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“Cuando uno hace el salto a la nueva normalidad, es porque tiene el sistema de control de la pandemia listo. Y no fue así”

La concejal de Salud del Ayuntamiento de Barcelona, Gemma Tarafa, reclama que se refuercen los dispositivos de detección y rastreo de casos para contener el virus

Jessica Mouzo
La concejal de Salud del Ayuntamiento de Barcelona, Gemma Tarafa, durante una rueda de prensa el 13 de julio.
La concejal de Salud del Ayuntamiento de Barcelona, Gemma Tarafa, durante una rueda de prensa el 13 de julio.David Zorrakino (Europa Press)

Gemma Tarafa (Barcelona, 49 años) es la concejal de Salud en el Ayuntamiento de Barcelona. Licenciada en Bioquímica y Biología y doctorada en Biología Molecular, Tarafa afronta ahora la gestión de un rebrote en la capital catalana. Los nuevos casos diagnosticados se triplicaron en apenas una semana y hay 33 brotes activos y casi 700 nuevos contagiados esta semana, según las cifras del Govern.

La capital catalana llevaba desde el pasado 19 de junio instalada en la nueva normalidad: el Govern avanzó de la fase 2 al fin del estado de alarma en poco más de 24 horas y recuperó las competencias en la gestión de la pandemia. Una gestión controvertida y criticada por el Ayuntamiento de Barcelona. Ahora que la Generalitat ha vuelto a imponer una especie de fase 2 con medidas de restricción social para contener el aumento de contagios, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, les acusa de haber llegado tarde a estos rebrotes en la ciudad.

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Pregunta. ¿Cuándo detectaron que la situación de Barcelona se iba de las manos?

Respuesta. El seguimiento de los datos es clave y es necesario que se haga con mucho rigor. El primer semáforo naranja fue en la última semana de junio, cuando tuvimos 164 casos. En la semana de la 6 al 12 julio, tuvimos 496. Se triplicaron los casos en la ciudad y empezamos a insistir a la Generalitat en mejorar el rastreo.

P. ¿De dónde viene ese incremento de casos?

R. Lo que vemos estas semanas es lo que sucede dos semanas atrás, por ejemplo un Sant Joan. No quiere decir que todo venga de Sant Joan, peor cuando miramos los datos, vemos que todos los contactos se dan en encuentros, reencuentros, espacios de ocio y aire libre, porque en estos momentos informales hay más relax. Cuando esto empieza a pasar, es importante que el sistema de rastreo y seguimiento de casos esté operativo.

P. ¿Y en Barcelona no lo estaba?

R. El tiempo nos ha llevado a esta conclusión. Un sistema de seguimiento y control de una pandemia tiene tres agentes clave. El primero, la atención primaria y los hospitales, que son los que detectan los positivos. La segunda pieza son las unidades de vigilancia epidemiológica, que son las que acaban de hacer el censo de todos los contactos. Y después tienes los rastreadores, los que hacen las llamadas a los contactos de positivos para informarles. Estas tres piezas tienen que estar en sintonía y el sistema informático tiene que ser más robusto para garantizar la trazabilidad. Y hemos visto que este sistema no está operativo al 100%.

Pasamos de 24 a 33 brotes. Eso quiere decir que tienes una parte del contagio de la ciudad controlado en estos brotes pero ya caminas claramente hacia una transmisión comunitaria.

P. Según el sector sanitario, los rastreadores estaban de brazos cruzados porque no les llegaban los contactos a los que llamar. El cuello de botella estaba antes, en la detección de esos contactos.

R. No porque falten medios en atención primaria ya no faltan en los rastreadores. Para que la atención primaria pueda asumir esto, aparte de lo que hace, hay que reforzarla. Pero eso no excluye la necesidad de muscular los rastreadores. Con ellos hay un problema de medios y de coordinación: para que les llegue bien el primer censo de contactos, tiene que haber un sistema informático robusto que comunique bien a estos tres agentes y todavía no está. La coordinación entre los tres agentes de vigilancia ha de ser mucho más ágil. Hay que reforzar todo el operativo, numéricamente y en coordinación entre todas las piezas, si no, no funcionaremos con suficiente celeridad.

P. ¿En Barcelona se pueden rastrear los contactos o ya hay una transmisión comunitaria?

R. Cuando pasas de los 164 a los 496 es un salto muy grande. Pasamos de 24 a 33 brotes. Eso quiere decir que tienes una parte del contagio de la ciudad controlado en estos brotes pero ya caminas claramente hacia una transmisión comunitaria.

P. Con el auge de casos y la velocidad a la que van, ¿son suficientes las recomendaciones?

R. Hay una prohibición de encuentros de más de 10 personas en ámbitos grupales informales que darán unos efectos rápidos. Es importante que las medidas que pongamos vayan allá donde identificamos de máxima transmisión. En el espacio del niño o el trabajo no detectamos casos y no hay medidas. Tendremos que mirar semana a semana qué pasa. La respuesta de si estas medidas son suficientes nos la dirán los datos, pero es importante preguntarnos también si hemos llegado al 100% de la eficiencia de los rastreadores. A los vecinos de Barcelona les podemos pedir esfuerzos, pero si pedimos eso, tenemos que ser exigentes también para que el sistema de control y vigilancia funcione a la perfección.

P. Colau ha dicho que “el Govern ha llegado tarde al área metropolitana”. ¿Qué se tendría que haber hecho o cuándo?

R. Cuando en L’Hospitalet se limitan tres barrios porque la Generalitat detecta los focos más importantes, tenemos que entender que tenemos una ciudad extensa y tenemos que concebir que la ciudadanía trabaja en un lugar y vive en otro. La movilidad no está suscrita a tres barrios. Se ha de tener una mirada más amplia: son ciudades continuas.

P. ¿Cuáles han sido los grandes errores del Govern para decir que llegó tarde?

R. Ahora es un momento para colaborar. Pero cuando uno hace el salto de la fase 3 a la nueva normalidad, lo hace porque ya tiene preparado, musculado y activado todo el sistema de seguimiento y control de la pandemia. Y cuando se hizo este salto, por lo que vimos, no fue así.

Cambiar a otra situación dependerá de la evolución de los datos y de cuán rápido musculen el sistema de seguimiento y control de la pandemia.

P. ¿En qué escenario se plantearían un confinamiento domiciliario?

R. Con estas medidas, Barcelona no está confinada. Cambiar a otra situación dependerá de la evolución de los datos y de cuán rápido musculen el sistema de seguimiento y control de la pandemia. Las piezas claves son el número de contagios, cuán robusto está el sistema de detección y cómo van sobreviviendo los hospitales y su saturación.

P. ¿Fue un error pasar de la fase 2 a la nueva normalidad en apenas 24 horas, como hizo el Govern?

R. No es sencillo esto, pero tal y como se han avanzado las cosas, tienes la sensación de que se llega tarde a la situación de Lleida y al área metropolitana, también. Muscular el sistema de rastreo durante los momentos álgidos de la pandemia era complejo, pero cuando esa curva baja y pasas a la fase 2 y 3, hay que saber jugar bien. Cuando haces el salto a la nueva normalidad, tienes que tener el sistema de vigilancia preparado y perfecto. Si no estás preparado, el salto tiene que ser más gradual. Entendemos que había una crisis social y económica en la calle, pero cuando uno hace ese salto, el circuito de salud pública ha de estar preparado porque si no, no tiene capacidad para responder.

P. ¿Barcelona está preparada para afrontar una segunda ola?

R. No estamos en la segunda ola como en los momentos álgidos de la pandemia. Hay que poner en alerta a la población, pero no sobrecargar la angustia. Estamos en situación de brotes. Ahora tenemos que plantearnos dónde están los problemas y solucionarlos con celeridad para que no avancemos con más rapidez. Hay que anticiparse.

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Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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