El Gobierno rechaza la petición de cambio de fase para Madrid
El ministerio avala la capacidad de camas de hospitalización y UCI de la región, pero no el sistema de detección del virus desde la atención primaria
El Gobierno ha rechazado la tarde de este viernes la petición de la Comunidad de Madrid de pasar el próximo lunes a la fase 1 de la desescalada y así se lo ha comunicado al Ejecutivo regional. “El Gobierno avala la capacidad asistencial de Madrid pero se inclina por esperar a que el sistema de detección de atención primaria esté más afianzado para el cambio de fase”, según fuentes del Ejecutivo. En principio, volverán a evaluar la situación, pero esperarán al menos una semana para cambiar de fase, un avance en la desescalada que permite, en otras cosas, reuniones de hasta 10 personas, abrir las terrazas y los hoteles, los mercados al aire libre y acudir a espectáculos y museos con un tercio de aforo.
Madrid, la comunidad más golpeada por la pandemia, acumula 69.125 casos de coronavirus —64.333 confirmados por test PCR—, y mantiene en sus hospitales 2.806 ingresados por la infección, 537 de ellos en las unidades de críticos, una cifra que todavía supone 37 pacientes por encima de las camas públicas con las que región entró a esta crisis, 500. Además, es el territorio con más fallecidos, 8.552 en hospitales y 13.585 totales contando los muertos en domicilios, residencias de mayores y personas con discapacidad y “otros lugares” que la comunidad contabiliza, pero no especifica cuáles son, en su informe diario, que publica desde el pasado 22 de abril.
La razón del Ejecutivo coincide en parte con el criterio de la ya ex directora general de Salud Pública Yolanda Fuentes, que dimitió este jueves tras negarse a avalar la decisión de Madrid de solicitar el cambio de fase. En un informe enviado por Fuentes a la Consejería de Sanidad madrileña el pasado 5 de mayo, al que ha tenido acceso la cadena SER, la también subdirectora médica del hospital de La Paz pide que se desarrolle el sistema de vigilancia epidemiológica “para facilitar la explotación de los datos y dar contestación a los indicadores establecidos por el ministerio".
El peso de ese control del virus ha de recaer en la atención primaria, y en Madrid ese primer escalón de la Sanidad no reúne las condiciones para ponerlo en marcha. No solo lleva años de mermas por los recortes, durante lo peor de la pandemia fue reestructurada para derivar sanitarios para poder cubrir la asistencia en el hospital de campaña que se levantó en Ifema: se cerraron decenas de centros de salud y las urgencias de noches y fines de semana y todos los residentes de medicina de familia y muchos profesionales sanitarios de atención primaria fueron derivados allí. Ahora, una semana después de la clausura de ese centro de emergencias en el recinto ferial, muchos de ellos aún siguen cerrados y la actividad asistencial no ha terminado de recuperarse.
Con ese contexto, los expertos del Ministerio de Sanidad señalaban que era “obvio” que esta comunidad no estaba preparada para pasar a la fase 1 como no lo están Cataluña o Castilla y León, otras dos regiones muy afectadas que no han solicitado ese salto para la mayoría de su territorio, en especial las ciudades. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha confirmado esta tarde en rueda de prensa la decisión que se ha tomado sobre todas las propuestas de todas las autonomías.
El hecho de que la medida de solicitar el cambio de fase se hubiese tomado con la oposición de la ya ex directora general de Salud Pública, Yolanda Fuentes, no hizo sino reforzar la decisión prácticamente ultimada de Sanidad de rechazar la propuesta. Las fuentes del Ejecutivo consultadas estaban desconcertadas con la gestión de esta decisión por parte de Madrid, con una evidente fractura interna en el Gobierno que se recrudeció con la negativa de Fuentes a avalar la decisión por los malos indicadores sanitarios de la región. Y que no fue motivo para que el consejero de Sanidad no presentara el informe técnico en la noche del jueves.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha reconocido este viernes, en una entrevista en Telecinco, que el criterio principal para pedir al Gobierno el paso de la región a la fase 1 de la desescalada no es sanitario sino económico, y que la dimisión de Fuentes se debió a que no quería avalar el informe presentado por Madrid a Sanidad. Posteriormente, ha afirmado que el Ejecutivo regional “seguirá los pasos que el Gobierno central decida. Pero somos una autonomía que ha controlado la epidemia, reforzado su sistema sanitario y sabe lo que hace”, ha publicado en su cuenta de Twitter. “Preparamos una campaña de prevención individual; el lunes todos los madrileños tendrán su mascarilla”, ha añadido.
La crisis en Madrid tiene consecuencias políticas evidentes que trascienden a la comunidad. Madrid es el territorio de poder clave de Pablo Casado, y el ejemplo que siempre pone de cómo sería su gestión si llegara a La Moncloa. El líder del PP hizo toda su carrera política en Madrid y es allí donde tiene su principal apoyo interno. La figura de Isabel Díaz Ayuso, la presidenta madrileña, es una creación política de Casado, que la designó candidata cuando era una desconocida sin recorrido político destacado: nunca había sido consejera ni alcaldesa ni referente del partido.
La @comunidadmadrid seguirá los pasos que el Gobierno central decida.
— Isabel Díaz Ayuso (@IdiazAyuso) May 8, 2020
Pero somos una autonomía que ha controlado la epidemia, reforzado su sistema sanitario y sabe lo que hace.
Preparamos una campaña de prevención individual; el lunes todos los madrileños tendrán su mascarilla.
Casado y Ayuso han convertido Madrid en el ariete de la oposición contra el Gobierno, y la presidenta ha sido la más crítica entre los barones autonómicos con la gestión del Ejecutivo de Pedro Sánchez. La crisis interna del Gobierno de Madrid llega en la misma semana en la que Casado planteó un órdago al Gobierno, con la amenaza de tumbar la prórroga del estado de alarma, que finalmente tuvo el efecto contrario: Sánchez amplió su mayoría con un inédito acuerdo con Ciudadanos, que abre paso a una nueva relación, y consolidó su pacto con el PNV a cambio de ofrecer más cogobernanza a las autonomías. El PP finalmente se abstuvo, pero para entonces el PSOE ya tenía votos incluso para superar un no de los populares.
La situación política ha sufrido así un giro y si era el Gobierno el que la semana pasada sufría ante las críticas por el plan de desescalada, ahora es el PP el que queda en posición de clara desventaja y con la necesidad imperiosa de resolver su crisis en Madrid y reajustar el acuerdo con Ciudadanos, cada vez más molesto con la gestión de Díaz Ayuso.
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