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Brasil, la abstracta diferencia

La exposición ‘Abstraction, Abstracción, Abstraçao’ del BID rescata y reivindica la potencia y singularidad de esa corriente artística en el país sudamericano

Eva Saiz
'Pintura Nº4' de Yolanda Mohalyi.
'Pintura Nº4' de Yolanda Mohalyi.Cortesía del BID

Cuando a mediados del siglo XX el empresario y mecenas brasileño Francisco, Ciccilli, Matarazzo Sobrinho se reunió en Nueva York con el multimillonario Nelson Rockefeller para sondearle sobre la viabilidad de organizar una bienal de arte en Sao Paulo semejante a la que ya existía en Viena, su propósito principal era difundir el arte contemporáneo y las tendencias de Europa y Estados Unidos en su país. Los artistas locales, sin embargo, aprovecharon el escaparate internacional que se les brindó con esa iniciativa para dar a conocer sus inquietudes artísticas al mundo. La Bienal operó como una puerta giratoria por la que se colaron las nuevas corrientes estéticas para expulsar a continuación, un estilo abstracto propio e independiente, cuya riqueza y particularidades muestra en Washington estos días el Centro Cultural del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a través de la exposición Abstraction, Abstracción, Abstraçao.

“Los artistas brasileños tenían un afán por mostrar la calidad de su arte al resto del mundo y, gracias a los creadores internacionales que acudieron a su primera edición, todos pudieron beneficiarse de ese cambio”, señala a EL PAÍS Debra Corrie, comisaria de las exposiciones del Centro Cultural del BID, para explicar la singularidad del arte abstracto brasileño. “Sao Paulo fue el trampolín para el arte de Brasil, supuso una forma de liberación, de romper con la necesidad de constreñirse a la precisión, ese fue el catalizador de la primera bienal”, sostiene.

La primera edición de la Bienal de Sao Paulo (1951) atrajo a la ciudad a pintores de la talla de Pablo Picasso, Alberto Giacometti, René Magritte o George Gross. En lugar de tratar de copiar sus técnicas, los artistas locales las asimilaron convirtiéndolas en “metodologías brasileñas”, indica en el catálogo de la exposición el crítico de arte Gerardo Mosquera.

Esa asimilación queda patente en el trabajo de Manabu Mabe, uno de los tres pintores escogidos por la exhibición del BID que expuso su obra en la primera edición de la Bienal. Mabe, que emigró de Japón en 1934, incorporó ese estilo informal que destilaban las obras extranjeras a su técnica y modificó sus trazos, deudores de la caligrafía nipona, para convertirlos en formas más geométricas.

Mabe no es el único pintor de origen japonés que se incluye en la muestra. Muchos de los artistas brasileños que se decantaron por la abstracción nacieron en otros países pero encontraron su fuente de inspiración en país sudamericano. Esa fusión de culturas e influencias es otro de los ingredientes que también distingue a la corriente abstracta de este país del resto.

Un ejemplo de esa internacionalidad es la obra de Fayga Ostrower. Nacida en Polonia, la artista plástica brasileña rompió con el arte representativo para alejarse de la literalidad y recoger en sus litografías la indeterminación geométrica del arte abstracto. Esa capacidad de reinvención artística, que se extiende a todos sus compatriotas que se iniciaron en ese de ese género, la convirtió en una de las pioneras en incorporar la corriente de la abstracción al ámbito del grabado.

La exposición abarca, a través del trabajo de ocho pintores y ocho pintoras, todo el espectro de la abstracción brasileña, desde Antonio Henrique Amaral, cuya obra Sin Título es la más antigua de la muestra, hasta una de las piezas de la serie Cajón de los Recuerdos, de Thais Helt. “Un ejemplo de cómo los artistas siguen avanzando y abriéndose camino en el territorio del abstracto”, explica Corrie.

Explosiones de negro, mezcla de texturas y colores, luz para formular la oscuridad del origen del universo… De las paredes del Centro Cultural del BID cuelgan la amalgama de estéticas diversas con las que los creadores brasileños de principios del XX renovaron el panorama creativo trazando una trayectoria que ha marcado a las futuras generaciones del país, imponiendo una originalidad que desmonta el estereotipo de que el arte en Brasil es eminentemente naif o exótico.

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Sobre la firma

Eva Saiz
Redactora jefa en Andalucía. Ha desarrollado su carrera profesional en el diario como responsable de la edición impresa y de contenidos y producción digital. Formó parte de la corresponsalía en Washington y ha estado en las secciones de España y Deportes. Licenciada en Derecho por Universidad Pontificia Comillas ICAI- ICADE y Máster de EL PAÍS.

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