Torra busca la salida política en la calle
Multitudinaria manifestación en Barcelona por la libertad de los presos independentistas
Las bases independentistas volvieron a salir este martes en auxilio de unos partidos políticos divididos y faltos de un plan claro para mantener el pulso con el Estado tras la fallida declaración de independencia del año pasado. La manifestación de la Diada sirvió para tapar por unas horas la división en la que se encuentra el independentismo y las serias diferencias estratégicas que les separan, al tiempo que reafirmó la celebración de una fiesta cada vez más excluyente con las formaciones que rechazan la secesión.
La reclamación de la implantación de la república catalana y la libertad de los políticos encarcelados fueron las peticiones de una concentración que alentó y a la que asistió en pleno el Govern de la Generalitat mientras explora cómo aprovechar el deshielo realizado por el Gobierno de Pedro Sánchez.
No era una Diada más. La situación de prisión preventiva en la que se encuentra buena parte del anterior gobierno catalán marcó todos los actos reivindicativos, como también lo hizo el hecho de que el expresidente y varios de los que fueron sus consejeros se encuentren fuera del país para evitar la acción de la justicia española.
Las formaciones que gobiernan la Generalitat, Junts per Catalunya y Esquerra Republicana, llegaban con serias divisiones a la cita de la Diada. Y no solo de carácter formal. El discurso de la independencia unilateral —sin detallar nunca cómo- del presidente Quim Torra y su entorno contrasta cada día más con la petición de una “mesa de negociación” que volvió a reivindicar Esquerra Republicana.
El objetivo es sacar de la cárcel, como sea, a los dirigentes del proceso independentista y de ahí la marcha cívica que convocó Torra hace unos días hasta que se celebre el juicio, pero las entidades soberanistas llevan años jaleando a las bases independentistas. La Asamblea Nacional Catalana (ANC) es la que más empuja para buscar el choque directo con el Estado.
Es esa presión de los sectores independentistas más radicales, comenzando por Carles Puigdemont desde Bruselas, la que impide a la Generalitat apostar claramente por esta distensión. En cualquier caso, este martes era día de consignas y declaraciones grandilocuentes y las entidades independentistas llamaron al Govern de Quim Torra a mantenerse firme en su apuesta por la independencia.
Elisenda Paluzie, presidenta de la ANC, volvió a insistir en la desobediencia y reclamó al Gobierno catalán “que no diga que se ha de ir de la ley a la ley y que lo ha de hacer la gente”, sino que concrete cómo va a “implantar” la república que se proclamó el pasado 27 de octubre. “No digáis ahora que aquello no era un referéndum, no hagáis que seamos Sísifo y no nos enviéis allí donde estábamos antes”, insistió Paluzie, quien considera que el independentismo “ha ganado dos elecciones consecutivas y un referéndum”, en referencia a la consulta del 1 de octubre anulada por el Tribunal Constitucional. Por eso, aseguró que el independentismo ha de prepararse para el “envite”.
Más moderado se mostró Marcel Mauri, vicepresidente de Òmnium Cultural, la otra entidad convocante de la manifestación, y que centró su discurso y el objetivo politico en lograr la libertad de los políticos presos.
El Gobierno catalán también llegaba a la manifestación de la Diada con un ojo en Madrid para ver el alcance del deshielo que ha iniciado el ejecutivo de Pedro Sánchez respecto a Cataluña. Así, la consejera de la Presidencia y portavoz de la Generalitat, Elsa Artadi, aseguró por la mañana que la manifestación sería “un termómetro del que debería tomar nota Pedro Sánchez”, mientras que el vicepresidente de la Generalitat y consejero de Economía, Pere Aragonés, reclamó a la Moncloa que “saque el conflicto político de los tribunales y llevarlo a una mesa de negociación”.
Es el mensaje que lanza desde hace días Esquerra Republicana, para que la fiscalía no acuse por rebelión a los líderes independentistas. “Rajoy fue el causante de esta situación y ahora debería notarse que ha habido un cambio de Gobierno, por lo que esperamos que haya cambios en las próximas semanas”, dijo Aragonés.
Marcha multitudinaria, pero menos
La manifestación de la Diada fue masiva pero menos que en años anteriores. La Guardia Urbana de Barcelona cifró la asistencia en “aproximadamente un millón de personas”. EL PAÍS calculó que acudieron unas 386.000 personas, contabilizando dos manifestantes por metro cuadrado y tres en la cabecera. Sociedad Civil Catalana rebajó la cifra a 200.000 participantes.
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