Hoboken recuerda al ‘viejo ojos azules’
Sinatra creció en una familia de inmigrantes italianos que cumplió el sueño americano En su pueblo natal, en Nueva Jersey, conviven la admiración y el resentimiento
De los múltiples apodos que Frank Sinatra cosechó en su vida, hay uno menos conocido y que ilustra mejor que ninguno el ascenso social de su familia y la transformación de un chico más de Nueva Jersey, hijo de inmigrantes italianos, en una de las personas más famosas del planeta. En Hoboken, el pueblo que lo vio nacer hoy hace 100 años, se le recuerda también como Slacksy O’Brien (podría traducirse como O’Brien, el pantalones plisados), por lo bien que vestía. La familia Sinatra usaba en ocasiones el apellido O’Brien para encajar mejor: ya fuera entrar en un gimnasio restringido a irlandeses o ganar clientela en su taberna.
"Puso al pueblo en el mapa, pero vino muy poco e hizo pocas obras de filantropía", lamenta el director del museo de la ciudad
Cuando Frank Sinatra nació, la avenida Willow marcaba la frontera entre la zona de inmigrantes italianos, en la que se crió el cantante, y la irlandesa, más próspera. Pero la infancia de Frankie —según recoge la exposición que Hoboken ha organizado con motivo del centenario— no fue tan dura como algunas biografías han sugerido: era hijo único y las buenas conexiones de su madre en la política —tenía un cargo de distrito con los demócratas— les sirvieron para prosperar en pocos años. El padre logró un puesto seguro en el departamento de bomberos, acabaron regentando un bar y, cuando Frankie tenía 12 años, dejaron el barrio de inmigrantes para mudarse a uno mejor, por debajo de la dichosa avenida Willow.
En 1935 cantaba en el Union Club por 40 dólares a la semana. Estaba apunto de saltar a la fama
Hoy Hoboken es una ciudad tranquila de unos 50.000 habitantes bordeada por el río Hudson y con unas espectaculares vistas de Manhattan, que se disputa con Cooperstown y Nueva York la invención del béisbol. Turistas de lugares lejanos han estado peregrinando a lo largo de los últimos meses para ver la cuna de su ídolo, según cuentan en el pequeño museo de historia. Pero de la casa en la que nació no queda más que una placa e historias sobre su complicado parto; y el Union Club, el local en el que cantaba en 1935 por 40 dólares a la semana, es ahora un edificio de viviendas.
“Está claro que Sinatra puso a Hoboken en el mapa, él siempre dijo que había nacido y crecido aquí, pero también existe un cierto resentimiento hacia él, se hubiese deseado algo más de reconocimiento por su parte porque en los últimos años de su vida apenas visitó el pueblo. Tampoco hizo grandes obras de filantropía, a lo mejor daba alguna ayuda individual a alguien, pero su fundación y sus grandes obras se quedaron en la costa Oeste”, explica Robert Foster, director del museo de la ciudad.
Sus padres, inmigrantes italianos, tardaron poco en prosperar gracias a la actividad política de la madre, según los cronistas locales
Frankie dejó el pueblo a los 21 años. Su última aparición pública fue en 1947 y no regresaría hasta el 84, acompañando en un acto al entonces candidato presidencial Ronald Reagan.
Hoboken era en los años treinta, tras la Gran Depresión, un hervidero de jóvenes que se enrolaban en el ejército o trabajaban en fábricas y salían luego a divertirse por los 200 clubes que había, según los cronistas locales, y en los que un jovencísimo Sinatra daba sus primeros conciertos. Fue, según dijo el escritor Bruce Bliven, “un chico de Hoboken que aprovechó sus oportunidades”. En una América en el proceso de convertirse en la actual superpotencia, hizo carne el sueño americano. El Empire State lo homenajea este fin semana iluminado de azul, porque a Sinatra también se le recuerda así: el viejo ojos azules.
Babelia
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