficios de pensión pasen a su pareja sentimental.
La selección oficial cuenta con 60 trabajos cinematográficos, de 16 países, que se verán durante 11 días de cine. Este año el festival está presente en Quito, Guayaquil, Cuenca y Tena. La sede de esta última ciudad es una universidad que pidió unirse al festival justamente para sensibilizar a sus estudiantes.
Los derechos de los filmes, que fue un quebradizo de cabeza en los primeros años, ahora se consiguen a través de la red del festival de cine LGTB LesGaiCineMad, que desde hace 20 años ocurre en Madrid y es considerado el más importante de Iberoamérica. Alfaro enfatiza en que el festival Un lugar sin límites es “uno de los más reconocidos de la región” junto a los Premios Maguey de Guadalajara y el Mix de Brasil.
La invitada internacional de este año es Taylor Morales, gerente de Outfest UCLA Legacy Project, un programa que conserva las películas de lesbianas, gays, bisexuales, y transgéneros. Hasta ahora este proyecto ha restaurado 25 películas y tiene una colección con más de 36.000 películas.
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