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La homosexualidad en los mamíferos tiene una utilidad evolutiva

Un estudio muestra que es más habitual en las especies sociales y los animales donde hay agresión letal entre machos, donde funcionaría como mecanismo adaptativo para rebajar la agresividad

Homosexualidad Mamíferos
Más de 50 especies de primates tienen conductas homosexuales. En la imagen, dos machos de macaco rabón, en la reserva natural de Khao Krapook Khao Tormor, en Tailandia.Arun Roisri (Getty Images)
Miguel Ángel Criado

La ciencia ha documentado la conducta homosexual en unas 1.500 especies de todos los órdenes del reino animal, desde los insectos hasta los primates, pasando por las arañas, los delfines o los nemátodos. Es posible que esta universalidad hubiera desconcertado a Charles Darwin. De hecho, las relaciones sexuales con los congéneres del mismo sexo está considerada como una paradoja darwiniana: desde el punto de vista de la teoría de la evolución, supone un coste en la eficacia biológica del individuo al no tener un efecto directo en el fin último, la perpetuación de la especie. Pero pueden existir otros efectos indirectos que expliquen no solo su pervivencia, sino que le den un papel destacado en la evolución de buena parte de los seres vivos. Es lo que sugiere un trabajo científico que muestra cómo el comportamiento homosexual en mamíferos, aunque minoritario, es más frecuente en las especies más sociales.

Algunas de las teorías sobre el porqué del sexo animal con los del mismo sexo recuerdan a las mantenidas hasta no hace mucho para explicar la homosexualidad humana. Entre ellas están las que mantienen que se trata de casos de confusión de identidad, o provocada por la frustración sexual de no poder aparearse con el sexo contrario. Una tercera se apoya en lo observado cuando se enjaula la vida. La reducida disponibilidad y el control ejercido sobre los animales que viven en cautividad en instituciones como los zoos o los laboratorios llevaría a prácticas homosexuales. Sin embargo, hay científicos que sostienen que la homosexualidad puede ser una ventaja adaptativa.

Una investigación realizada por investigadores españoles y publicada en la revista científica Nature Communications ha revisado lo que la ciencia sabe sobre la homosexualidad entre los mamíferos. Sus resultados muestran que de las más de 4.300 especies de la clase Mammalia, en 261 (el 4%) se han documentado conductas homosexuales. El abanico de estas conductas es muy amplio: va desde la cópula hasta tener una pareja estable del mismo sexo, pasando por el contacto genital o el simple cortejo. El porcentaje sube a medida que se asciende en la taxonomía (la forma en la que los biólogos organizan el árbol de la vida). Así, por encima de la especie, en la mitad de las familias de mamíferos existen relaciones homosexuales, cifra que se eleva al 63% en la siguiente escala, la del orden. También han comprobado que no hay grandes diferencias de género: los machos tienen sexo con los machos en 199 especies, mientras que las hembras lo tienen entre ellas en 163. En más de la mitad de estas especies, ejemplares de ambos géneros tienen alguna conducta homosexual.

Dentro de ese árbol de la vida, las conductas homosexuales tienden a ser más frecuentes en algunas de sus ramas que en otras. Los órdenes donde es más habitual son los de los carnívoros, los ungulados, el de los marsupiales, como los canguros y los ualabíes, roedores y, sobre todo, en los primates. Solo este último orden, el de los humanos, incluye 51 especies donde la homosexualidad es relativamente habitual.

El trabajo va más allá de cuantificar la conducta homosexual e intenta averiguar si aporta algo al avance evolutivo más que ser un sinsentido evolutivo. Para hacerlo, los investigadores se apoyaron en el enfoque filogenético que, en palabras del investigador de la Universidad de Valencia y coautor del estudio, Miguel Verdú, “utiliza el rastro que deja la evolución en todas las especies para estudiar cómo y cuándo se ha originado un determinado comportamiento”. En su análisis, los autores encuentran que la homosexualidad ha surgido de forma independiente en distintos linajes. “Mapeando el comportamiento sexual entre individuos del mismo sexo en las especies de la filogenia de los mamíferos, hemos podido saber cuántas veces ha evolucionado, si lo ha hecho recientemente o no y si está asociado a otros comportamientos que también pueden mapearse en la filogenia”, añade Verdú.

Dos hembras frotan sus genitales en LuiKotale, en la República Democrática del Congo.
Dos hembras frotan sus genitales en LuiKotale, en la República Democrática del Congo.Zanna Clay / Vídeo: LIZA MOSCOVICE

Lo que han visto es que la conducta homosexual no aparece aleatoriamente distribuida entre las distintas especies. Esto implica, según dice el investigador de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA), instituto del CSIC y primer autor del estudio, José María Gómez, “que este comportamiento aparece concentrado en grupos de especies emparentadas evolutivamente, por ejemplo, en varias especies de roedores o en diversas especies de ungulados o en muchas de primates”.

Con esta distribución no aleatoria y el enfoque filogenético, los investigadores pudieron examinar dos hipótesis sobre la pervivencia de la homosexualidad animal. Por un lado, querían ver si estas conductas cumplían alguna función social. Por el otro, indagaron su relación con la agresión entre adultos, el adulticidio. Sus resultados niegan que se trate de una paradoja darwiniana. Así, el estudio ha detectado una asociación significativa entre la ocurrencia de comportamiento sexual entre individuos del mismo sexo y el establecimiento y mantenimiento de los lazos sociales. Por tanto, las especies sociales son las que mayor probabilidad tienen de exhibir este tipo de interacciones.

El comportamiento sexual entre individuos del mismo sexo es una adaptación que juega un papel importante”
José María Gómez, investigador de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA-CSIC)

“Nuestro estudio sugiere que el comportamiento sexual entre individuos del mismo sexo exhibido por mamíferos no humanos, más que un comportamiento aberrante o maladaptivo, es una adaptación que juega un papel importante en el mantenimiento de las relaciones sociales en ambos sexos”, explica Gómez en una nota de prensa. En algunos casos, como el de los macacos rhesus de Puerto Rico, los machos mantienen más relaciones sexuales entre ellos que con las hembras y lo hacen para reforzar sus coaliciones.

Los investigadores también confirmaron, aunque parcialmente, su otra hipótesis, al observar una correlación entre adulticidio y homosexualidad: en las especies donde la agresividad dentro del mismo sexo es habitual, como en aquellas con grupos jerárquicos, como son los papiones o babuinos. Pero esta conexión solo se produce en el caso de los machos. Sobre esta diferencia, la investigadora de la Universidad de Granada y también coautora del estudio, Adela González, dice: “Pensamos que esto ocurre porque el factor principal que se correlaciona con el comportamiento sexual entre individuos del mismo sexo en las hembras es el desarrollo de vínculos sociales en lugar de la evitación de conflictos intrasexuales”. El ejemplo arquetípico de las primeras serían las bonobas, que frotan sus genitales como medio para reforzar sus lazos.

La evolución del comportamiento homosexual en machos y su relación con la existencia previa del adulticidio entre ellos es uno de los resultados del trabajo que más destaca el científico experto en cognición animal de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena (Austria), Antonio J. Osuna. “Esto es sumamente interesante, pues sugiere que el comportamiento homosexual en machos podría haber evolucionado como una forma de mitigar la agresión intrasexual (entre miembros del mismo sexo), pero únicamente entre machos”, dice en declaraciones a SMC España. Para Osuna, no relacionado con este estudio, habría que investigar más a fondo otro tipo de violencias no letales para ver si ahí sí juega algún papel el sexo entre hembras. Osuna termina afirmando: “El estudio del comportamiento homosexual ha estado muy limitado por razones que todos conocemos, tanto en humanos como en otras especies animales, y estas razones son puramente sociales. Es muy interesante descubrir que nuestros ancestros comunes con otros grandes simios ya mostraban, con gran probabilidad, estos comportamientos, y que son tan naturales como cualquier otro”.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Criado
Es cofundador de Materia y escribe de tecnología, inteligencia artificial, cambio climático, antropología… desde 2014. Antes pasó por Público, Cuarto Poder y El Mundo. Es licenciado en CC. Políticas y Sociología.

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