Comedia de choque para reírse de la desesperación
Llega a las tablas 'El secuestro', una delirante crítica social de la miseria del humana escrita por el actor y dramaturgo Fran Nortes y dirigida por Gabriel Olivares
Fran Nortes escribió su segunda obra con la pretensión de llegar al gran público. El actor, conocido por sus papeles en las series La que se avecina y Frágiles, quería, sobre todo, que el espectador se sintiera identificado con la historia. En ningún momento de la función se oye de la boca del reparto la palabra corrupción, pero el eco del omnipresente término resuena de la primera a la última carcajada en el patio de butacas. El secuestro, montaje que comenzó su trayectoria hace una semana en el teatro Fígaro de Madrid, resulta desgraciadamente familiar y trágicamente divertido. "No era nuestra intención que fuera triste, pero entiendo perfectamente que al público le transmita esa sensación", comenta Nortes, actor y autor del texto, que dirige Gabriel Olivares (Burundanga).
Paco es un hombre corriente y el protagonista del montaje. Contra su voluntad, se choca de bruces con el dilema de tener que cambiar los esquemas sobre la ética y la moralidad. Jorge Roelas da vida a este desafortunado carnicero, al que están a punto de cerrar el mercado donde lleva trabajando toda su vida. La desesperación lo lleva a tirar por el camino de enmedio: secuestrar al hijo del ministro -interpretado por el propio Fran Nortes- de cuyo voto depende la clausura de su negocio. El quid del embrollo explota del todo cuando se meten la hermana de Paco, Montse (Diana Lázaro) y su cuñado (Leo Rivera). Para desconcierto del pobre hombre, y contra todo pronóstico, contará con la colaboración de los dos para llevar a buen puerto sus planes.
"Creo que somos una sociedad civilizada, pero la desesperación puede llegar hasta el punto de llevarte a hacer cosas que jamás pensaste que serías capaz", reflexiona el director. "No lo justifico, pero también es cierto que nos han llevado al límite. Mucha buena gente lo está pasando mal".
Esa tónica de crítica social es lo que da sentido al texto. "Yo creo que el teatro históricamente siempre ha tenido una función social. Y por supuesto, El secuestro tiene ese punto reivindicativo y de denuncia". Eso sí, para el dramaturgo la moraleja de la historia es otra "Me gustaría que el espectador se quedara con el mensaje optimista, por ejemplo, que la familia siempre es un pilar fundamental". No deja de ser una comedia blanca, reitera Fran Nortes. Solo se pone realmente seria al final, con un demoledor discurso del protagonista, pero ni esa escena eclipsa, asegura, la esencia del texto, que el resume en una frase: "reirse de uno mismo es imprescindible".
Babelia
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