Nuevas quejas de bandoneón
Una nueva generación de músicos da vitalidad y originales enfoques al género en el Festival Mundial de Tango bonaerense
El tango podría seguir siendo el de siempre, el de la primera mitad del siglo XX, el del arrabal y sus malevos (matones), porque total, a muchos argentinos, uruguayos y fanáticos de otras latitudes de Sudamérica, Asia y Europa les encanta bailarlo. Pero los jóvenes músicos de Buenos Aires no quieren permanecer en las mismas melodías y poesías, las valoran, pero le esquivan al aroma a naftalina. Por eso las están renovando, actualizan sus letras, cruzan géneros e incorporan tecnología a sus sonidos. Le dan nueva vida a las quejas del bandoneón.
Esta nueva generación ha dado vitalidad al Festival y Mundial de Tango que desde hace una década se celebra cada año en Buenos Aires, y que finalizó ayer. “Hay que renovar el tango para que no sea una música muerta”, dice el Cardenal Domínguez, uno de los nuevos cantores. Domínguez hacía rock, pero a principios de la década del 90, cuando el tango estaba “parado”, fuera de moda en Argentina, él comenzó a entonarlo en un espectáculo de varieté en un reducto de culto del rock de los 80, El Parakultural. El Cardenal sintió la necesidad de adentrarse en la música “propia”, la misma que había escuchado desde pequeño, a la que entonces “odiaba”, pero que después aprendió a “disfrutar”. Pero él se metió en el tango para renovarlo, al igual que otros artistas, como los de las orquestas El Arranque y Típica Fernández Fierro, Daniel Melingo, el quinteto 34 Puñaladas, el cuarteto La Quimera del Tango, el sexteto La Chicana y el dúo Gotan Project.
“Hay orquestas jóvenes que comenzaron al estilo (Osvaldo) Pugliese y después se salieron de eso para componer lo suyo”, cuenta Domínguez. “Hay cosas más contemporáneas que se salieron del molde de (Astor) Piazzolla, con temas propios, con un amplio abanico de canción aporteñada”, añade el cantor, que está preparando un disco en el que mezcla tango, folklore argentino y landó peruano. “Tenemos en común el haber sido criados en un tango que estaba anquilosado. Había que quitarse de encima el moño y la gomina y empezar a indagar en una música rica en lo armónico y lo compositivo. En mi caso, meter lo escuchado toda la vida, desde los Beatles hasta Caetano Veloso, no para hacer una mélange (mezcla), pero sí para aceptar mucha influencia”.
En el festival de Buenos Aires los espectáculos del nuevo tango se llenan porque las entradas son gratuitas, según El Cardenal. El resto del año tocan en salas porteñas para no más de 200 personas y consiguen más público en sus giras por EE UU, Alemania o Japón. “En el exterior no hay prejuicios como aquí, son más permeables, por ejemplo, al tango electrónico, a las nuevas propuestas. En Argentina quizá algunos no se acercan por fundamentalismo”, señala el cantor. Son pocas las orquestas nuevas que tocan en las milongas (bailes), donde suena música grabada, más tradicional, y donde se mezclan turistas con argentinos de todas las edades. Hay música en vivo en el Club Social Fernández Fierro o en el bar Roberto, pero no en La Viruta.
La popularidad del tango había comenzado a decaer en los sesenta, cuando el rock irrumpió entre los jóvenes, según cuenta un periodista estudioso de ambos géneros, Franco Varise. “Después se armó despelote (desorden) por si Piazzolla era o no tango, que se transformó en algo más académico, de ghetto. En los 80 ya era algo sin vitalidad, refractario, que estaba muriendo. La última dictadura (1976-1983) mató al tango porque era más contestatario que el rock. Enrique Santos Discépolo y Tata Cedrón eran peronistas y Pugliese, comunista. Estaban más politizados que los rockeros. A finales de los 80 se agotaron las fórmulas del rock y con el menemismo de los noventa hubo una búsqueda de la identidad nacional. En 1994, el espíritu del tango comenzó a resurgir, curiosamente de la mano del rock”, relata Varisee, que integró una banda de rock de los noventa y dos mil a la que muchos calificaban de tanguera, Ángela Tullida. Aquel año, la banda rockera Los Visitantes inauguró el nuevo género con su disco Espiritango.
“Lo que diferencia el tango actual del viejo es la desfachatez para interpretarlo”, opina Varise, que escribió hace poco en el periódico La Nación sobre el surgimiento de nuevas letras de tango en el siglo XXI, que reflejan una ciudad donde han aparecidos los travestís y los cartoneros (pobres que recolectan basura). “El tango había llegado a un grado de mucho academicismo, parecía casi clásico, muy difícil de tocar, a diferencia del rock. Muchos se han roto los dedos para sacar un tono tanguero. Ha vuelto el tango directo, el tango canción, el de bar, con melodía y letra, tango más de (Carlos) Gardel. Se diferencia en las poesías, en algunas propuestas más técnicas, o mezcladas con ritmos latinoamericanos", describe Varise.
Así busca refrescarse el tango, música típica de Buenos Aires, donde la mayoría de sus ciudadanos ya no sabe bailarlo ni recitar demasiadas letras ni lo escucha mucho por radio. El dos por cuatro se renueva mientras sus viejas glorias ya cumplen entre 70 y más de 90 años.
Festival y Mundial de Tango
A lo largo de dos semanas, argentinos y visitantes de Brasil, Colombia o Japón han disfrutado de los espectáculos gratuitos para escuchar, bailar o aprender tango en el décimo festival y mundial que organiza Buenos Aires. Este lunes se celebrará la final del tango salón, el que se baila en las milongas, y el martes se disputará la del tango escenario, el más acrobático, típico de las tanguerías para turistas.
En el certamen de tango salón han competido 357 parejas y en la de escenario, 134. Hay concursantes no solo de Argentina sino también de Colombia (Gardel murió en Medellín y allí el género es muy popular), Japón, EE UU o Grecia. No siempre triunfan los argentinos: en 2009, por ejemplo, una pareja japonesa venció en tango salón.
En esta edición los amantes de la música rioplatense ha podido gozar de los conciertos de Pablo Agri y la Orquesta Tïpica Sub 25, María Estela Monti, la Orquesta El Arranque junto con el rockero Kevin Johansen, Daniel Melingo, Atilio Stampone Quinteto, Julia Zenko, Horacio Ferrer, Néstor Marconi Trío, la Orquesta de Osvaldo Berlingieri, Adriana Varela, Joel Tortul, Horacio Molina, el pianista clásico Horacio Lavandera, el cantor nonagenario Juan Carlos Godoy o Raúl Lavié. En el medio, fiestas, milongas y clases. El ayuntamiento de Buenos Aires calcula que unas 500.000 personas participarán de la edición 2012 del festival y mundial.
Babelia
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