Una fiesta de la belleza de la palabra
Javier Cercas y Juan Luis Cebrián cierran las Conversaciones Literarias de Formentor
“Belleza, violencia, dolor. El mar”. Un trasunto de James Joyce, el actor Antoni Gomila, representó un fragmento de Ulises al cerrar, ayer, las Conversaciones Literarias de Formentor (Mallorca). Gomila agregó, de broche, a la voz de Joyce los tres epígrafes que motivaron los debates de la cita de más de 30 autores, editores y críticos con muchos lectores. Un foro repleto, sin pagar entrada ni entregar créditos académicos.
“El público no existe, no sé lo que es. Son personas distintas”, explicó sobre el éxito literario Javier Cercas, torrencial, a golpes de frases-sentencia en diálogo con Basilio Baltasar y Jesús Ruiz Mantilla. “Escribe lo que sale de las tripas”, tal vez “un párrafo, veinte veces” y se han de reescribir los originales, pero no las “seis veces” que hacía García Márquez. “Es mentira”. “Hay que trabajar mucho para que no se note lo trabajado”, apostilló el autor de Anatomía de un instante, quien cree que “el pasado es una dimensión del presente”.
Un “sensación de vacío, en el adiós a la palabra, escoria de la luz”, confesó haber sentido Antonio Colinas tras editar su obra poética completa. Con 36 años de vida ligada a la isla de Ibiza, a Colinas le gustan “las novelas de ideas”. De su última obra, Canciones para una música silente, leyó una elegía a su amiga insular la periodista Concha García Campoy, “impensablemente” muerta.
Colinas habló Boris Pasternak, de León Tolstoi y de su investigación sobre Rafael Alberti, sus poemas y teatro ligados a su estancia en Ibiza, al estallar la Guerra Civil. Poesía en resistencia y la tensión, el ser humano que huye.
La literatura y el arte pueden servir “de redención frente a la brutalidad y el feísmo”, por ejemplo en la historia de la Bella y la Bestia, anotó Juan Luis Cebrián, académico y presidente de EL PAÍS. Disertó sobre Juan Rulfo, para quien escribir pudo ser un sufrimiento —como lo fue su vida—, pero, “al menos, ha servido de redención a sus lectores”.
A los tres temas centrales de las Conversaciones, Cebrián añadió los del amor y el desamparo para subrayar que son “los elementos esenciales de la condición humana y la materia prima del artificio literario”. En las páginas de Rulfo halló “palabras mágicas escritas a sangre y fuego”.
Cebrián ahondó en la persona y la luminosa y escasa producción del autor mexicano, de sus cuentos sobre la miseria, la degradación y soledad de los hombres: El llano en llamas, obra precursora de la novela Pedro Páramo. El periodista consideró: “Los lectores somos dueños de esta belleza que surge de la escoria”.
En la apertura de las Conversaciones, se evocó la figura y la obra de Carlos Fuentes, alma de la recuperación de Formentor como punto de encuentro literario universal. El autor de Terra nostra fue investido doctor honoris causa por la Universidad de las Islas Baleares (UIB), y su viuda, la periodista Silvia Lemus, recibió la distinción post mortem.
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