La expansión del coronavirus amenaza la movilidad en Oriente Próximo
El viceministro de Sanidad iraní da positivo en el patógeno y tendrá que permanecer en aislamiento
El aeropuerto de Dubái ha suspendido este martes todos los vuelos con Irán, a excepción de Teherán, la capital, debido a la Covid-19, la enfermedad causada por el nuevo coronavirus, según ha anunciado un portavoz. La República Islámica, que se ha convertido en el principal centro del brote en Oriente Próximo, ha reconocido tres nuevas muertes y pedido a la población que no salga de sus casas para combatir la epidemia. Bahréin, que ha informado de nueve casos más en su territorio, ha interrumpido los vuelos con Dubái y prohibido a sus ciudadanos que viajen a Irán. Estas medidas evidencian no solo el aislamiento de Irán, sino los efectos del coronavirus sobre el movimiento de personas y mercancías en la región
Tres personas más han muerto en Irán a causa del virus, informa la agencia estatal de noticias IRNA. Los nuevos fallecidos, dos ancianas en la provincia central de Markazi y una tercera persona en la septentrional de Alborz, elevan a 15 las víctimas mortales en ese país. Según las últimas cifras oficiales hasta el lunes habían muerto 12 personas. El número de afectados se eleva ya a 95, la mayoría en la ciudad de Qom. Algunos epidemiólogos estiman que, según la ratio vista en China, los afectados serían muchos más.
De momento, el Ministerio de Sanidad ha pedido a los iraníes que no salgan de sus casas para evitar el contagio. El propio viceministro, Iraj Harirchi, ha dado positivo por coronavirus y tendrá que permanecer en aislamiento, según ha contado él mismo en un vídeo. También hay un diputado y otro alto funcionario afectados. Irán no ha dicho cuántas personas se encuentran en cuarentena, pero según la agencia de noticias Mehr (semioficial) 320 han sido hospitalizadas.
Desde que Teherán admitió las dos primeras víctimas mortales el pasado miércoles, la alarma ha cundido en los países vecinos, que han procedido a suspender vuelos y restringir el tráfico en sus fronteras. Los vínculos políticos, comerciales y, sobre todo, religiosos han convertido Irán en el segundo foco de difusión de la Covid-19 después de China. Todos los casos detectados hasta ahora en Irak (5), Afganistán (1), Kuwait (8), Bahréin (17), Omán (4) y Líbano (1) se han originado en la República Islámica, incluido un matrimonio iraní diagnosticado en Emiratos Árabes Unidos, donde el resto de los 13 casos detectados se vinculan a China.
Si las ricas petromonarquías del Golfo pueden hacer frente a los casos que se hayan podido filtrar, países como Irak, Afganistán o Siria no tienen capacidad para acometer un brote. Sus redes sanitarias son muy frágiles, carecen de infraestructuras, personal e incluso de recursos financieros suficientes.
El Gobierno de Bagdad ha confirmado este martes cuatro casos en la ciudad de Kirkuk, a 270 kilómetros al norte de la capital iraquí. La oficina del primer ministro ha dado instrucciones para que se considere el hospital K-1 de esa ciudad como centro de aislamiento para los contagiados del coronavirus.
“Si el virus está en Qom, es solo cuestión de tiempo que se extienda a Nayaf, alertaba un académico iraquí nada más tener noticias de las primeras víctimas iraníes. Se refería a los dos centros teológicos chiíes, uno en Irán y otro en Irak, que compiten por atraer estudiantes y peregrinos de todo el mundo. Entre ambas ciudades existe un constante flujo de viajeros que llegan tanto por vía aérea como terrestre.
Irak, que comparte mil kilómetros de frontera con Irán, se encuentra en estos momentos sumido en una profunda crisis política. Tiene un Gobierno en funciones, un primer ministro designado que encuentra graves dificultades para formar un nuevo Gabinete, y una contestación popular que desde hace cinco meses denuncia la interferencia política de Teherán en el sistema político de su país.
Solo el sábado, tres días después de que se conociera el brote de Covid-19 en Irán, Bagdad cerró la frontera común. Entre los miles de personas que cruzaron entretanto puede haber numerosas infectadas, dependiendo del tiempo que hubieran pasado en aquel país. Además, aunque el Ministerio de Transporte anunció la suspensión de vuelos de Iraqi Airways desde el jueves 20, los aviones han seguido llegando al aeropuerto de Nayaf. Solo el lunes por la noche, después de que se conociera el contagio de un estudiante iraní en esa ciudad, un portavoz dijo que iban a interrumpirse a partir de este martes.
El primer caso confirmado en Afganistán, un hombre de 35 años de la provincia occidental de Herat que viajó recientemente a Qom, se conoció el lunes. Las autoridades, que han declarado el estado de emergencia en Herat, habían suspendido las conexiones aéreas y terrestres con Irán desde el domingo. Pero era demasiado tarde.
Miles de afganos cruzan cada semana la frontera iraní en busca de trabajo, por negocios, para estudiar o en peregrinación a los lugares santos chiíes. Solo en enero, han rondado los 30.000, según la Organización Internacional de Migraciones. Y al menos un millar de habitantes de Herat han visitado Qom en las dos últimas semanas, según el ministro de Sanidad, Ferozuddin Feroz.
Afganistán, destruido por cuatro décadas de guerras sucesivas, carece de las mínimas infraestructuras para hacer frente a una contingencia semejante. Ahora mismo, su precaria estabilidad está pendiente de un acuerdo de paz entre Estados Unidos y los insurgentes talibanes para la retirada de las tropas norteamericanas y el inicio de conversaciones interafganas. Cualquier emergencia sanitaria requerirá un fuerte apoyo de las organizaciones internacionales.
La situación es igual de grave en Siria, donde el sistema de salud ha quedado destruido por nueve años de guerra. Aunque de momento no se ha informado de ningún caso en ese país levantino, las intensas relaciones del régimen de Bachar el Asad con Irán hacen temer que solo sea cuestión de tiempo. Además de los asesores militares y los voluntarios milicianos que Teherán facilita a Damasco, numerosos iraníes acuden a visitar el santuario de Saida Zeinab, del mismo modo que los chiíes sirios visitan los lugares santos iraníes.
"Yo también me he contagiado"
"Yo también me he contagiado con el coronavirus", declara el viceministro de Sanidad iraní, Iraj Harirchi, este martes en un vídeo difundido por los medios iraníes y ampliamente difundido en las redes sociales. Durante su comparecencia ante la prensa la víspera Harirchi, que encabezaba el grupo de trabajo contra el Covid-19, tosió y se secó el sudor en varias ocasiones. Ahora se encuentra aislado para pasar la cuarentena, pero muestra confianza en que sus colegas van a frenar el brote y en que pronto se recuperará para unirse a ellos.
Harirchi no es el único político afectado por la enfermedad. Un conocido diputado por Teherán, el reformista Mahmoud Sadeghi, también ha dado positivo en la prueba. Sadeghi, que fue descalificado para las elecciones del pasado viernes, se muestra menos confiado que el viceministro. "No tengo mucha esperanza de continuar con vida en este mundo", ha escrito en su cuenta de Twitter. También ha aprovechado para pedir al poder judicial que deje que los presos políticos puedan estar con sus familias mientras dure el brote para evitar el posible contagio en las cárceles.
Según los medios iraníes, el responsable de la Universidad de Ciencias Médicas de Qom, Mohamad Reza Ghadir, también está en cuarentena. Ghadir, que estaba al frente de la gestión del brote en esa ciudad, declaró el lunes por la noche que el Ministerio de Sanidad había ordenado a los funcionarios municipales que “no publicaran ninguna estadística” relativa al coronavirus. También expresó su preocupación sobre “la extensión de los infectados por toda la ciudad”.
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