El argentino que ganó un millón de dólares por cuantificar la pérdida de biodiversidad global
Pedro Jaureguiberry recibió el premio ‘Frontiers Planet’ por su labor científica. El galardón le permitirá expandir sus investigaciones para afrontar la crisis climática
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Al doctor en biología Pedro Jaureguiberry siempre le gustó la naturaleza. De chiquito, vivió en lugares campestres de las provincias de Córdoba, Santa Cruz y Buenos Aires, pero nunca en una gran ciudad. Ya en la escuela secundaria, se interesó por las Ciencias Naturales. Hijo de un ingeniero agrónomo y una maestra de escuela, el ecólogo vegetal argentino se ha convertido a sus 44 años en uno de los tres ganadores de la segunda edición del Frontiers Planet Prize (FPP), que galardona a los científicos que logren avances significativos en ciencia climática. Cada uno de ellos recibirá un millón de francos suizos (1,1 millón de dólares).
“Siempre me atrajo la macrobiología, lo cual implica estar en el campo viendo patrones a gran escala, y no tanto la biología de laboratorio”, dice Jaureguiberry en entrevista con América Futura desde Villars-sur-Ollon, en los Alpes suizos, donde le entregaron el premio. Mientras hacía su doctorado en la Universidad Nacional de Córdoba, el argentino se incorporó a un proyecto dentro del Instituto de Ecología Vegetal, en el que estudió el fuego en los bosques del centro de su país, en la región chaqueña.
Entre 2007 y 2015, como parte de su tesis de doctorado, recorrió los bosques colindantes a las grandes urbanizaciones de Córdoba, una provincia en la que el fuego tiene un rol muy importante: todos los años hay incendios asociados a la presencia humana, particularmente en la zona del Valle de Punilla y las Sierras Chicas. “Al hacer ecología de campo, mido en las especies la respuesta al fuego, y otros colegas se encargan de los mapeos”, explica.
Además, Jaureguiberry participó en informes interdisciplinarios grandes que lo llevaron a formar parte del grupo que preparó el informe global de la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés), un documento que confirmó que la naturaleza continúa decayendo a nivel mundial en respuesta a factores directos causados por el hombre.
“Me anoté para liderar una sección del informe que terminó siendo muy importante y que consistía en asignar qué drivers [causas] son los que están detrás de los padrones e indicadores que analizaron en el informe”, que fue publicado en 2019. Fueron tres años de trabajo y casi todos los autores que participaron en él pasarona liderar la revisión de la metodología y luego a escribir el paper que acabó siendo publicado en Science Advances.
El estudio que lideró Jaureguiberry consiste en tratar de explicar cuáles son las causas principales detrás de los padrones de la pérdida biodiversidad a nivel global, que se establecen a través de indicadores. “Pudimos establecer - de la manera más robusta y posible que se hizo hasta ahora – cuáles son estos drivers y en qué relativa importancia cada uno aporta a la pérdida de biodiversidad”, explica el argentino.
Las principales causas identificadas por Jaureguiberry y su equipo son el cambio de uso de tierra y mar, la explotación directa de recursos naturales, la contaminación, el cambio climático y las especies exóticas invasoras. En América, explica Jaureguiberry, “el principal factor que determina la pérdida de biodiversidad a lo largo y ancho de todo el continente es la explotación directa de recursos naturales: deforestación, caza y pesca , seguida por el cambio de uso de la tierra”, dice.
La metodología aplicada al paper publicado en Science Advances fue muy rigurosa: preseleccionaron casi 4.000 informes relacionados con pérdida de biodiversidad a nivel global y analizaron unos 575 en profundidad, para luego extraer información de unos 163 sobre las causas. “La metodología fue muy robusta, eso fue un factor relevante para publicarlo en una revista tan exigente como Science, y creo que para el FPP fue relevante”, asegura. “Finalmente se logró darle un respaldo estadístico que antes no existía”.
“Los científicos de Latinoamérica no partimos del mismo lugar”
El trabajo del argentino puede servir como brújula para que futuros científicos sigan investigando otros aspectos todavía no explorados detrás de la pérdida de biodiversidad. Además, el premio será un gran impulso para el trabajo de un investigador acostumbrado a lidiar siempre con carencias de presupuesto. “Los fondos nunca son suficientes”, explica el cordobés. Para su trabajo, su instituto recibe financiación de organismos públicos como el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y el Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica. Pero suelen ser pocos, “apenas entre 5.000 y 8.000 dólares para dos o tres años de investigación”, comenta. Por lo que también buscan financiación extranjera.
“Haber llegado hasta acá, luego de haber nadado casi dos décadas contra la corriente, es una gran satisfacción, pero permite también que los científicos de Argentina y Latinoamérica nos demos cuenta de que no partimos del mismo lugar que otros colegas de Norteamérica, Europa y Oceanía, los cuales tienen fondos disponibles mucho más grandes”, dice. Los otros ganadores de esta edición son de Estados Unidos y Alemania. “Yo aprendí a escribir los papers en inglés, ¡pero las ideas me vienen en castellano!”, comenta Jaureguiberry entre risas.
Por otra parte, el ecólogo lamenta que en Argentina la situación ambiental no es buena, y que, salvo pequeñas iniciativas como la agroecología o manejos responsables de agricultura tradicional, no ha habido cambios notables para conservar los ecosistemas. “Tal vez el cambio de mentalidad no esté pasando en la escala que debería, y eso sí tiene que ver con los drivers indirectos de la pérdida de biodiversidad: las políticas, instituciones y el sector productivo en general”, afirma.
Argentina sufre especialmente por el cambio de los usos del suelo, debido a la dependencia de su economía de la agroindustria. Trabajos como el de Jaureguiberry pueden ayudar a determinar qué políticas e incentivos desplegar en beneficio de las comunidades y los ecosistemas. “Nosotros, los científicos, no podemos hacer todo el trabajo: nos dedicamos a hacer ciencia y a comunicarla de la mejor manera posible. En Argentina necesitamos un cambio a gran escala: la pérdida de biodiversidad y el cambio climático afecta a todos los sectores, y como sociedad debemos replantearnos el estilo de vida que llevamos”, sostiene.
Pensando en su futuro, el ecólogo tiene previsto actualizar la base de datos con nuevas investigaciones publicadas en los últimos años. Sin duda, el dinero del premio ayudará a expandir su labor científica en estudios que pueden dar pistas de cómo afrontar la crisis climática.
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