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Mito tumbado: los zurdos no tienen mejor visión espacial

Un estudio con 400.000 participantes de 41 países demuestra que no hay vínculo entre la lateralidad y la capacidad de orientarse ni de recrear visualmente espacios y situaciones

Zurdos
Una joven escribe con la mano izquierda en un cuaderno.Westend61 (Getty Images)
Verónica M. Garrido

Leonardo Da Vinci, Albert Einstein, Marie Curie y Lionel Messi tienen algo en común: todos son zurdos. La genialidad de estos y otros iconos del arte, la ciencia y el deporte ha contribuido a sostener los mitos que rodean a las personas que se manejan mejor con el lado izquierdo del cuerpo: se cree que son más inteligentes y creativas; aunque también que viven menos que las diestras, debido a problemas cardiovasculares. Durante décadas se ha debatido también si la zurdera otorga mejores capacidades de percibir, transformar y recrear las relaciones visuales-espaciales. Ahora, investigadores de la Universidad de York y el University College de Londres acaban de descubrir que no es así, que los zurdos no tienen mejores habilidades espaciales, gracias a un estudio en el que participaron 400.000 personas de 41 países y que ha sido publicado por la Royal Society.

Hace unos años, la ONG británica Alzheimer’s Research UK y un grupo de investigadores crearon el juego para móviles Sea Hero Quest. El usuario se pone en la piel de un marinero que debe navegar por mares y ríos con la ayuda de una serie de mapas, que tiene que memorizar. Con cada nivel, la cosa se va complicando. El objetivo científico del juego, que se descargaron más de cuatro millones de personas, era investigar la conexión entre demencia y orientación espacial: qué aparecía antes, si el alzhéimer o la desorientación.

Por las características del juego, Pablo Fernández Velasco, investigador español del departamento de filosofía de la Universidad de York (Reino Unido) y su equipo, utilizaron Sea Hero Quest para su estudio sobre la zurdera. La aplicación captura información del usuario, incluida la preferencia de mano, y rastrea las habilidades de navegación. Al analizar los datos de 422.772 participantes internacionales, descubrieron que los zurdos no eran ni mejores ni peores que los diestros en los desafíos, aclarando un largo debate sobre los vínculos entre la lateralidad y las habilidades espaciales. Para jugar, los participantes tenían que responder antes un breve cuestionario que demostró que los zurdos en la investigación constituían una media del 9,94% de los participantes, y más hombres utilizaban su mano izquierda en comparación con mujeres. Estos resultados son similares a lo que se había encontrado anteriormente en la población general, pues solo cerca del 10% de la población en todo el mundo es zurda y que ese rasgo es más habitual en hombres (13%) que en mujeres (9%).

Dentro del casi medio millón de participantes, los que se tomaron en cuenta para este estudio fueron aquellos que superaron el nivel 11 del juego y, por tanto, demostraron tener habilidades espaciales. “Reclutar participantes en nuestro estudio a través de un videojuego es un enfoque nuevo, que nos permitió estandarizar una prueba en una amplia base de datos” ha dicho Fernández Velasco. “Pensamos que habría otros resultados, pero no encontramos evidencia confiable de ninguna diferencia en la capacidad espacial entre zurdos y diestros en todos los países”. Además, explica, contar con un gran banco de datos les permitió confirmar que factores como la edad, el género y la educación tampoco influyen en la relación entre la preferencia de mano y la capacidad espacial.

El cerebro tiene dos hemisferios que controlan los lados opuestos del cuerpo. En los diestros, el izquierdo controla la mano derecha dominante y viceversa con los zurdos. Algunas capacidades cognitivas están dominadas por uno de los dos hemisferios del cerebro, pero zurdos y diestros muestran diferentes patrones de lateralización, es decir, la especialización de un área en particular.

Anteriormente, se han debatido las diferencias cognitivas por los efectos de lateralidad en el cerebro, pero la habilidad espacial no está claramente dominada por ninguno de los hemisferios. Emma Karlsson, investigadora en neurociencia en la Universidad de Bangor (en Gales, Reino Unido) explica que, en general, hay evidencias que sugiere que la orientación en el espacio depende más del lado derecho del cerebro, pero eso no indica que sean mejores o peores: “Es probable que la navegación no dependa únicamente de una función, sino de la relación entre varias funciones del cerebro”, explica.

Esto ha dejado a los científicos sin claridad de si existe algún vínculo de mayores o menores habilidades de acuerdo con la lateralidad. Los zurdos tienen más variedad en el lado del cerebro que es dominante para realizar la tarea, por ejemplo, usan el lado derecho en lugar del izquierdo para procesar información relacionada con el lenguaje. Pero Karlsson asegura que la respuesta seguramente sea más compleja y que la zurdera tiene un impacto en algunas funciones del cerebro, pero no en todas. “Es necesaria una mayor investigación sobre cómo afecta a ciertas funciones cognitivas”, asegura.

¿Hay más artistas y astronautas zurdos?

Se sabe que los atletas zurdos están sobrerrepresentados en deportes profesionales que requieren respuestas rápidas y precisas. Estas peculiaridades pueden ser la causa de que, según parece, los zurdos tengan más facilidad para determinadas artes y profesiones. Están más representados entre los músicos y los astronautas, pero Fernández Velasco considera que influye la estructura del deporte o actividad. Por ejemplo, en el béisbol, el críquet y el tenis de mesa, dado que la mayoría de los competidores son diestros, no están acostumbrados a reaccionar velozmente a los movimientos poco familiares de sus oponentes zurdos.

Dado que investigaciones anteriores también sugerían que los zurdos también podrían navegar mejor en juegos virtuales y reales, “este ha sido un tema complicado de investigar”, explica Fernández Velasco. Era necesario incluir factores como que las habilidades con el lado izquierdo del cuerpo cambian de una cultura a otra y, además, para llegar a resultados concluyentes en las pruebas de los efectos de la lateralidad se necesitan una gran cantidad de participantes: “Estudios anteriores en esta materia habían incluido a una media de entre 200 y 400 personas”, agrega.

Utilizando el videojuego Sea Hero Quest, los investigadores pudieron superar ambos desafíos. “Nuestro efecto es universal, ya que incluye a un amplio espectro de culturas e idiomas”, agrega. Aunque todavía “falta mucho que descubrir sobre la cognición”, Fernández Velasco considera que han demostrado que a gran escala las habilidades como la navegación espacial no se ven afectadas porque una persona sea zurda o diestra, y que eso ni aumenta o disminuye las posibilidades de ganar en Sea Hero Quest. El investigador no descarta, eso sí, que otros estudios encuentren algunas diferencias cuando se trata de estilos de navegación, o de preferencias por diferentes tipos de entornos.

Tras haber sido históricamente discriminadas en muchos países y culturas, las personas zurdas comenzaron a ser asociadas con la creatividad y la genialidad a finales del siglo XX, especialmente en el mundo occidental. Pasó de ser considerada un signo de torpeza o mala suerte (e incluso, de maldad) a extenderse la creencia de que la zurdera aumenta la probabilidad de tener más talento para las matemáticas, mayores habilidades espaciales o resultados sobresalientes en los tests de inteligencia. Año a año se han ido instalando en nuestra cultura popular estos mitos, sin una base científica suficiente que los sostenga.

Ahora la ciencia comienza a tener herramientas para entender los enigmas que rodean a la zurdera, aunque se mantienen algunas incógnitas sobre por qué surge esta preferencia o hasta qué punto determina el talento y las habilidades. La mayor parte de las investigaciones recientes sugieren que ser zurdo se debe a una combinación de factores genéticos, biológicos y ambientales. Y este nuevo estudio, que tumba el mito de la mejor visión espacial de los zurdos, invita a seguir revisando creencias como esa. Es un camino que, como señala Emma Karlsson, pasa por profundizar en el conocimiento de cómo están organizadas estas funciones en el cerebro.

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