Imanol Uribe narra la atracción entre un exetarra y la hija de su víctima
'Lejos del mar' está protagonizada por Elena Anaya y Eduárd Fernández
No se considera un cronista cinematográfico de ETA pero la realidad es que Imanol Uribe (San Salvador, 1950) ha abordado el tema de la violencia en el País Vasco desde su primer largometraje de ficción, La fuga de Segovia (1981). Es un tema recurrente en su filmografía. Ahí están El proceso de Burgos, La muerte de Mikel o Días contados (con la que ganó la Concha de Oro en 1994). No se explica bien por qué. Hace tres años confesó públicamente que no le apetecía volver al tema de ETA, pero aquí está Lejos del mar, la película que presentó ayer en la sección oficial del Festival de Cine de San Sebastián en una proyección especial fuera de concurso. El filme narra el encuentro entre un exetarra arrepentido y la hija de su víctima.
La realidad es que con esta película, Imanol Uribe ha huido de las connotaciones políticas como de la peste para centrarse en ese encuentro íntimo de sentimientos, difícil pero directo, entre un verdugo y su víctima y que ETA y la violencia conforman solo el trasfondo de la historia.
Uribe sabe que en el País Vasco eso no iba a ser fácil y desde el principio advirtió al productor acerca de las dudas sobre el estreno en el festival donostiarra. Sin embargo, tras un pase para la prensa que fue acogida con una mezcla de aplausos y risas, la primera proyección del filme ante el público se cerró ayer con una gran ovación.
“Estos temas aquí se viven con una gran sensibilidad y muchas veces los árboles no dejan ver el bosque. Mi intención es que vean la historia, la película y que luego se reflexione sobre el fondo, la política”, explica el director. “Soy consciente de la complicación y de la delicadeza, de que abordamos un tema muy doloroso y que produce en ocasiones muchos nervios. Ha sido como caminar por un campo minado evitando las minas. La intención es profundizar en esos sentimientos tan personales de dos personas que arrastran una tragedia inmensa”.
Lejos del mar, protagonizada por Elena Anaya y Eduard Fernández con guion del propio Imanol Uribe y de Daniel Cebrián, refleja el drama de unos personajes que se enfrentan a los horrores del pasado. Un exetarra sale de la cárcel después de cumplir 25 años y la casualidad hace que en el sur de España, bajo el sol abrasador de Almería, se encuentre con Marina, una médico que convive desde la niñez con la tragedia de haber visto cómo su padre era asesinado por un comando de ETA en el paseo de la Concha de San Sebastián. Él, un arrepentido en el plano moral más que político que ha cometido un acto con el que tiene que cargar durante toda su existencia y que, tras penar la culpa en prisión, busca la manera de seguir viviendo y encontrar un hueco. Ella, alguien que no ha conseguido superar el drama de ver la muerte violenta de su padre y que vive obsesionada con el rostro de aquel hombre que apretó el gatillo.
Una trama de ficción
“Esta idea del encuentro entre un verdugo y su víctima me rondaba desde hace tiempo. Es una reflexión sobre las consecuencias que deja a su paso la violencia, sobre las huellas imborrables que permanecen una vez olvidada la noticia y transcurridos muchos años. El tiempo va dejando cargas de profundidad”, explica Uribe, que no se basó en ningún caso real, ni tampoco quiso investigar en los encuentros recientes que entre familiares de víctimas y antiguos terroristas se han producido en el País Vasco. “Es una ficción en la que no me he querido amparar en ninguna realidad, que no tiene conexiones inmediatas. No hemos intentado copiar modelos. Por el contrario, hemos inventado y fantaseado sobre lo que les podía pasar a estos dos personajes. No es una historia de amor, es esa atracción perversa que se produce en dos personas unidas por un pasado trágico”, añade el realizador.
El cineasta reconoce que solo ahora, transcurrido un tiempo tras el anuncio de alto el fuego por parte de ETA, se puede abordar este tema. “Creo que en el País Vasco se están empezando a cerrar heridas, al menos a cicatrizar algunas. No soy optimista por naturaleza pero creo que se están produciendo avances relevantes. El cine tiene una labor importante que hacer también, porque creo que sólo exorcizando los fantasmas y mostrándolos uno puede luego pasar a la reflexión y al olvido”.
Es Lejos del mar un filme seco y directo, sin concesiones a ninguna retórica, que ha transcurrido por el camino que ha ido señalando la propia historia. “Uno hace con cada película un conjuro como los brujos y se va dejando guiar hacia lugares que uno desconoce. Lejos del mar nos ha ido marcando por dónde había que ir. Desde el primer momento, pensé que esta película tenía que tener música e, incluso, se la encargué a Antonio Melibeo, pero una vez visto el primer montaje nos dimos cuenta de que la historia nos escupía toda la música con la que íbamos probando, que estábamos ante una narración muy sobria que no admitía adornos de ningún tipo”. También le pasó con el final. Él intentó que fuera feliz. Intento fallido.
Babelia
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