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Los chimpancés y los bonobos muestran por qué el sexo no solo sirve para reproducirse

Un análisis de cómo utilizan el sexo las dos especies de primates para resolver conflictos sugiere que su función social existía en el pariente ancestral que compartimos con ellos

Un chimpancé consuela a otro después de un momento de tensión.
Un chimpancé consuela a otro después de un momento de tensión.Jake Brooker/Chimfunshi Wildlife Orphanage Trust
Daniel Mediavilla

Los bonobos y los chimpancés son nuestros parientes más cercanos y, por eso, en sus comportamientos se suele buscar la naturaleza humana ancestral. Ambas especies son muy similares, pero, en ese esfuerzo de intentar descubrir en ellos lo que somos, se suelen atribuir a los bonobos nuestras inclinaciones más benévolas y cooperativas y a los chimpancés las más violentas y competitivas. Como si ellos, a diferencia de nosotros, que podemos ser monjes jainistas o genocidas a escala industrial, solo fuesen una cosa.

Uno de los rasgos más populares de las sociedades de bonobos es su tendencia a resolver conflictos con sexo. Sin embargo, los chimpancés, más tendentes a solucionar las discrepancias a palos, también utilizan ese recurso. Ahora, un grupo de científicos liderados por investigadores de la Universidad de Durham (Reino Unido) han comparado cómo utilizan las dos especies el sexo más allá de la función reproductiva, en parte para explicar los orígenes de una práctica que también se da entre los humanos.

Los científicos, que han publicado sus resultados en la revista Royal Society Open Science, observaron el comportamiento de los bonobos en el santuario Lola ya Bonobo de la República Democrática del Congo, y a los chimpancés en el de Chimfunshi, en Zambia, y vieron que ambas especies utilizan el sexo para aliviar tensiones provocadas por enfrentamientos o desacuerdos, o las que se producen antes de comer. Los bonobos, fieles a su reputación, lo hicieron con más frecuencia, en parte porque los chimpancés, entre los que los conflictos son más peligrosos, tienen un repertorio de gestos más amplio y con señales más claras para calmarse y restablecer los lazos sociales. Tras un enfrentamiento, es habitual que los chimpancés besen el cuerpo a los otros o pongan los dedos en su boca. Mostrando vulnerabilidad ante un rival en una situación de peligro, se promueve la confianza y se ponen a prueba los lazos sociales.

También hubo diferencias en el uso del sexo como alivio de tensiones entre especies, por sexos y dependiendo de la edad. Tanto en bonobos como en chimpancés, hubo contactos homosexuales. Es conocido el frotamiento de genitales como una práctica que mejora los lazos sociales y la cooperación entre las hembras, pero también se observó entre los machos, que a veces se montaban entre ellos, con el más dominante colocándose encima. Entre los chimpancés también se vio el frotamiento de genitales, o el contacto entre traseros durante momentos de tensión social. No obstante, en este aspecto también se vieron diferencias, con menos contacto genital entre los machos chimpancés que cuando había una pareja de distinto sexo.

Los científicos también se preguntan si este tipo de prácticas se transmiten de mayores a pequeños porque, aunque los bonobos y los chimpancés inmaduros participan en los tocamientos o los frotamientos tras los conflictos, en los momentos antes de comer eran los simios mayores los que iniciaron el acercamiento sexual. Por sexos, entre los bonobos eran las hembras las que solían dar el primer paso y entre los chimpancés, los machos. También se observó que, aunque existían las interacciones con contactos genitales entre familiares, eran más frecuentes cuando no existía parentesco.

“Frente a la asunción de unos bonobos pacifistas y locos por el sexo y unos chimpancés agresivos, vimos que ambas especies utilizan el sexo de formas similares [durante situaciones de tensión], incluidos emparejamientos del mismo sexo”, afirma Zanna Clay, investigadora de la Universidad de Durham y autora principal del estudio. “Este estudio destaca que, más allá de la reproducción, el sexo desempeña un papel importante en sus sociedades y, probablemente, también para nuestros ancestros”, añade.

Los autores del estudio señalan que, también cuando nos referimos a nuestros parientes más cercanos, es crucial analizar la variación de la expresión del comportamiento sexual dentro de los grupos, porque entre ellos también puede haber respuestas distintas y contextos distintos ante situaciones de tensión.

Entre los humanos, ha habido estudios que encontraron más de 200 razones por las que las personas tienen relaciones sexuales. Las más frecuentes, al menos las declaradas, son las que tienen que ver con la atracción física, el amor y el afecto o la pura curiosidad. Pero también hay casos en los que el sexo sirve para alcanzar un estatus social o, incluso, ejecutar una venganza o, simplemente, sobrevivir. Entre los humanos, también se hallaron diferencias sexuales, con los hombres mostrando una mayor tendencia a tener relaciones por razones físicas y las mujeres para expresar amor o sentirse amadas. Como pasa entre chimpancés y bonobos, esto son tendencias y no todo el mundo tiene sexo todo el rato por los mismos motivos.

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Sobre la firma

Daniel Mediavilla
Daniel Mediavilla es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Antes trabajó en ABC y en Público. Para descansar del periodismo, ha escrito discursos. Le interesa el poder de la ciencia y, cada vez más, sus límites.
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