El cómic de la conciencia
Diez dibujantes y guionistas retratan en una obra colectiva el impacto de los recortes en la ayuda a la cooperación después de viajar a los países afectados
Los niños de Burundi no hacen selfies. No tienen iPhone, ni siquiera cámaras de medio pelo. Al dibujante David Rubín le impresionó el asombro de aquellos niños al descubrir su propio rostro. “Alucinaban con sus fotos porque muchos de ellos nunca se habían visto las caras. Me impactó el contraste con esta sociedad nuestra, sobrada de imágenes de nosotros mismos. Ellos tienen derecho a tan pocas cosas que por no tener, no tienen derecho a su reflejo”, contaba Rubín, semanas después de viajar por Burundi, de la mano de Oxfam Intermón.
Tras su experiencia creó la historieta Los niños sin espejo, una de las siete piezas que conformarán Viñetas de vida, un libro construido tras la visita de varios autores de cómic a siete países (Sonia Pulido a Colombia, Cristina Durán y Miguel Á. Giner a Nicaragua, Miguel Gallardo a República Dominicana, Antonia Santolaya y Enrique Flores a Filipinas, Paco Roca a Mauritania, Álvaro Ortiz e Isabel Cebrián a Marruecos, además de Rubín a Burundi) para conocer proyectos de cooperación al desarrollo y el impacto en ellos de las sucesivas reducciones presupuestarias. “Queríamos contar que la política pública de cooperación al desarrollo funciona y puede salvar o cambiar vidas. Los ciudadanos no saben que ha sido la más recortada, con un 70% de reducción acumulada. Detrás de los números hay historias y familias, detrás de los recortes hay vidas que no podemos cambiar”, expone Zinnia Quirós Chacón, coordinadora de la campaña Sí me importa, impulsada por Oxfam Intermón para respaldar la inversión pública en cooperación.
El libro saldrá en diciembre en Astiberri. Pero ya se pueden descargar las historietas en una aplicación gratuita en la web de la organización, como Aquí vive Dios, creada por Miguel Gallardo a partir de su estancia en República Dominicana. “Yo no sabía nada del país cuando llegué”, confiesa por teléfono. Es la misma confidencia que airea públicamente desde la primera página, donde sintetiza con humor todo su conocimiento: isla caribeña, golf y resorts, playas preciosas, enchufes planos, primer punto de atraque de Colón y dictador sanguinario (Leónidas Trujillo). “Poder ir a un país y verlo por dentro es fascinante. Aunque no había imágenes impactantes, hay una gran desigualdad. La gente del sur no puede ir a las playas porque los peajes de la autopista equivalen al salario de un mes. Y luego está la discriminación que sufren los haitianos”, recuerda Gallardo, entusiasmado por la iniciativa. “El cómic no puede quedarse en el gueto del cómic. Hay que hacer entender a la gente que sirve para cosas distintas a contar historias de superhéroes o de nosotros mismos”.
Las historietas pueden descargarse gratis en una aplicación. El libro se publicará en diciembre
Sonia Pulido fue la primera. En verano de 2013 viajó a Colombia. A su vuelta tenía claro los colores de su historieta (rojo, amarillo y azul: la bandera colombiana), pero una maraña de experiencias duras, miradas idas, luchas titánicas y violencias ilimitadas le dificultaban urdir un guion. Tras un mes de sequía, armó La madeja, donde traslada todo el desgarro que la asoló. “Había días que necesitarías un parón. Podría contar cosas escabrosas, ves la maldad del ser humano sin ningún control, pero también la fuerza de las mujeres que, en un país tan machista, son las que buscan la verdad y la justicia”. La experiencia colombiana la removió. “Ha sido un antes y un después. Me ha cambiado en mi proceso creativo, ya no se trata sólo de lograr una narrativa interesante, también de pensar en la finalidad”.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.