“Aceptamos la muerte en los filmes de acción, pero su idea nos da mucho miedo”
La actriz italiana Valeria Golino se pone por primera vez detrás de la cámara para 'Miel' La película, un drama sobre la eutanasia, se estrena hoy en España
Dice que la directora no la quiso. Y eso que Valeria Golino (Nápoles, 1966) lleva a sus espaldas décadas de interpretación entre Italia, Francia y Estados Unidos (Rain man, entre otras). Pero esta vez no, el papel de protagonista de Miel no iba a ser suyo. “Me habría encantado. Y creo que podría haberlo hecho bien. Pero me tuve que apartar”, cuenta la intérprete italiana entre risas. Porque la cineasta que excluyó a la actriz no es otra sino ella misma. Tras vencer a la tentación, así lo decidió. Por lo menos, para su debut en la dirección, que se estrena hoy en España, escogió a la intérprete que más se le parece en “la manera de actuar”: la joven Jasmine Trinca.
A un lado y al otro de la cámara, ambas cuentan una historia de muy pocas sonrisas. Miel, el personaje de Trinca, se dedica a preparar cócteles letales que allanen el camino a cuantos quieran renunciar a sus vidas. Una suerte de remedio casero a la falta de leyes sobre la eutanasia o el suicidio asistido. “Aceptamos la violencia y la muerte en las películas de acción. Y sin embargo la idea de la muerte como tal da mucho más miedo. Aunque creo que ese es solo uno de los temas del filme. También habla de la amistad, de la soledad, de las mujeres”, explica la directora.
Aun así, adioses definitivos hay unos cuantos. Sin demasiado drama, pero sí con todas las reflexiones que ello conlleva. Suficientes para que financiar el filme en la vaticana Italia no fuera precisamente fácil. “Temía el rechazo, sobre todo en este país donde la evasión es el único valor. Hubo un momento en el que casi perdimos la esperanza”, relata Golino. Sin embargo, el millón y medio necesario fue finalmente hallado, también gracias a la coproducción de Francia. Y la historia, inspirada en el libro A nome tuo (En tu nombre), de Mauro Covacich, pudo ver la luz.
“Pensé que el argumento, un obstáculo en fase de financiación, podría ser lo que haría viajar la película después. Hablaría de algo que afecta a todos. Empezaría mi experiencia como directora con algo del que podía quedar una huella”, defiende Golino. En efecto, la película se llevó aplausos en la categoría Una cierta mirada del pasado festival de Cannes y ha llegado hasta 20 países, arrastrando consigo un debate inevitable. “Como ciudadana puedo no tener dudas de que hace falta una ley que ayude a las personas que sufren a morir con dignidad. Como artista, en cambio, prefiero dejar esas dudas”, se posiciona la cineasta.
La misma incertidumbre acompañó a Golino a lo largo de su primer rodaje como responsable última de qué había que hacer y cómo. “¡Menudo curro es el poder! Tomas un montón de decisiones, todo el día, y sabes que tienen consecuencias. Decía que sí a algo y por la noche pensaba: '¿Pero cómo se me ocurrió?”, cuenta la directora. También le tocó vivir el otro lado de las relaciones cineasta-reparto: “No siempre el actor hace exactamente lo que tú imaginabas. Así que de héroe pasa a obstáculo hacia tu hermosa secuencia. Ahora entiendo las miradas que a veces me han lanzado los directores”.
Entre tantos sí y no, a Golino le costó llegar a querer a su criatura. Tras las gafas del perfeccionismo, veía secuencias que quería rodar de nuevo, limitaciones, fallos. Hasta que, “en un momento dado”, Miel empezó a gustarle. Y ahora espera a otra idea que la fascine tanto como para dedicarle su segunda película.
Mientras, seguirá adelante con su carrera de actriz, esa que un día pudo coger otro camino. Érase una vez un director haciendo castings en busca de una prostituta. De 700 a 600, luego a 100 y así hasta diez y finalmente dos finalistas. Golino estaba a un paso de protagonizar Pretty woman. Quedaba una rival, pero, claro, era Julia Roberts. “En cuanto la vi supe que estaba perdida”. Y así fue. Pero ella misma cree que el director “hizo bien”. Será que ya los entiende.
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