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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

¿Qué cambiar para permanecer?

La renovación de esta vivienda eslovena en Liubliana va más allá de la conservación. Convertida en palimpsesto arquitectónico, este edificio a capas es a la vez testigo de la historia e inmueble contemporáneo

Anatxu Zabalbeascoa

La máxima lampedusiana de qué cambiar para que todo siga igual tiene su traducción arquitectónica en numerosas restauraciones: todas las que se arriesgan a alterar algo. En Liubliana, la capital de Eslovenia, el estudio de arquitectura OFIS ha afrontado esa tensión, entre la permanencia y el cambio, en la remodelación de la Vila Mirje, una casa diseñada como cualquier residencia burguesa: un símbolo de estatus y estabilidad.

Construida a principios del siglo XX en el distrito céntrico de origen romano que lleva el nombre de la propia casa, la Vila Mirje tenía salones para celebraciones, escaleras para encumbrar esas celebraciones y fachadas ornamentadas para anunciar su poderío. Sin embargo, el tiempo se encargó de re-programar el uso de muchas de esas viviendas. Algunas se convirtieron en plurifamiliares; otras, en oficinas. El programa inicial se fragmentó. Y esa fragmentación borró la tipología burguesa inicial.

La remodelación perpetrada por OFIS ahora se hace ahora eco del paso del tiempo, de los cambios y de la historia de la vivienda. “La dignidad permanece”, explican los arquitectos, “sin embargo, la vida es otra”. Hoy la renovación de la vivienda se apoya en espacios adaptables, porosos, capaces de aceptar y acomodar los cambios.

Con todo, los arquitectos afrontan una paradoja: la casa representa una cierta continuidad y, a la vez, una apertura al cambio. ¿Cómo responde la arquitectura a eso?

En Liubliana, en el barrio de Mirje, las capas de historia definen el entramado urbano. Los restos de la ciudad romana se mezclan con las residencias burguesas construidas en el siglo XX y con las intervenciones modernas de Joze Plecnik, que también monumentalizó la antigua muralla romana. En ese palimpsesto, también la Villa se lee a capas. Así, la nueva intervención es un diálogo entre la obra original del ingeniero Miroslav Kasal y el urbanismo del barrio de Mirje. La intervención de OFIS no es solo técnica ―para reforzar la estructura deteriorada― los arquitectos también han abierto la casa al jardín ―insertando pabellones transparentes― y redefiniendo su relación con la ciudad. La porosidad ha llegado al hermetismo burgués. La fachada es menos impenetrable en su belleza festiva. Sin embargo, los muros, y los fragmentos que de ellos emergen, hablan también del paso del tiempo.

Los pabellones del jardín, levantados con tubos de acero, delatan una transparencia de la que la casa carece. Por eso le hablan de tú a tú a lo existente. Desde su diferencia de densidad, intimidad, límites, materialidad y atmósfera, los pabellones extienden la casa al exterior abriéndola.

El interior, el espacio más público, la planta baja, habla de una nueva comodidad, ahora también pública. El nuevo mobiliario contrasta con algunos elementos decorativos. Y así habla del pasado contrastándolo. Interpelándolo. La mitad de las carpinterías ha podido salvarse, el resto es nuevo, basado en modelos antiguos. Las decoraciones de estuco han sido restauradas. El techo del pasado renovado lo cubre todo. Pero hay nuevas aperturas, conexión entre las estancias y con el jardín. Al final, la antigua casa se lee en la nueva y la nueva le habla en presente al pasado desde los elementos móviles y la apertura a la luz y al lugar.

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