Carlos Fuentes, territorio de La Mancha
Ya todo está dicho sobre la calidad personal y sobre la maestría literaria de Carlos Fuentes
Qué impresión tan repentina. Cuán rápido se nos ha ido uno de los grandes. Yo estaba trabajando en Nueva York cuando supe, así, de sopetón, que el maestro Carlos Fuentes había fallecido. Busqué en las agencias y en algún periódico. Recordé sus colaboraciones en este diario; pinché en uno de los artículos y volví a verle y a escucharle.
En un video de apenas tres minutos ahí estaba Fuentes, siempre elegante, siempre apuesto, explicando lo importante que es la primera frase, la primera estrofa de un libro. Nos recordó ese Llamadme Ismael con el que Herman Melville da comienzo a su Moby Dick. Ese Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos con el que arranca Charles Dickens su Historia de dos ciudades. Y ese Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre con el que empieza Juan Rulfo su Pedro Páramo. Y acababa, cómo no, citando a Cervantes: En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…
Ya todo está dicho sobre la calidad personal y sobre la maestría literaria de Carlos Fuentes. Pero, impulsor entusiasta como fue del llamado Foro Iberoamérica, quiero destacar su amor por nuestra comunidad, ese mundo que habla español y portugués y que, unido por el Atlántico, ha ido fundiendo culturas desde los tiempos precolombinos hasta que hoy, este intelectual formidable nos reúne en el “territorio de La Mancha”.
Así lo dijo durante el Congreso de la Lengua que se celebró en Cartagena de Indias en 2007: “¿Qué nombre nos nombra entonces? ¿Qué resumen lingüístico nos une y reúne? ¿Qué título, simplificándonos, da cuenta verdadera de nuestra complejidad? He venido proponiendo un nombre que nos abarca en lengua e imaginación, sin sacrificar variedad o sustancia. Somos el territorio de La Mancha. Mancha manchega que convierte el Atlántico en puente, no en abismo. Mancha manchada de pueblos mestizos. Luminosa sombra incluyente. Nombre de una lengua e imaginación compartidas. Territorios de La Mancha, el más grande país del mundo”.
Carlos Fuentes ha muerto vivo. Estuvo alerta hasta el final. Incansable en el trabajo. Digno consigo mismo. Comprometido siempre con los más débiles. Todo un señor.
Nació en Panamá, sí. Fue, desde luego, un mexicano excepcional. Y, sin duda, un hombre de mundo. Me quedo con todo. También con el habitante de ese territorio manchego que él se inventó para explicarnos cuánto creyó en Iberoamérica.
Enrique V. Iglesias es secretario general iberoamericano.
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