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Crítica:BLACK IS BLACK | Novela negra, música pop y otros vicios mayores
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La stripper y su socia

En El Pasadizo del Deseo, Dominique Sylvain presenta a una insólita pareja de desfacedoras de entuertos, perfectamente cómodas mientras husmean por los recovecos de París

UN PARIS ALTERNATIVO

Uno busca rodajas de realidades ocultas en la novela negra pero eso no significa que se rechace el mero escapismo. A eso, nada menos, se reduce El Pasadizo del Deseo. Presenta un París que encaja en nuestro imaginario -Pigalle, la gastronomía, las seductoras nativas- pero también nos acerca a submundos menos previsibles: un cine especializado en gore, los fanáticos del manga, la inmigración alienada que se recicla en delincuencia altamente profesionalizada, los jóvenes chaperos del Este.

CUÉNTAME EL ARGUMENTO

Complejo. Aparece muerta una joven, con señales de violencia ritual. Compartía piso con dos amigas, una de las cuales es Jadiya Yunis, hija de magrebíes transformada en francesita sofisticada, que intenta abrirse paso en la farándula. Jadiya tiene un hermano explosivo y es novia de Maxime Duchamp, antiguo fotógrafo de guerra ahora reconvertido en restaurador. Lola Jost, comisaria jubilada, aprecia sus menús y su carta de vinos. Tiene como vecina a una bigarda estadounidense, Ingrid Diesel, que da masajes al tal Máxime pero, ay, preferiría acostarse con él.

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Les flics apuntan rápidamente hacia Máxime, antaño relacionado con otro crimen sangriento. Lola e Ingrid deciden aliarse para reivindicar su inocencia: entre ellas, nace una insospechada amistad.

LO QUE CONVIENE SABER SOBRE EL DELITO

Lola instruye a su nueva amiga sobre los únicos bandidos a los que respeta:

- Porque tú sabes, Ingrid, que los asesinos inteligentes forman una especie extremadamente rara, al contrario de lo que quieren hacernos creer algunos guionistas apasionados. En realidad, el asesino es, a menudo, un estúpido.

-¿Y los asesinos en serie?

-Más estúpidos todavía. Si no, ¿por qué habrían de meterse en complicaciones hasta el cuello y arriesgarse a dar con sus huesos en la cárcel, en lugar de aprovechar las alegrías -relativas, es cierto, pero con todo interesantes- de la existencia? Porque, de momento, el crimen no resulta beneficioso. No, créeme, en este oficio los únicos criminales inteligentes que me encontrado son los atracadores. Su motivo es muy claro. Se deletrea con cinco letras: p-a-s-t-a. Su actividad exige un sentido de la estrategia y una organización a toda prueba."

EN HOLLYWOOD LES ENCANTARÁ

Les encantará el personaje de Ingrid Diesel, una trotamundos de Brooklyn que ha adquirido prodigiosos conocimientos sobre danzas y masajes exóticos. Lee la descripción e intenta ponerla cuerpo de actriz rentable:

"Alta, musculosa, sin un ápice de grasa, el cabello muy rubio y muy corto, una tez increíblemente blanca, ojos almendrados y glaciales, pómulos pronunciados, boca desbordante, dientes fuertes, un cuello de jirafa y, para rematar el trabajo de la madre naturaleza, un tatuaje en la espalda que abarcaba los hombros y una parte de la nalga derecha".

INDICE DE VEROSIMILITUD

Solo puedes considerar realista El Pasadizo del Deseo si te parecen razonables los diálogos del cine francés más pretencioso. La comisaria gusta de citar escritores de siglos pretéritos y entretiene su ocio montando puzzles enloquecedores, la Capilla Sixtina en 5.000 piezas.

Y París parece ser el paraíso de los ladrones. Mediante la técnica del alunizaje, los malos dan un palo de millón y medio de euros en una oficina de cambio. Millón y medio sin seguridad. En plenos Campos Elíseos. Si te lo crees, también coincidirás en que los niños vienen de París.

SEXO...

A pesar de los componentes sexuales de dos de los crímenes, El Pasadizo del Deseo es un libro púdico. Aunque sí se nos describen las habilidades eróticas de Ingrid como stripper. Lo hace por dinero, bajo el seudónimo de Gabrielle Tigre, mientras suena I'm not the enemy, de la cantante negra Lina. Y de forma improvisada, para calmar a unos bandarras, al son de Don't forget me, de Red Hot Chili Peppers.

...DROGAS

Hay una secundaria que le da a los porros. Y la ex comisaria Lola aprieta las tuercas a uno de sus antiguos chivatos, un camello callejero llamado Richard, que "intentaba parecerse a David Bowie y casi lo conseguía".

...Y ROCK 'N' ROLL

¡Son parisienses, están a la última! Siempre suena música cool en cada momento. Ingrid ambienta su soledad con The Future Sound of London y hace ejercicios con Fatboy Slim; a la hora de dar masajes, recurre a Natacha Atlas. La propietaria de la tienda de comics cocina con Kind of blue, de Miles Davis, antes de desgañitarse con el Gloria, de Patti Smith.

Los malos se desplazan con banda sonora de rap, tipo Eminem, como si fuera una obligación del departamento de caracterización: "por eso prefería el rap americano, no le gustaba el francés, le obligaba a escuchar la letra y entonces tenía que pensar en los demás".

Se evoca constantemente a un policía desaparecido, con nombre muy musical (Toussaint Kidjo), que entre sus muchas virtudes, era capaz de cantar clásicas de Otis Redding, Curtis Mayfield y Burt Bacharach.

Hasta la poli mayorcita, tan literaria en gustos, es capaz de elegir la música adecuada antes de interrogar a un listillo: entre Jefferson Airplane y The Doors, recomienda los segundos. Más exactamente, Riders on the storm, por su sugerencia de un psycho killer suelto.

EL FEMINISMO DE LAS FRANCESAS

La neoyorquina Ingrid Diesel puede mostrarse majestuosa sobre un escenario, pero se siente celosa de las armas de mujer de su competidora por el amor de Maxime:

"Las francesas, cuando les convenía, hablaban de igualdad de sexos, aunque en caso de necesidad sabían sacar a flote la seducción. Incluso les cambiaba la voz en esos momentos. Hablaban bajo y, a menudo, llegaban a guardar silencio, permitiendo que el macho creyera que manejaba la barca al mismo tiempo que la conversación [...] Las chicas como Jadiya eran de París, usaban sujetadores muy escotados y los hombres se apresuraban a abrirles las puertas para que no se golpearan sus lindas caritas, se precipitaban para encenderles los cigarrillos, comprarles flores y echarles piropos que ellas aceptaban con un parpadeo de pestañas postizas".

MANUAL DE USO

Lectura liviana, para dos o tres días, aunque requiere atención. Muchos personajes y mucha acción: las dos protagonistas no se paran quietas e incluso se atreven a viajar hasta una estación de deportes de invierno en Saboya, donde deben enfrentarse a un esquiador profesional. El mundo es de las audaces. Y lo cierto es que El Pasadizo del Deseo, publicada con éxito en Francia allá por 2004, abre el apetito por nuevas aventuras de la Extraña Pareja.

VALORACIÓN

6,5.

Varias bailarinas, en el cabaré Crazy Horse de París, en 2007.
Varias bailarinas, en el cabaré Crazy Horse de París, en 2007.AFP

FICHA

DOMINIQUE SYLVAIN: El Pasadizo del Deseo. Traducción: Sofía Tros de Ilurdaya. Suma de Letras. Madrid, 2008. 307 páginas

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