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Cristianos LGTBIQ+: “Dios nos hizo diversos y él nunca se equivoca”

Los creyentes del colectivo reivindican su derecho a expresar su fe sin ser discriminados por los sectores más reaccionarios de la Iglesia

Un grupo de cristianos LGTBIQ+ durante la oración semanal convocada por la organización Crismhom, el jueves en Madrid.
Un grupo de cristianos LGTBIQ+ durante la oración semanal convocada por la organización Crismhom, el jueves en Madrid.INMA FLORES
Pablo León

La comunidad de cristianos LGTBIQ+ española se ha sentido profundamente discriminada esta semana tras el veto a comulgar impuesto a dos parejas de hombres homosexuales en sendas localidades de Segovia por un párroco, apoyado por la Diócesis regional. “Quiero pedir un ruego por estas dos familias a las que han impedido participar en la comunión, que lo deben de estar pasando muy mal”, dice Jonás, un hombre gay y creyente, durante la oración semanal que organiza en Madrid Crismhom, asociación para creyentes del colectivo. “Te lo rogamos, señor”, replican la treintena de personas congregadas este jueves.

Ser creyente y LGTBIQ+ es “complicado”. Así lo define Gema Segoviano, de 47 años y que vive en Encinillas (Segovia). “Como mujer lesbiana y creyente, a veces me siento en tierra de nadie”, afirma. “Por un lado, hay sectores de la Iglesia que no terminan de entenderte. Por otro, el propio colectivo o espacios políticos tampoco comprenden ese anhelo de formar parte de una organización que no siempre está dispuesta a acogerte. La realidad es que es muy difícil elegir: no podemos renunciar ni a nuestra realidad LGTBIQ+ ni a nuestra fe”, detalla.

Segoviano participa activamente en diferentes actividades eclesiásticas y relata que en su pueblo, de unos 300 habitantes, se ha topado con curas reticentes incluso a hablar con ella: “Alguno no me quería ni mirar a la cara, no sé si por ser mujer, por ser lesbiana o por ambas”. Un trato que no le ha sido dado por otros feligreses o cristianos de base. Esta mujer, que forma parte de Segoentiende ―la entidad que ha denunciado la prohibición de comulgar a las dos parejas de hombres―, reconoce que a lo largo de su vida ha tenido momentos en los que ha estado a punto de tirar la toalla, “pero llevar la fe en solitario también es complicado”. De modo que con cada golpe, ella se ha reafirmado: no solo está casada, sino que también ha bendecido su unión con otra mujer.

Desde el pasado diciembre, las parejas del mismo sexo, los matrimonios civiles y las uniones de hecho pueden ser bendecidas por la Iglesia. De hecho, deben serlo si así lo reclaman, según publicó el Vaticano en un documento emitido por la Congregación para la Doctrina de la Fe y firmado por el papa Francisco. Por su parte, desde la Conferencia Episcopal Italiana y la oficina del clero del Vaticano se aprobaron en noviembre unas directrices nuevas, en las que detallan que no se puede rechazar a un aspirante al seminario por ser homosexual (siempre que permanezca célibe). La medida, que entró en vigor la semana pasada, contará con un periodo de prueba de tres años. A esto se suma que en el Jubileo de este año participará por primera vez en la historia de la Iglesia una organización de creyentes LGTBIQ+, la italiana La Tenda di Gionata.

Sin embargo, a la vez que desde el Vaticano se exhiben estos gestos de apertura y normalización del colectivo; el sector más conservador de la Iglesia recrudece sus posturas y ahonda en sus visiones reaccionarias, enarboladas por párrocos, obispos, diócesis, así como otras organizaciones que intentan escorar a los miembros del colectivo o incluso convencerlos para que se sometan a falsas terapias de conversión.

“Eso me horroriza y lucho contra esas prácticas con todas mis fuerzas”, dice Óscar Martín, profesor madrileño de 43 años, cristiano y homosexual. Explica que en un principio, esas falsas terapias buscaban que las personas LGTBIQ+ dejaran de serlo “para volver al redil de la heterosexualidad, algo que no es posible porque tú no eliges tu orientación sexual”. Y añade que ahora esos supuestos tratamientos intentan que la gente permanezca en la castidad: “Es algo terriblemente dañino que genera muchos problemas en tus relaciones sociales y sexuales. Es una castración de la persona”.

“A mí no me enseñaron que Dios esté mirando lo que hacemos para castigarnos. Dios es amor, y su mensaje es ‘amaos los unos a los otros como yo os he amado’. No hay excepciones. Ninguna. Dios nos hizo diversos y él nunca se equivoca”, prosigue Martín.

El pasado jueves, también acudió a la oración de Crismhom, en torno a una Biblia abierta sobre una bandera arcoíris. “En estos espacios, las personas LGTBIQ+ creyentes sentimos que podemos ser nosotras mismas. Es un lugar en el que encajan nuestras dos realidades, que no son excluyentes como algunos nos quieren hacer creer. Ni Dios, ni Jesús, ni los evangelios nos vetan. Son personas que hacen una interpretación con intereses políticos”, denuncia. “Nacer como personas LGTBIQ+ es un don de Dios y estamos muy agradecidos, agradecidas y agradecides de ser como somos”.

La realidad a la que se enfrentan los creyentes LGTBIQ+ es muy variable en función del párroco, obispo o diócesis. Así, un sacerdote de Sevilla que pide no revelar su identidad explica que en su parroquia se encuentra con situaciones similares a las del cura del pueblo de Segovia que ha negado la comunión, informa Jesús A. Cañas. Entre los feligreses de esta parroquia sevillana hay una mujer trans para quien la comunión es “muy importante”. Él se la da, aunque “hay gente a la que le resulta escandaloso”. “Podría negársela porque la norma me ampara, pero prefiero el bien de su alma. Si negase la comunión, haría más daño a la persona. Y yo tengo que orientar y acompañar, no dañar”, defiende.

Una Biblia sobre la bandera arcoíris durante la oración LGTBIQ+.
Una Biblia sobre la bandera arcoíris durante la oración LGTBIQ+.INMA FLORES

En cualquier caso, el cura vive el debate en la distancia: “En Andalucía el homosexual está más integrado. Yo solo veo a un feligrés porque la universalidad del evangelio es para todos. Quizás aquí tenemos la mente más abierta o nos creemos cristianos antiguos. No sé cuál es el motivo, pero ocurre”. Distinto es lo que sucede con las hermandades y cofradías andaluzas, poderosos puntos de socialización en la Iglesia, en los que la norma marca que para tener puestos de responsabilidad no se puede estar en situación familiar irregular a ojos de la institución. “Ahí sí que tengo que negar la admisión a formar parte de la junta de gobierno a personas casadas en matrimonio civil, aunque no les niegue la comunión”.

Desde la FELGTBI+ (Federación Estatal LGTBI+) denuncian que los creyentes del colectivo sufren a menudo discriminación. “Se nos sigue diciendo que estamos en pecado, que iremos al infierno”, afirma Óscar Escolano, coordinador del Grupo de Fe y Espiritualidad de la federación. Desde el organismo afirman que seguirán luchando de la mano de aquellas organizaciones religiosas que abrazan la diversidad para generar espacios seguros e inclusivos: “Negar espiritualidad a las personas LGTBIQ+ es una vulneración de los derechos humanos”.

La Iglesia y las falsas terapias de conversión

La organización No es terapia ha denunciado este mes a siete diócesis españolas (las de Madrid Barcelona, Valencia, Getafe, Alcalá de Henares, Sigüenza-Guadalajara y Málaga) por presuntamente organizar y acoger eventos donde se promocionaban falsas terapias, que animaban a gais y lesbianas a iniciar un camino de conversión “basado en la abstinencia y la práctica religiosa”.

“Las infracciones que denunciamos son dos distintas. Una es la promoción de estas falsas terapias de conversión en lugares de titularidad de la Iglesia, como parroquias. La otra por la convocatoria del propio evento. Y tenemos pruebas de ambas”, detalla Saúl Castro, abogado especializado en el colectivo LGTBIQ+ y presidente de No es terapia. Los hechos que relata están castigados por la conocida como Ley Trans. “Es una buena oportunidad para el Ministerio de Igualdad de hacer cumplir la ley”, apunta Castro. Desde el Gobierno, la ministra de Igualdad, Ana Redondo, dijo esta semana que ya ha comenzado la tramitación de esos expedientes “para constatar si se ha producido una vulneración grave o muy grave de la norma”.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.
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