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África se queda rezagada en la carrera por vacunar a la población

La falta de recursos para conseguir dosis, los problemas de aceptación y una logística compleja dificultan que el continente alcance la inmunidad de grupo el año próximo

Una mujer recibe la vacuna contra el ébola durante un ensayo en Monrovia, Liberia, en 2015.
Una mujer recibe la vacuna contra el ébola durante un ensayo en Monrovia, Liberia, en 2015.James Giahyue (Reuters)
José Naranjo

En la carrera por hacerse con las vacunas contra la covid-19, África se queda rezagada. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) africanos han alertado de que este continente no cuenta con los recursos financieros ni está preparado para una gran campaña de vacunación que le permita alcanzar la inmunidad de grupo este año. La aceptación por parte de la población en un continente donde el impacto ha sido menor y la logística de un producto que va a necesitar de una cadena de frío son, junto al acceso a suficientes vacunas, los otros desafíos a los que se enfrenta África, que además vive una segunda ola de casos mucho más intensa que la primera.

“No es realista plantear que vamos a llegar al 60% de población inmunizada en un año”, el porcentaje considerado mínimo para alcanzar la inmunidad de grupo, asegura Phiona Atuhewbe, responsable de Introducción de Nuevas Vacunas de la OMS África. “Harían falta 12.000 millones de dólares (unos 9.800 millones de euros) que no tenemos”, insiste. La falta de recursos financieros de los Gobiernos africanos y la firma de acuerdos bilaterales entre los países más ricos del mundo y las empresas fabricantes de vacunas para hacerse con dosis más que suficientes para su población suponen una seria amenaza para este continente.

Mientras la vacunación ya ha comenzado en más de 40 países del mundo, sobre todo en el Norte global, donde el debate gira en torno a cuestiones logísticas para acelerar el proceso, en África el gran desafío es cómo acceder a las vacunas. “Es un problema moral”, aseguró John Nkengasong, director de los CDC africanos en rueda de prensa hace unos días, “será terrible comprobar esta desconfianza entre el Norte y el Sur respecto a un bien común como son las vacunas”. Naciones Unidas calcula que apenas el 3% de los africanos estará vacunado en marzo y tan solo un 20% a finales de año. La alerta llega, además, en un momento clave. Es cierto que África, con 3,1 millones de casos, apenas representa el 3,2% de los contagios mundiales y que la mortalidad ha sido menor que en otros continentes, pero la segunda ola está golpeando con fuerza. Este mes de enero se han superado, por primera vez, los 35.000 casos diarios en el continente.

Para tratar de evitar la discriminación de los más desfavorecidos surgió Covax, una iniciativa público-privada que pretende facilitar el acceso a la vacuna a la población mundial de manera igualitaria y rápida. Todos los países africanos se han adherido, y es gracias a ella que a finales de 2021 estará vacunado el 20% de la población africana, comenzando por los grupos de riesgo, como personas mayores o con patologías como diabetes o hipertensión arterial, personal sanitario y trabajadores sociales. “Pero esto no es suficiente”, insiste Atuhebwe, “vamos a resolver el acceso inicial, pero necesitaremos dosis adicionales para la inmunidad de grupo de unas vacunas que, por lo que estamos oyendo, son muy caras”.

A juicio de Nkengasong, lo más probable es que lleve entre dos y tres años alcanzar dicha inmunidad, pero para ello hay que montar la campaña de vacunación entre adultos más importante que África haya conocido jamás. La doctora Matshidiso Moeti, directora regional de la OMS, cree que los Gobiernos deben reaccionar. Un análisis reciente de este organismo revela que solo la mitad de los países han identificado a su población prioritaria y están elaborando planes para llegar hasta ellos y que apenas uno de cada cuatro Gobiernos cuenta con planes para acceder a recursos financieros suplementarios.

Entre los países que han tomado más delantera en África para buscar las vacunas necesarias se encuentran Marruecos y Egipto, dos de los más afectados por la pandemia en el continente, que han negociado con una farmacéutica china. Por su parte, Sudáfrica, la nación con más casos y fallecidos, ha abierto conversaciones con varias empresas y planea producir algunas vacunas en su territorio, al igual que Nigeria. Será precisamente en estos países y Kenia donde la vacunación comenzará antes gracias a su participación en diferentes ensayos.

“De los 42 países que han empezado a vacunar, 36 son ricos y seis son de nivel medio-alto”, criticó la semana pasada el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien añadió: “Esto es claramente un problema, y este va a peor porque hay países que están buscando nuevos acuerdos [con los fabricantes] ofreciéndose a pagar más”. Como es habitual, la OMS no señaló directamente a nadie, pero el mensaje es claro. “Esto pone en riesgo nuestro compromiso de garantizar un acceso equitativo. Tenemos que actuar para conseguirlo”, añadió Adhanom.

El desafío de vencer el rechazo y las noticias falsas

Otro de los grandes desafíos de la inmunización será la aceptación, aunque esta ha ido en aumento en las últimas semanas. Un reciente estudio del África CDC reveló que cuatro de cada cinco africanos se vacunaría si se demuestra que esta medida es segura y eficaz. Sin embargo, a los expertos les sigue preocupando el rechazo, sobre todo en las zonas rurales. Alice Desclaux, médico y antropóloga de la salud del Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) basada en Dakar, asegura que “en parte tiene que ver con la prudencia, con el miedo a los efectos secundarios”. Pero no todo.

A su juicio, la resistencia a la vacuna también viene inducida por un lado, por las noticias falsas de los grupos antivacunas del Norte que llegan a través de las redes sociales y, por otra parte, con representaciones sociales propias de África. “Hay rumores que dicen que el objetivo es provocar infertilidad y reducir la demografía, que estamos ante un complot por el que los blancos introdujeron la enfermedad para vender las vacunas, que los africanos ya tienen los anticuerpos y no lo necesitan o que la religión y la medicina tradicional les protegen”, asegura Desclaux.

Para contrarrestar las informaciones falsas, distintos organismos internacionales están inmersos en el diseño de una estrategia de comunicación que se pueda usar en todo el continente. Julienne Anoko, antropóloga y responsable de comunicación y ciencias sociales de la OMS África, forma parte de este grupo. “Siempre que hay vacunación hay teorías de la conspiración, pero hay que ir más allá del rechazo y entender las razones para poder reducir las preocupaciones de la gente”, asegura. En su opinión, la información clara y la participación de los agentes de salud en el proceso son claves a tener en cuenta.

Otros expertos coinciden en que la aceptación es un factor a trabajar muy en serio. “Pero no es solo un fenómeno que se dé en África y aquí siempre ocurre, lo solucionaremos”, confía Phionah Atuhewbe. Para Desiré Ekanga, consultor de la OMS, experto en gestión de crisis y coinvestigador del ensayo vacunal del ébola en Congo, es imprescindible el consentimiento comunitario. “La población no está mentalizada para esta vacuna, aquí la covid-19 no ha representado la misma urgencia que en Europa y otros lugares del mundo. La experiencia adquirida con el ébola será útil, pero no es el mismo contexto”, explica. Este experto apuesta por estrategias como que los propios agentes de salud se vacunen delante de la población y la mediación de los líderes comunitarios.

Definir una estrategia adaptada a la realidad

A juicio de Eric Delaporte, médico epidemiólogo, profesor de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Montpellier, el primer desafío es definir la estrategia en sí misma. “La pandemia se ha comportado de manera diferente en África, así que la vacunación debe ser diferente también, no se debe imponer una manera de hacer las cosas que no esté adaptada a la realidad”, explica. Delaporte opina que el continente ha demostrado su solvencia en campañas de inmunización de masas y que esto representa una ventaja respecto a Europa. “La logística relacionada con mantener la temperatura de la vacuna también será un elemento determinante. Pero cuando se empezó a utilizar contra el ébola se requería mantenerla a menos 80 grados y se logró vacunar a miles de personas, incluso en un contexto de conflicto como el noreste del Congo. Es un desafío técnico, pero no inalcanzable”.

Olivier Manigart, virólogo responsable del programa de refuerzo de la vigilancia epidemiológica en la Organización Oeste Africana de la Salud (OOAS) basado en Bobo-Dioulasso (Burkina Faso), advierte de un peligro añadido: descuidar otras enfermedades. “La covid-19 no puede hacer derivar todos los esfuerzos financieros y logísticos a ella y hacer olvidar otras epidemias y problemas que hasta ahora son más graves para la salud pública, los medios en África son limitados, hay que identificar bien las prioridades”, asegura, “tenemos malaria, VIH, tuberculosis, hepatitis, fiebre de Lassa o dengue, por citar algunos ejemplos”.

Este experto coincide en que la iniciativa Covax no será suficiente dada la existencia de un gran número de personas con obesidad, hipertensión arterial o diabetes, estas últimas infra diagnosticadas en África, y apuesta por las alianzas público-privadas para promover la fabricación de vacunas en el continente. Marruecos, Egipto, Sudáfrica o incluso Nigeria y Senegal son serios candidatos para ello. “Soy un ardiente defensor de la vacunación, que es el mejor método que tenemos para combatir ciertas enfermedades y luchar contra epidemias, pero no hay que precipitarse, hay que tomar el tiempo necesario para preparar a las comunidades, sería una desgracia pegarse un tiro en el pie y, por precipitarnos, generar más desconfianza hacia la vacunación. Incluso si esta enfermedad no representa, por ahora, un gran riesgo para la salud pública en África, no sería correcto que este continente se convirtiera en un reservorio del virus”.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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