Los esfuerzos para salvar a los últimos yaguaretés de la selva misionera
El jaguar es un indicador de la calidad de la biodiversidad en los ecosistemas sudamericanos. El último monitoreo poblacional señala que hay menos de 100 individuos en esta zona del noreste de Argentina
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Un camino de tierra colorada se abre en medio del verde de la selva. Es la Ruta Nacional 101 que atraviesa el Parque Nacional Iguazú, en el norte de Argentina. En breve, una bicisenda habilitará un nuevo circuito de movilidad que incluirá paradas en miradores especialmente pensados para la apreciación de aves y árboles. Antes de tomar el desvío hacia la RN 101, Atilio Guzmán, biólogo del Parque Nacional Iguazú y miembro de la Administración de Parques Nacionales (APN), detiene su camioneta a un lado del camino para recoger un ipacaá, un ave que habita en los humedales de la zona. Ha sido atropellada probablemente por algún vehículo que se dirigía a las cataratas. “Sería ideal contar con un puente sobre las bajadas de la RN 101 para habilitar un gran pasafauna por debajo y un vallado a ambos lados del camino, para reducir el impacto del turismo sobre la fauna local”, dice Guzmán, quien fue hasta hace poco intendente del Parque Iguazú.
La oficina al aire libre donde trabaja Guzmán comprende las cataratas de Iguazú, una de las siete maravillas naturales del mundo y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1984. Recientemente, el Parque Nacional Iguazú ganó el premio Terra 2023 en materia de conservación ambiental. Con el desarrollo de la zona por el turismo, se han construido cada vez más obras viales aéreas y subterráneas, además de implementar radares para reducir la velocidad de los vehículos que circulan por la zona.
Para el biólogo, es fundamental proteger los ecosistemas para evitar la pérdida de especies de plantas y animales. Por eso, ha impulsado la implementación del sistema SMART (Spatial Monitoring and Reporting Tool por sus siglas en inglés), que permite recolectar digitalmente, almacenar, comunicar y evaluar datos sobre los patrullajes. “Con cuatro clicks, hacemos el trabajo que antes nos llevaba un mes. Esto es un cambio de paradigma para el trabajo de guardaparques”, comenta.
En los 13 años que lleva en la zona de Iguazú, Guzmán solo ha visto dos veces un yaguareté, como se llama al jaguar en Argentina. La presión de caza hacia este animal y sus presas, la deforestación y fragmentación del Bosque Atlántico del Paraná, y los atropellamientos en rutas y caminos son las principales razones que lo amenazan. “Es insuficiente aplicar una multa millonaria al cazador que mató a un yaguareté en la provincia de Formosa si no se ataca el problema de fondo que es la pérdida de los ecosistemas donde habita esta especie”, dice refiriéndose a un caso reciente que llegó a las noticias.
Según el último censo de la población de estos felinos del Proyecto Yaguareté de Argentina y el Proyecto Onças do Iguaçu de Brasil (ICMBio-PNI) publicado este viernes, el número de ejemplares en la zona está en torno a los 100. Sus datos dicen que en la actualidad no hay menos de 72 y no más que 122. La media, estadísticamente, está fijada en 93 individuos. Es decir, hay una muy leve recuperación de tan solo tres individuos adultos respecto a años anteriores.
Desde que estas organizaciones empezaron a monitorear el número de yaguaretés hace 18 años, han registrado una recuperación de la población de la especie en el norte misionero, que tuvo un pico de entre 84 y 125 individuos registrados en 2018. Para el periodo de 2020-2021 arrojaron un rango de entre 76 y 106 individuos, una disminución poblacional que no se registraba desde el 2005.
¿El turismo en Cataratas ayuda a proteger al yaguareté?
Para proteger a especies como los yaguaretés, Atilio Guzmán cree que habría que trabajar en la conservación en las 67.000 hectáreas de parque, más allá de las áreas protegidas. El circuito de las cataratas comprende solamente 200 hectáreas.
El guardaparques Rodrigo Martín es oriundo de Buenos Aires y hace tres años su compromiso para defender la selva lo llevó a trasladarse a la seccional Yacuy para vigilar 30.000 hectáreas de monte en el límite oriental del Parque Nacional Iguazú. “En el área de cataratas se encuentran destinados el triple de guardaparques, brigadistas y personal de administración de los que disponemos en Yacuy. Así, el límite del parque termina rezagado”, lamenta Martín. A solo 100 metros de allí comienza el municipio de Andrecito, por donde, según dice, “se ingresa al parque a cazar ilegalmente”.
En Yacuy falta personal: cuentan apenas con cuatro guardaparques y un técnico en el epicentro de la caza furtiva del yaguareté y otras especies. “Están pasando muchas cosas que me llevan a decir que este no es un área protegida, sino un área desprotegida”, cuenta el joven que cambió Buenos Aires por Misiones.
“En esta ruta pasa de todo, además de tráfico ilegal de fauna y flora. Si bien contamos con armamento y chalecos, no es nuestro fin detectar actividades ilícitas más que las ambientales, pero estamos en ese riesgo”, denuncia Martín en medio de uno de los corredores más calientes de la Triple Frontera.
Nuevas investigaciones han demostrado la efectividad de estimar la presión de caza furtiva a través de grabadores de audio respecto a las cámaras trampa que solo detectan lo que está pasando por delante. Sin embargo, para Martín, es necesario que ciencia y política confluyan en nuevas estrategias de vigilancia. “Hace poco nos cruzamos con un grupo de cazadores dentro del monte que comenzaron a dispararnos mientras se daban a la fuga. Presentamos la denuncia correspondiente, pero aún nadie ha sido arrestado”, comenta con preocupación.
Esta zona del norte argentino es, junto con el Impenetrable chaqueño, el mayor punto de biodiversidad del país, pero el guardabosques lamenta que están bastante olvidados: “No se toma conciencia del valor que tiene este lugar. Estaría bueno que la sociedad se pregunte: ¿qué se protege realmente de todo esto?”, dice.
Yaguá la caza”: bajen las armas, salvemos al yaguareté
Yaguá es una expresión que se usa mucho en la zona rural de Misiones para mostrar rechazo a algo. Es por eso que desde la Fundación Vida Silvestre Argentina tomaron la expresión Yaguá la caza para llamar de esa manera a la campaña que busca frenar la caza de animales silvestres y del yaguareté en particular, transmitiendo el mensaje de artistas como El Chango Spasiuk y León Gieco en televisión, radio y medios de transporte público locales.
Emiliano Salvador, analista de comunicación de la Fundación Vida Silvestre, comenta que el impacto de la campaña Yaguá la caza por la cantidad de likes y reacciones en redes sociales ha sido positivo, pero medir el impacto sobre la cacería es complejo.
“Cataratas no es una mera atracción turística, sino un parque nacional que representa menos del 5% del territorio total de la provincia de Misiones. Recientemente, el tránsito en esa zona se ha llevado la vida de cuatro yaguaretés y tal vez de un quinto que no sabemos si sobrevivió, porque regresó al monte después del choque. Buscamos aumentar las campañas de prevención previamente a feriados y vacaciones”, comenta afligido Salvador.
Desde la fundación explican que el turista es dócil respecto a los límites de velocidad, pero el local sabe dónde están los radares, hacen trampa y van más rápido. Por eso apelan a campañas virtuales con filtros en Instagram sobre responsabilidad vial. “Esta campaña es solo un aporte más a todo lo demás que se viene haciendo, y el objetivo es alzar la voz, instalar el tema y que tome mayor notoriedad, para que aquel que esté pensando en salir a cazar, que lo piense dos veces antes de hacerlo”, concluye Salvador mientras cae la tarde en su oficina de Iguazú.
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