Se busca ladrón de arte
Los 18 policías nacionales de Patrimonio Histórico son los únicos de España —junto al cuerpo homólogo de la Guardia Civil— que se dedican a recuperar joyas culturales
Cuando Juanma Prieto ayudó a recuperar en 2008 un marcapáginas de oro que Eva Braun le había regalado a Adolf Hitler —robado seis años antes en una casa de subastas de Madrid—, creyó que ingresar en la Brigada de Patrimonio Histórico del Cuerpo Nacional de Policía era la decisión más acertada que había tomado tras licenciarse en Historia del Arte. "Estar aquí es una motivación para sacar partido a mis estudios. Trabajar con tantas reliquias era un sueño", cuenta Prieto, que lleva desde 2004 en este departamento de 18 policías, los únicos de España que se dedican —junto al equipo homólogo de la Guardia Civil— a recuperar cuadros de Picasso, Botero, Chillida, códices medievales y todo tipo de obras de arte.
Esta brigada, que fue creada a mediados de los ochenta, recobró en 2015 más de 630 objetos que pertenecían al patrimonio histórico nacional o eran falsificaciones, según el Ministerio del Interior. Un año antes rescataron 593 y, en 2013, 363, pero para Antonio Tenorio, el inspector jefe del departamento, en este campo es más importante la calidad que la cantidad: "Las falsificaciones nos distraen mucho. Son obras que no tienen una relevancia extraordinaria porque no reúnen las condiciones de historicidad cultural. Hay otras investigaciones, mucho más complejas y que se pueden dilatar en el tiempo, que con hacer dos o tres al año vamos servidos".
El tipo de operaciones al que se refiere Tenorio es, por ejemplo, la que entre 2011 y 2012 llevó a la brigada a Santiago de Compostela a investigar el robo del Códice Calixtino, un tesoro medieval del siglo XII que había desaparecido de la catedral compostelana. "Fue nuestro caso estrella. Es una pieza única, emblemática, de un valor incalculable, y quitársela a Galicia hubiese sido un sacrilegio. Recuperarla justo un año después de que empezase la investigación pudo haber sido mi colofón", bromea. Esta joya literaria, una guía de viajes iluminada, fue recobrada por el equipo en un garaje de O Milladoiro, una ciudad dormitorio a las afueras de Santiago, envuelto en bolsas de basura y cartones junto a un montón de ladrillos. Había sido Manuel Fernández Castiñeiras, un electricista que salió de mala manera del templo tras realizar labores de mantenimiento durante 25 años, quien lo había hurtado.
Para Martina González, la inspectora de la brigada, el caso del Códice Calixtino también es el que más repercusión ha tenido: "Fue una operación tremenda porque se desarrolló en la catedral de Santiago. Recuerdo que estar en ella y trabajar allí fue como entrar en un mundo diferente". Durante el año de investigación, el equipo alternaba su vida entre Madrid y la capital gallega. "Hacíamos turnos, con dos semanas allí y otras dos aquí. Fue una aventura conocer a todas las personas que trabajaban en la seo compostelana, ver cómo se iban cerrando los círculos, quién tenía una motivación, quién contaba con acceso... Nos encontramos personalidades muy variopintas y con pocos datos a los que agarrarnos", recuerda González.
El caso del Códice Calixtino terminó en 2015 con una condena a Fernández Castiñeiras de 10 años, pero la investigación estrella de la brigada no es la favorita de Prieto. Él recuerda con más apego la primera obra que recuperó, una tabla flamenca del siglo XV robada en 1985. Solo llevaba unos meses en el departamento cuando, cotejando Dulcinea —la base de datos con la que trabaja el equipo y en la que hay clasificadas más de 12.000 piezas—, la encontró: "Había sido hurtada de la iglesia de San Martín, en Trujillo [Cáceres], y la pude identificar. Fue devuelta al templo 23 años después".
Aunque en esta brigada hay tres policías licenciados en Historia del Arte, otro en Historia y otro en Bellas Artes —y hasta hace poco había una arqueóloga—, el inspector jefe insiste en que esa formación es secundaria: "Para el trabajo de calle, para las patrullas o para dominar las bases de datos no es condición sine qua non ser experto en arte. Yo quiero investigadores". Para los vacíos del departamento, como dirimir si un cuadro es o no un goya, el equipo cuenta con un enlace con el Ministerio de Cultura: "Es quien decide qué experto estudia la obra y hace el informe. En el caso de un murillo, por ejemplo, sería Manuela Mena [jefa de Conservación de Pintura del siglo XVIII del Museo del Prado]", explica Tenorio.
La brigada lleva tiempo trabajando en la recuperación de cinco cuadros de Francis Bacon robados el pasado verano en una vivienda del centro de Madrid y valorados en más de 30 millones de euros. Aunque por el momento han detenido a los seis presuntos autores del mayor hurto de arte contemporáneo en España, las obras todavía no han aparecido. Si lo hacen, cuenta el inspector jefe, ninguna de ellas recalará en los tres pequeños almacenes con los que cuenta el departamento en su base de Madrid: "Aquí hay más de 30 grados y la pintura se derrite, por eso casi todo lo que tenemos son falsificaciones y objetos de poco valor. Cuando recuperamos una obra importante, la enviamos a un museo. No estamos locos".
Falsificaciones a escala mundial
La Brigada de Patrimonio Histórico trabaja con una base de datos a nivel nacional y otra a nivel internacional, el archivo de la Interpol. En él colaboran más de 190 Estados. "Las relaciones con otros países son constantes. Hay mucho contrabando, la obra va y viene de un sitio a otro... Por ejemplo, no es raro ver una pieza que sale de España y se localiza en Londres", explica el inspector jefe del departamento, Antonio Tenorio. Además, cuenta, Internet ha puesto ha puesto al alcance de los usuarios herramientas muy valiosas para encontrar, comprar y vender falsificaciones a escala mundial. Para luchar con más eficacia contra este tipo de delitos, se está trabajando a nivel internacional en la creación de una base de datos que incorpora comparaciones automáticas de imágenes: "Su nombre es Psyche".
Babelia
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