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LGTBIQ+
Tribuna
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¿Por qué tanto odio, señor Trump?

El presidente de Estados Unidos ha iniciado una campaña de acoso y persecución contra las personas LGTBIQ+, especialmente contra las mujeres trans, que recuerda a épocas oscuras

Donald Trump
Donald Trump en West Palm Beach (en Florida), el 16 de febrero.Kevin Lamarque (REUTERS)

La noticia de que Trump impediría competir a las atletas trans ha copado los titulares de todo el mundo. Desde su toma de posesión, estamos siendo testigos de la cruzada que el líder ultraderechista, al frente del que se considera el país más poderoso del mundo, ha emprendido contra las personas trans y contra la diversidad en general.

Que las atletas trans no puedan participar en competiciones deportivas o incluso verse expulsadas de los próximos Juegos Olímpicos es alarmante. Sin embargo, el señalamiento que está haciendo Trump contra las personas trans y la negación directa de su existencia es una tragedia. Es una campaña de persecución y odio contra una minoría vulnerable que, tristemente, recuerda a épocas más oscuras en Europa y en el mundo.

En pocas semanas, Trump ha presumido de eliminar cualquier tipo de apoyo sanitario hormonal o quirúrgico para las personas trans; las ha excluido del ejército; ha firmado una orden para sancionar al profesorado que decida respetar los nombres y pronombres de sus estudiantes trans y ha intentado internar a las mujeres trans en cárceles de hombres.

También ha firmado una orden que niega el reconocimiento legal a las personas trans y no binarias y les impide adecuar su género en documentos federales, como pasaportes, visados y tarjetas de Global Entry (programa estadounidense para agilizar el paso por aduanas). En su argumentario, el presidente de EE UU habla de una “ideología de género”, que niega “la realidad biológica del sexo”; de hecho, ha ordenado a todos los organismos federales que a partir de ahora utilicen el término “sexo” en lugar de “género”, y que los impresos de identificación expedidos por el Gobierno recojan “con exactitud el sexo del titular”.

¿Por qué tanto odio? ¿Por qué este ataque contra una minoría que ya enfrenta una situación de extrema vulnerabilidad? Las personas trans, sean invisibilizadas, perseguidas o atacadas, seguirán existiendo porque, quiera o no el señor Trump, son parte de nuestra sociedad. Al negar a estas personas en los espacios públicos, se las relega a los márgenes; al privarlas de derechos fundamentales, se las expone a mayor violencia y precariedad.

Toda esta campaña de Trump —que comparte argumentario y medidas con la ultraderecha europea— busca sacar rédito político del odio atacando a una minoría (las personas trans representan entre el 0,3 y el 0,5% de la población mundial, según la OMS) y presentándola como el enemigo. Unos de sus argumentos ―el supuesto borrado de las mujeres― recuerda a algunos de los esgrimidos en contra del matrimonio igualitario y su potencial para “borrar a la familia tradicional”. La aprobación de esta norma en España celebra en julio dos décadas de absoluta naturalidad y cotidianeidad.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, está intentando que se apruebe en España una ley similar a la de Trump para expulsar a las mujeres trans del deporte para, según sostiene, luchar contra la discriminación que sufrimos las mujeres.

Señor Feijóo, ¿desde cuándo le han importado a su partido los derechos de las mujeres? ¿Nos quiere hacer creer que le importa la igualdad a pesar de que su partido se ha opuesto a la aprobación de todas las leyes que aseguraban su avance en este país? ¿Por qué no apoyaron, entre otras, la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género; la Ley Orgánica 2/2010 de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo; o la Ley Orgánica 3/2007 para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres?

Lo que busca Feijóo en nuestro país, igual que Trump en EE UU, es subirse al carro de la ola reaccionaria que araña votos señalando a un enemigo inventado. Y esto no es nuevo.

Nos etiquetan como amenaza, aunque la diversidad es inherente a la naturaleza humana y no se puede silenciar. Estamos aquí, existimos, somos parte de la ciudadanía a la que dicen representar y merecemos la misma dignidad y los mismos derechos que cualquier otra persona.

Nos señalan como la otredad para deshumanizarnos, pero somos mujeres, jóvenes, mayores, madres, padres, trabajadores de empresas grandes y pequeñas; formamos parte del sector público; participamos en asociaciones vecinales; vivimos en pueblos y en ciudades; profesamos distintas creencias; vivimos con VIH; tenemos con discapacidad... ¿Quién representa realmente esa otredad con la que nos quiere calificar?

Nuestro país sufrió 40 años de dictadura y la memoria histórica es importante para recordar que somos una sociedad que supo levantarse con celeridad y construir con amplios consensos sociales la democracia líder en derechos que somos a día de hoy.

Este 2025 se cumplen 20 años de la aprobación del matrimonio igualitario en España; fuimos el cuarto país del mundo en reconocer este derecho. No seamos permeables a los vientos reaccionarios. Mandemos un mensaje potente de unidad en defensa de los derechos y del consenso social que algunos pretenden hacer tambalear. En España, somos derechos, somos futuro y somos diversidad. Ese es nuestro Orgullo.

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