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Kodama pide respeto para Borges y el fin de la polémica de sus restos

La viuda sostiene que el deseo del autor de 'El Aleph' fue siempre descansar en Ginebra, como testimonia una carta de 1986

La carta dirigida por Jorge Luis Borges a la Agencia Efe en 1986, unas semanas antes de su muerte, es una prueba más de su deseo de descansar en Ginebra, asegura su viuda, María Kodama, que pide respeto por la decisión del genial autor y quiere zanjar de una vez la polémica sobre sus restos. El 6 de mayo de 1986, el escritor argentino envió una carta a la sede central de la Agencia Efe, en Madrid, en la que explicaba que se sentía "misteriosamente feliz" en Ginebra, anunciaba su determinación de "ser un hombre invisible" en la ciudad y denunciaba el "asedio" al que era sometido por los periodistas.

Casi 23 años después de su muerte, la carta recobra vigencia por la polémica surgida en Argentina ante una propuesta para pedir la repatriación del cuerpo de Borges, que reposa en el cementerio ginebrino de Plainpalais. En una entrevista en Buenos Aires, María Kodama explica que Borges, en un intento por frenar el asedio de la prensa, envió la carta porque mantenía muy buena relación con la Agencia Efe, se sentía respetado y nunca se distorsionaron sus palabras. "Era una cacería", lamenta Kodama, que recuerda cómo alguna vez Borges y ella misma llegaron a esconderse en el asiento de atrás de un coche al volver a su casa de Ginebra para esquivar a los periodistas que les acosaban en los últimos meses de vida del escritor.

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Cuando Borges tomó la decisión de instalarse en Ginebra, relata, ella aún no sabía que sería su destino definitivo y por eso, después de que el autor de Historia universal de la infamia sintiera próxima su muerte, Kodama sopesó varias opciones para repatriar su cuerpo. Sin embargo, desistió de su empeño por una revelación de Borges durante una cena íntima en la que el escritor le pidió que aceptara su voluntad de ser enterrado en Ginebra.

"Me dijo que si lo quería (a él), yo no querría ver su agonía empapelando las calles de la ciudad (Buenos Aires)", señala su viuda, que lamenta que dos décadas después de su muerte aún se desaten polémicas interesadas sobre su posible repatriación. Kodama se enfrentó por primera vez a la controversia a principios de los 90, cuando tuvo que acudir a los tribunales para demostrar que se había cumplido la última voluntad de su esposo y que ella era su heredera.

Un conflicto "artificial"

"Fue un escándalo internacional", señala, pero permitió aclarar las cosas y cerrar un conflicto que ahora se ha vuelto a abrir, a su juicio, artificialmente, coincidiendo con el 110º aniversario del nacimiento del

intelectual argentino. La polémica surgió hace unas semanas, tras hacerse público que la diputada peronista María Beatriz Lenz preparaba una propuesta para pedir la repatriación del cuerpo de Borges y enterrarlo en el panteón familiar del cementerio porteño de La Recoleta.

La iniciativa de Lenz, avalada por el presidente de la Sociedad Argentina de Escritores y coleccionista de la obra borgiana, Alejandro Váccaro -que mantiene un abierto enfrentamiento con la viuda de Borges desde hace años-, sacudió al mundo cultural argentino y provocó un intenso revuelo en los medios de comunicación. Finalmente, Lenz desistió de presentar la propuesta tras reunirse con María Kodama y escuchar sus argumentos. "Legalmente esto no tiene cuestión. Desde el punto de vista legal, las únicas personas que tienen derecho sobre el cuerpo son sus familiares", afirma la viuda y heredera de Borges. Según Kodama, detrás de la nueva polémica está Alejandro Váccaro, a quien define como una persona "descalificada intelectualmente", "obsesionada" con la figura de su esposo y responsable de la edición de 25 textos falsamente atribuidos al autor de El libro de arena.

En este asunto, "yo veo una falta absoluta de respeto por la dignidad y la voluntad de un fallecido", continúa Kodama, que conoció a Borges a los 16 años y, desde entonces, dice, "he pasado toda mi vida dedicada a él". Borges era "un ser libre, que nunca se traicionó a sí mismo, y eso provocó en gente mediocre una curiosidad enorme", afirma.

A los 64 años, María Kodama prepara la apertura de un museo en la sede de la Fundación Internacional Borges, de la que es presidenta, baraja la posibilidad de abandonar Argentina por una temporada y tiene un deseo: zanjar la polémica y "que me dejen en paz, como Borges pedía, que lo dejaran en paz".

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