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En colaboración conCAF

Estudio global: la transición verde, la gran arma contra la elevada informalidad en Latinoamérica

Un informe de Cepal, CAF, OCDE y la Comisión Europea muestra que la financiación privada para el desarrollo se ha triplicado en la región. También ven oportunidad en la economía del cuidado, la agricultura y la transición digital

Convivio
Vista de los campos eólicos del proyecto La Guajira 1 de Isagén en área de la comunidad Taruasaru, La Guajira (Colombia), el 2 de marzo de 2023.Diego Cuevas

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Para nadie es un secreto: hablar de transición energética o digital sin presupuestos firmados no es más que un puñado de buenas intenciones. Humo. América Latina conoce muy bien la situación. Esta región es la más biodiversa del mundo, una de las que menos emisiones emite y, sin embargo, es de las más afectadas por el cambio climático y donde la brecha de desigualdad es más honda. Los recursos para adaptarse a los estragos del calentamiento son tan urgentes como escasos. En las últimas dos décadas se ha invertido en desarrollo e investigación cerca del 0,65% del Producto Interno Bruto (PIB) medio regional. Este es un porcentaje muy inferior al 2,7% de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Según el informe América Latina: Perspectivas Económicas 2023, invertir en desarrollo sostenible, presentado este viernes en Santiago de Chile, el 60% de estas inversiones son manejadas por los Gobiernos. De nuevo, se trata de una diferencia grande frente a los países desarrollados, donde el mayor porcentaje de esta inversión viene del sector privado.

“Las empresas que suelen invertir en investigación y desarrollo son las grandes empresas y en América Latina predominan las empresas chicas”, explica Adriana Arreaza, vicepresidenta de Conocimiento de CAF-banco de desarrollo de América Latina y el Caribe. “Y las empresas chicas en muchas ocasiones son informales, tienen poco capital humano y poco acceso a los mercados de crédito, lo que las aleja de invertir en investigación y desarrollo”.

El estudio se ha realizado con la participación de cuatro organismos internacionales con gran presencia en la región: la OCDE, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la Comisión Europea y CAF. Para los expertos de estas entidades, el horizonte es claro. La región debería de centrarse en reforzar y mejorar la inversión en cuatro puntos principales: la transformación digital, la salud y el sector de los cuidados, la agricultura y los sistemas alimentarios, y la transición verde.

Según comenta José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario Ejecutivo de la Cepal, mientras la “transformación digital puede contribuir a mejorar la productividad y la competitividad de la región, además de ser una vía para aprovechar el progreso tecnológico”, las industrias de servicios de salud y ciencias de la vida “pueden ayudar a incrementar la capacidad de resistencia y la preparación para futuras crisis sanitarias”. Sobre la economía del cuidado, explica que es un sector que va a tener que fortalecerse no solo para el cuidado de niños y niñas, sino de adultos mayores, ya que para 2050 se espera que sea un población que ronde los casi 150 millones de personas. Sobre la agricultura, asegura que será un sector clave porque “América Latina y el Caribe cuenta con la mayor reserva de suelos con potencial agrícola del mundo”.

Finalmente, sobre la transición verde, el informe señala que es una enorme oportunidad para reducir el elevadísimo porcentaje de informalidad que reina en la región y que, para 2022, alcanzaba un 48,7%. Esta transición, se refiere a la migración del uso de hidrocarburos al de energías renovables, así como a políticas de protección del medio ambiente y, según las multilaterales, requiere de personal cualificado con conocimiento y habilidades científicas avanzadas, lo que podría aumentar la formalización. Sin embargo, debido a estas mismas dos razones es más probable que los empleos verdes se terminen asignando a hombres con estudios superiores, por lo que esta transformación debe combinarse con “políticas para mejorar la empleabilidad femenina”. En otras palabras, el reto ahora es incluir a las mujeres en esta transición.

En este punto, agrega Arreaza, vuelve a jugar un rol la economía del cuidado. “La provisión de servicios de cuidado permitirá darle más tiempo a las mujeres para que entren al mercado laboral”, asegura. “Si el cuidado [ya sea de niños o niñas, o de adultos mayores], no cae exclusivamente en las mujeres, hijas o madres, ellas podrán participar más en las oportunidades que traerá el mercado verde”.

La inversión extranjera, aún clave para la región

El exhaustivo informe hace un valioso balance económico sobre los distintos tipo de inversión en toda la región y señala los puntos débiles y las estrategias que están funcionando. La inversión extranjera es una de las aristas que más celebran. En 2022, por ejemplo, América Latina y el Caribe fue la región del mundo que registró las mayores entradas de inversión extranjera directa, equivalentes al 4% del PIB de la región para ese mismo año. “En 2022, los flujos de entrada de este tipo de inversión extranjera aumentaron un 55%, alcanzando casi los 225.000 millones de dólares, el nivel más alto en las últimas tres décadas”, dice Salazar-Xirinachs. Este incremento se debió, específicamente, a las inversiones en servicios, hidrocarburos y manufacturas.

Igualmente, Arreaza, de CAF, confirma que durante la investigación “encontraron que la inversión extranjera directa y las empresas extranjeras tienen mayor productividad en todos los países de la región que las empresas domésticas. Por lo que, en ese sentido, la inversión extranjera puede tener un efecto jalonador para el resto del aparato productivo”, a la hora de dar pista sobre en dónde invertir.

El análisis también lanza otros datos interesante. Durante la última década, por ejemplo, la financiación privada focalizada en el desarrollo en América Latina aumentó de 3.000 millones de dólares en 2016 a 9.000 millones en 2021. “Las asociaciones internacionales también pueden contribuir a aumentar el impacto socioeconómico de las inversiones mediante la creación de un entorno propicio para la inversión; fomentando la colaboración entre instituciones y en la promoción de la inversión y el sector privado”, expresa el informe.

Más de la mitad de estas entradas en 2022 se dirigieron a Brasil y México, mientras que Centroamérica experimentó un descenso del 11,9% ese año. En términos de origen, y sobre la base de los anuncios de proyectos, la Unión Europea (UE) y Estados Unidos han representado más de la mitad de estos fondos en la región.

Dos estrategias para impulsar la inversión en innovación y desarrollo

Aunque la inversión extranjera ha sido clave para América Latina y el Caribe, la región no se puede conformar con esto. Para lograr un escenario más ambicioso, los autores del informe también aseguran que a nivel público se necesitan dar ciertas señales para empezar a recorrer un mejor camino. “Avanzar hacia sistemas fiscales más eficaces y progresivos, una gestión más eficiente del gasto público y de la deuda, y unos marcos fiscales más sólidos y sostenibles es esencial para ampliar la inversión pública en un contexto de espacio fiscal limitado”, aseguran.

Luego mencionan dos estrategias que pueden ayudar a mejorar el flujo de recursos financieros públicos y privados hacia los objetivos de desarrollo. El primero es el rol que juegan las instituciones financieras de desarrollo, ya que estas pueden ayudar a financiar a las pequeñas y medianas empresas que, en promedio, no han logrado satisfacer el 75% de sus necesidades de financiación. Lo segundo, es desarrollar instrumentos de financiación innovadores, como “los bonos verdes, sociales, de sostenibilidad y ligados a la sostenibilidad”, ya que, actualmente, representan el 32% del total de emisión internacional de bonos de América Latina.

“Las áreas para innovar son muy diversas”, concluye Salazar-Xirinachs, de la Cepal. “Lo interesante es ver cómo logramos sacar el máximo provecho de las inversiones que se pueden realizar en cada uno de estos sectores, potenciando los encadenamientos productivos, la demanda de nuevas habilidades, la generación de nuevas empresas y el desarrollo nuevos instrumentos de financiamiento y de participación”.




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