Camus, extranjero en Argel
Javier Reverte viaja a la atmósfera del autor de ‘La Peste’ y trata de capturar su universo en ‘El hombre de las dos patrias’
Albert Camus sigue siendo extranjero en Argel. Lo comprobó Javier Reverte, novelista, periodista, autor de libros de viaje, que fue hasta Argel, la ciudad blanca en la que nació el Nobel de Literatura, y ahora lo cuenta en El hombre de las dos patrias (Ediciones B). En esa atmósfera humilde, en la que, como decía el autor de El extranjero, se juntan la miseria y el sol, Reverte escuchó a humildes guías, a profesores y a gente de la calle referirse a Camus con la desconfianza que lo acompañó en los años 50, cuando hacía mucho que vivía en Francia e incluso después de que, en 1957, fuera galardonado con el Nobel.
Ese expatriado doble que fue Camus (francés y argelino, hijo de madre española, analfabeta) sigue siendo en su patria natal despreciado porque nunca se consideró un árabe, y siempre le han devuelto, con indiferencia o con saña, esa consideración de extranjero en su tierra. “Es un expatriado. Un francés en origen, por apellido y por cultura, que se cría en un país que en principio le es extraño, Argelia, donde vive separado de la comunidad argelina y así lo consideran todavía. Mucha gente dice que en sus libros habla de los árabes pero nunca como si él fuera uno más. Es un expatriado de los dos mundos; para comprenderlo hay que comprender esos dos mundos”, dice Reverte.
Es un expatriado..., menos de su madre. “Y le dedica El primer hombre, su gran libro póstumo: “A mi madre, que nunca podrá leer este libro...”, porque era analfabeta. Él es fiel a su origen, y su origen es su madre. Cuando escribe El primer hombre cuenta el encuentro con la tumba de su padre, muerto en la I Guerra... Y halla que él es ya mayor que su padre”, recuerda el escritor.
Ese origen forma parte del sentimiento con que escribe Camus. ¿Y cómo es posible que aún hoy perviva esa imagen ligada a Argelia? “Y tan ligado: no hay prácticamente ningún libro en el que no recurra a ese territorio... Eso ocurre por los radicalismos. Fue un hombre que se quedó solo; cuando surgió el conflicto por la liberación de Argelia, la intelectualidad gauchista francesa, empezando por Sartre, estaba con los argelinos rebeldes; en contra estaban los fascistas, la OAS... Tenía amigos en la causa argelina, pero al tiempo proclamaba los derechos de los pieds noirs, que nacidos allí como él, a vivir como argelinos”.
Causas perdidas
Cuando Camus propuso ese pacto, “las dos partes le volvieron la espalda”. En Argel y en Orán, los dos territorios camusianos que visitó Reverte, es evidente ese desdén. Ni se le lee ni se le considera; “en el liceo donde estudió no hay ni un retrato suyo, porque los llamó los árabes. Pero en El extranjero él no exculpa al que mata al árabe... “Ni mucho menos. El personaje de El extranjero, nace del absurdo. Comete un crimen absurdamente y Camus lo cuenta como parte del absurdo”.
Cuando recogió el Nobel dijo en Estocolmo aquella famosa frase: “Ahora mismo están explotando bombas en Argel. Si mi madre va en un autobús y eso es la justicia [revolucionaria argelina], yo estoy con mi madre”. Ahora Camus, dice Reverte, “podría tener respuestas morales a situaciones parecidas, y no sólo relacionadas con el terrorismo sino con respecto a la política. Para él un hombre sin moral es como una bestia lanzada al mundo. Fue también un hombre solidario y solitario, como dijo su hija. Fue solidario con las causas perdidas y justas, fue de los que más defendió la República española... Es muy difícil concebir a un Camus que no fuera bondadoso.
Reverte visitó escenarios domésticos y, entre otros, el escenario donde sucede la tragedia que se narra en El extranjero, esa playa que queda ya en la literatura: “Comprendí entonces que había roto la armonía del día, el silencio excepcional de una playa en la que había sido feliz...” ¿Y encontró el alma de Camus? “A eso fui; esa atmósfera al menos es la que he querido trasladar en el libro”.
La infancia, el sol y el resentimiento
En los años 90 Rafael Martínez Alés, director de Alianza, rompió la dejadez editorial con respecto a Albert Camus y creó la biblioteca preparada por J. M. Guelbenzu. Javier Reverte lo releyó ahí y lo recuerda en Argel, "una ciudad sobre la que brilla ese sol maravilloso que él vio en su infancia y que es materia principal de su mejor novela, El extranjero". Ese sol le provocó a Camus una frase que aparece en su libro más breve, El revés y el derecho:"El sol que brilló sobre mi infancia me privó de todo resentimiento".
Babelia
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