Mozambique, en el olvido
La mejor de las intenciones no significa un buen resultado cinematográfico, y este es un gran ejemplo
Probablemente la intención de sus productores y directores haya sido sacar a Mozambique del olvido, pero con películas tan discretas como la española Kanimambo parece complicado: tres historias aparentemente independientes que al final acaban cruzándose, con las secuelas del colonialismo portugués, la posterior guerra civil y las dificultades médicas y educativas como temas principales, expuestas a través de un humanismo indolente y ramplón que apenas despierta curiosidad.
KANIMAMBO
Dirección: Abdelatif Hwidar, Carla Subirana, Adán Aliaga.
Género: documental. España, 2012.
Duración: 100 minutos.
En la primera historia, el ceutí Abdelatif Hwidar, con demasiados problemas para colocar la cámara en el sitio más oportuno de los interiores, utiliza una bala que casi mata 20 años después a su sufrido huésped como metáfora de las heridas aún no cicatrizadas del país. En la segunda, con la lacra del sida como telón de fondo, Carla Subirana otorga cierta atmósfera a su corto con el recurso de los fotogramas congelados, pero utiliza una voz en off, locutada con excesivo distanciamiento por ella misma, en la que todo se verbaliza (motivaciones, impresiones y el propio relato), y acaba hablando de ella misma al superponer su texto en la banda de sonido por encima de las propias declaraciones de los africanos. Y en la tercera, Adán Aliaga, director de la preciosa La casa de mi abuela (2005), aun con una historia-cliché de los relatos de superación (la mutua amistad entre un cantante ciego y una niña sorda), compone la más competente de las tres al huir de la voz en off explicativa. En fin, una minucia.
Babelia
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