La ultraderecha europea celebra en Madrid la vuelta a la Casa Blanca de su “compañero de armas” Donald Trump
Los líderes del grupo Patriotas, entre ellos el húngaro Orbán, la francesa Le Pen, el italiano Salvini o el holandés Wilders, cierran filas con Netanyahu y cargan contra el Tribunal Penal Internacional
![Miguel González](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fddbddc3c-c44a-42bd-92a6-bfe243bd41e4.jpg?auth=884052354661878081b5abb0f7daf07371836e0609c3f6a734727284d2699e83&width=100&height=100&smart=true)
La ultraderecha europea ha celebrado este sábado en Madrid los primeros pasos de Donald Trump en la Casa Blanca en un ambiente de euforia, convencida de que la revolución ultraconservadora iniciada en Washington tendrá su réplica en Europa. Tanto el anfitrión, el español Santiago Abascal, presidente de Vox, como el holandés Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad (PVV), se han referido al nuevo inquilino de la Casa Blanca como un “compañero de armas”. Pero mientras el holandés ha admitido no compartir algunas de sus medidas, el español ha minimizado incluso la amenaza de imposición de aranceles a los productos europeos y españoles, alegando que “el gran arancel es el Pacto Verde” de la Unión Europea, contra el que todos han arremetido, y “los impuestos confiscatorios” de los gobiernos de izquierda.
El primer ministro húngaro Viktor Orbán, verdadero patrón del denominado grupo de los Patriotas, ha asegurado que “el tornado Trump ha cambiado el mundo en unas pocas semanas” y que las fuerzas políticas a las que antes se tachaba de “herejes” y se identificaba con el pasado ahora representan el futuro. Se ha presentado a sí mismo como un adelantado de las políticas del nuevo presidente estadounidense. Orbán ha presumido de que, en los 15 años que lleva en el poder, ha convertido a Hungría “en un laboratorio de las políticas conservadoras”, con medidas como la tipificación de la inmigración irregular como delito, la introducción en la Constitución de su país de la defensa de la cultura cristiana o la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo. No ha sido el único orador que ha parafraseado a Trump al asegurar que “solo hay dos géneros: hombre y mujer”. Puestos en pie, los 2.000 asistentes al mitin le han aplaudido cuando ha agradecido el apoyo de la dictadura de Franco a la revolución húngara de 1956, aunque ese respaldo no tuviera efectos prácticos y respondiera al objetivo político de que las democracias occidentales le admitieran por su anticomunismo.
Aunque el líder de la Liga italiana, Matteo Salvini, ha hecho una alusión velada a la guerra de Ucrania y al ascenso de Alternativa por Alemania (AfD), han sido Orbán y Abascal quienes expresamente se han referido a estos dos asuntos que dividen a la ultraderecha europea. El primer ministro húngaro, principal aliado de Putin en la UE, ha criticado el apoyo militar de los países europeos a Kiev, asegurando que, “por culpa de Bruselas, se está destinando nuestro dinero a Ucrania, a una guerra sin esperanza”. Por su parte, el líder de Vox ha deseado “la victoria de Alice Weidel [la candidata de AfD] en las próximas elecciones” del 23 de febrero y ha apostado por “tender la mano permanentemente” a los otros dos grupos ultras del Parlamento Europeo: el de los Conservadores y Reformistas (ECR), de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el de las Naciones Soberanas, donde está AfD. Se da la circunstancia de que el partido alemán fue expulsado en la anterior legislatura del grupo de Le Pen por su justificación de las SS, la fuerza de élite de los nazis.
Salvini, que se ha felicitado de su absolución en el juicio por obstaculizar el desembarco de los migrantes rescatados por el buque Open Arms, ha cargado contra el Tribunal Penal Internacional (TPI), al que Trump ha impuesto sanciones por dictar una orden de detención contra el primer ministro israelí, y le ha acusado de “equiparar a los terroristas de Hamás con un gobernante democrático como Bibi [Benjamin] Netanyahu”. Abascal ha ido aún más lejos al denunciar el intento de “imponer una dictadura global que ya solo resiste en Bruselas y en foros internacionales como Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud y la Corte Penal Internacional”.
Wilders ha hecho el discurso más xenófobo, agradeciendo a España que, con la “Reconquista” (término que han utilizado varios oradores), fuera la primera en expulsar al Islam de suelo europeo. Orbán ha dado carta de naturaleza a los mitos de la extrema derecha, al proclamar que “el reemplazo de la población de Europa [cristianos por musulmanes] no es una teoría de la conspiración. Es pura práctica”. Sus filias y fobias las ha dejado claras al asegurar que “George Soros [el magnate húngaro partidario de la globalización] es el pasado y Elon Musk el futuro”.
Aunque sin citarle, también Abascal se ha referido al multimillonario aliado de Trump, al asegurar que, hasta que compró la red social X, los partidos reunidos en Madrid habían sido objeto de una “censura implacable” para que “no se escuchara su mensaje”, pero que ahora “las grandes tecnológicas comienzan a colaborar con la batalla por la libertad”. La líder del Reagrupamiento Nacional francés, Marine Le Pen, que aspira a ganar El Elíseo en 2027, ha hecho un discurso más templado, subrayando que la llegada “del huracán Trump” supone “un cambio mundial”, pero agregando que no se trata de que los países europeos se alineen con él, sino de que atiendan su llamada al “renacimiento de Europa” y entablen un diálogo en el que cada uno defienda sus intereses, postulándose ella misma como interlocutora.
El presidente del Partido de la Libertad (FPÖ), Herbert Kickl, ganador de las últimas elecciones austriacas, que ha excusado su presencia en Madrid, ha enviado un mensaje grabado, al igual que el presidente argentino Javier Milei, con un brevísimo saludo a “su amigo” Abascal. La líder de la oposición venezolana, Maria Corina Machado, ha subrayado que la suya es una lucha global con “los mismos propósitos, valores y enemigos” en América y Europa. Quien no ha participado en la cumbre ha sido Tom Van Grieken, líder del partido nacionalista flamenco Vlaams Belang, integrado en Patriots.
Las distintas voces que se han escuchado en el auditorio del hotel de Madrid, donde se ha celebrado el acto, han mostrado los diferentes tonos de la extrema derecha europea, pero todos con un denominador común: el blindaje de las fronteras frente a la inmigración, la defensa de la familia tradicional y el rechazo al proyecto europeo.
Para el anfitrión, Santiago Abascal, la reunión de Patriotas.eu ―la plataforma de los partidos que forman el grupo homónimo en el Parlamento Europeo― ha supuesto una inyección de moral en un momento en que Vox acaba de sufrir la baja de una de sus figuras más conocidas, el exvicepresidente de Castilla y León Juan García-Gallardo. Rodeado de lo más granado de la extrema derecha europea, ha sacado pecho de que Sánchez solo se relacione “con Maduro y Hamás” y Feijóo con Von der Leyen, mientras él lo hace con quienes representan “el futuro de Europa y el mundo”. El portugués André Ventura, líder de Chega, expresándose en castellano, se ha metido de lleno en la política española: ha dicho que, desde su última visita a Madrid, hay una “buena noticia: Sánchez está más cerca de ir a la cárcel y Abascal de ser presidente”. Y ha llamado a los españoles a votar por Vox, “porque cambiar a Sánchez por Feijóo sería un tremendo error”. Aunque quien más entusiasmo ha levantado en el público ha sido Orbán, cuando ha elogiado el valor del “torero” Abascal.
Al inicio del acto, una activista del grupo feminista Femen, con el pecho descubierto, ha sido desalojada del auditorio mientras gritaba: “Al fascismo, ni un paso más”.
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