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Gonzalo Giribet: “La fauna del Índico está reemplazando a la del Mediterráneo”

El director del Museo de Zoología Comparada de Harvard, experto en moluscos, alerta sobre el impacto del cambio climático y otras acciones humanas sobre el segundo grupo más abundante del reino animal

El zoólogo español Gonzalo Giribet, en una imagen de archivo.
El zoólogo español Gonzalo Giribet, en una imagen de archivo.Fundación BBVA
Miguel Ángel Criado

Gonzalo Giribet (Burgos, 52 años) recogía caracoles con cuatro o cinco años cuando iba de vacaciones a la capital burgalesa y conchas marinas cuando bajaba a la playa de Vilanova i la Geltrú, donde creció. Su pasión por los moluscos le llevó a estudiar zoología en la Universidad de Barcelona y a ampliar estudios en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, tras doctorarse. Entonces, finales de los años 90, pensaba que sería para dos años y volver a España. Pero se fue enredando, primero como profesor asistente y después como full professor (equivalente a catedrático) de zoología de la Universidad de Harvard. Desde 2021, es el director del Museo de Zoología Comparada de Harvard y responsable de la colección de invertebrados. Como investigador, ha centrado su trabajo en la incorporación de la genética y sus herramientas al estudio de los invertebrados. La semana pasada estuvo en Madrid, participando en el primer foro internacional de directores de museos de ciencias naturales organizado por la Fundación BBVA y el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC). En el centro del debate, el papel de los centros museísticos en la investigación y difusión del conocimiento ante la crisis climática y de la biodiversidad.

Pregunta. Usted es curator en funciones de malacología, ¿qué es?

Respuesta. Un malacólogo es el que estudia los moluscos. Viene del griego malakos, que es animal de cuerpo blando. Desde muy pequeñito, cuando los coleccionaba, siempre he trabajado con moluscos y su estudio. Hoy se están usando sus conchas para ver el clima del pasado. Porque, según la forma en que la concha incorpora los diferentes minerales, van quedando trazas de la composición de oxígeno que había en la atmósfera y datos climáticos.

P. ¿Y qué nos cuentan las conchas del pasado?

R. Funcionan como los anillos de los árboles, con los que puedes reconstruir si en una época determinada hubo años muy fríos o muy calurosos. Hay una especie de molusco en el norte de Europa, la Arctica islandica, a la que los ingleses llaman la almeja de Matusalén porque hay ejemplares que han vivido hasta 500 años. Se trataría del animal no colonial más longevo. Con estas, como con los anillos de los árboles, puedes ir atrás en el tiempo y ver como ha cambiado el clima. Se detectan fenómenos como la miniedad de hielo de la Edad Media. Todo esto se observa en conchas que se cogieron vivas, pero también puedes ir al registro fósil y encontrar de diferentes épocas. Y puedes ver los cambios año a año. Si una concha de hace un millón de años vivió 100 años, puedes ver los cambios, qué oscilaciones climáticas pudo haber durante ese periodo.

Con las conchas, como con los anillos de los árboles, puedes ir atrás en el tiempo y ver como ha cambiado el clima

P. ¿Y qué nos dicen del presente?

R. Una de las cosas para las que estamos utilizando los animales de las colecciones de museos es ver donde vivían hace 200, 100 años y ver donde viven hoy. Muchas especies que igual eran de climas más tropicales están incrementando la latitud donde viven a medida que se va calentando el océano o la superficie terrestre. Así que también nos dan muchísima información de los cambios de distribución que han ido cambiando a través del tiempo. Otra de las cosas de la que nos están dando mucha información es sobre las especies invasoras. Sabemos que son invasoras porque hoy encuentras en todos los ríos y pantanos de España seres que hace X años no vivían allí.

P. ¿Es reciente este proceso de invasiones biológicas?

R. Es un fenómeno de los últimos 40 o 50 años, con la globalización, con el intercambio global de mercancías de un sitio a otro. Cangrejos de río, mejillón cebra, la almeja asiática... no existían en ningún río de España. Esas invasiones son muchas veces muy drásticas porque cambian los ecosistemas de forma muy rápida. Las invasoras son especies que crecen muy rápido y, por tanto, lo hacen encima de las autóctonas, que igual son de crecimiento más lento. En tres o cuatro décadas, cambian los ecosistemas.

P. ¿Cómo llevan los moluscos el cambio climático?

R. Una de las consecuencias del cambio climático es la acidificación de los océanos. No por el aumento de temperatura, sino por las emisiones de CO₂, que están relacionadas con la acidificación. Ahora tienen más dificultades para formar sus esqueletos de carbonato cálcico. Por otro lado, está la cuestión de cómo están cambiando las poblaciones con la temperatura. Por ejemplo, en el Mediterráneo oriental hoy hace demasiado calor para que muchas de las especies autóctonas vivan allí. Ha habido básicamente un reemplazo de la fauna mediterránea por fauna del Indo-Pacífico, que llegan a través del canal de Suez y están sustituyendo a la fauna mediterránea. Este proceso se está desplazando cada vez más hacia el Mediterráneo occidental. Ya hay muchísimas especies en la Península Ibérica que son indopacíficas.

“Los moluscos ahora tienen más dificultades para formar sus esqueletos por las emisiones de CO₂”

P. ¿Y cómo es la situación de los moluscos terrestres en España? Usted recogía caracoles de niño.

R. Eso ya no se puede hacer. Hay especies que son bastante comunes que a lo mejor se podrían coger. El problema es que el que recoge caracoles no distingue si este es de una especie protegida o si este otro no lo es. Y hay especies en la península Ibérica, también autóctonas, con poblaciones pequeñas, que tienen muchos problemas de destrucción de hábitat. También está la sequía. Cada vez llueve menos y el caracol salía el día que llovía. Pero si tienes periodos de sequía muy grandes, muchos acaban muriéndose. Además, hay mucha más gente que antes, éramos cuatro niños que cogían caracoles. Pero eso no es sostenible a largo plazo con cada vez más gente. Ahora no, no puedes. En muchos sitios, tienes que tener permisos y en otros ni eso, lo cual también es una pena, porque muchos biólogos de mi generación nos hemos criado cogiendo caracoles, mariposas y arañas y tal, cogíamos todo. Pero ahora no puedes entrenar a las nuevas generaciones.

P. Nos quedan los museos. ¿Qué tiene de especial el suyo y para qué sirve?

R. Fue uno de los primeros museos de Norteamérica. Quizá el segundo o el tercero de Estados Unidos. Así que tenemos muestras de las primeras expediciones científicas que hubo en América, las primeras expediciones al Amazonas, las primeras expediciones al Caribe... Tenemos unas colecciones históricas muy importantes. ¿Para qué sirven? En el pasado, muchos museos recolectaban solo por tener más y más y que fuera la gente a verlo. Pero hoy en día, están ganando mucho valor por cuestiones como la extinción de especies o el cambio climático. Y lo que estamos intentando hacer, sobre todo en los museos de investigación, es dar una nueva vida a esos ejemplares mediante técnicas de secuenciación de ADN degradado. Por ejemplo, muchos museos ahora están abriendo centros para hacer genómica no de ejemplares vivos, sino históricos, la paleogenómica. Extraer la información que estaba en esos organismos depositados en colecciones hace 200 años, de hace 300 años, para poder comparar con las poblaciones de hoy en día. Como director, estoy intentando extraer información relevante para la sociedad de nuestras colecciones más antiguas, que estaban, no diría abandonadas, pero que estaban ahí un poco como curiosidad.

P. Da la impresión de que los museos estadounidenses investigan más que los europeos. ¿Hay diferencias entre los museos de ciencias naturales de Europa y EE UU?

R. El de Londres tiene mucha investigación. Yo de hecho hice un año sabático ahí. Lo que pasa es que lo tienen muy separado. Hay gente que hace investigación y luego está la parte de exposiciones. Y dependen mucho de los ingresos de las exposiciones. En general, en los museos de EE UU la parte que les hace importante es la de investigación. Y claro, luego están las exposiciones. En mi museo, somos dos entidades separadas. Yo soy el director del Museo de Zoología Comparada, que es una institución de investigación y docencia. Y luego hay un museo en lo que llamamos las public galleries, las galerías al público, que nosotros subvencionamos, que exhiben nuestros ejemplares, pero ahí no intervenimos. Evidentemente, es muy importante también la divulgación científica, pero se puede hacer de muchas maneras, con libros, con artículos de divulgación. Yo utilizo muchísimo las galerías públicas para hacer exposiciones relacionadas con nuestros proyectos de investigación. O sea, que tenemos otros vehículos para hacer la divulgación, pero seguimos siendo un centro de investigación.

P. En este contexto, ¿cómo está Museo Nacional de Ciencias Naturales?

R. Es un museo que tiene muchísimos investigadores, muchos de los cuales a lo mejor hacen cosas que no están directamente relacionadas con el MNCN. Que están aquí, pero podrían estar en cualquier otro centro de investigación no relacionado directamente con el museo. No voy a decir exactamente cómo está en el ranking, a mí los rankings no me dicen nada. A mí lo que me dice es qué tipo de investigación se hace aquí, ya que hay gente muy buena, pero tienen pocos recursos. A este foro de directores de museo nos pidieron que mandáramos una serie de información y el presupuesto anual de nuestro museo. Museos grandes como el American Museum tienen unos presupuestos de 180 millones de dólares al año. Nosotros somos uno pequeño, pero tenemos un presupuesto de 20 millones de dólares anuales, que está muy bien para nuestro tamaño. El de Madrid, que es mucho más grande que el nuestro, tiene un presupuesto de tres millones.

“Si lo que tienes dentro de tu museo no está en una base de datos y no está en internet, es como si no existiera”

P. Y en cuanto al catálogo, ¿cómo son sus fondos? El MNCN es uno de los más antiguos de Europa y tiene ejemplares recogidos en el siglo XVIII.

R. ¿De qué sirve tener un cajón lleno de huevos superimportantes si no están catalogados, si no sabes que los tienes y si nadie más sabe que los tienes? Es un problema fundamental de los museos de hoy en día. Si lo que tienes dentro de tu museo no está en una base de datos y no está en internet, es como si no existiera. Es lo que se llama dark data. Para nosotros, en los últimos años ha sido muy importante tener la base de datos, donde estamos poniendo toda la información, todos los ejemplares que tenemos, los datos de las colecciones, imágenes... Todo eso es lo que es el museo del futuro: interrelacionar todas las colecciones, hacer una colección global mundial. Si tú no tienes una base de datos de lo que tienes y esa base de datos no está accesible al público, es prácticamente como si no lo tienes. Creo que ese es uno de los déficits más grandes del Museo de Ciencias Naturales. La base de datos la tienen, pero la gran mayoría de cosas no están catalogadas y si no tienes gente para catalogar es muy difícil, ¿no?

P. ¿Quién era el Alexander Agassiz que da nombre a su cátedra?

R. El hijo del fundador de mi museo, Louis Agassiz, un biólogo y geólogo suizo que fue a Boston a dar una serie de clases y ya se quedó como profesor en Harvard [en 1846]. Su hijo quería trabajar en zoología. Pero para ser zoólogo primero tenía que ser millonario. Entonces, explotó unas minas de cobre en Michigan, se hizo rico y donó una gran cantidad de dinero para el museo. El 90% de nuestros ingresos anuales vienen de una fundación y la gran mayoría viene del dinero que generó Alexander Agassiz.

P. ¿Los fondos actuales vienen de entonces?

R. La mayor parte de nuestro presupuesto vienen de los intereses de lo que se puso en aquella época en el banco para financiar al museo. Así es el sistema estadounidense. Si les gusta algo, ponen dinero, pero no para usarlo hoy, para que se use en el futuro. Y eso es que lo que tienen allí, que la gente dona para las causas en las que creen.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Criado
Es cofundador de Materia y escribe de tecnología, inteligencia artificial, cambio climático, antropología… desde 2014. Antes pasó por Público, Cuarto Poder y El Mundo. Es licenciado en CC. Políticas y Sociología.

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