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Luiza Carvalho | Directora regional de ONU Mujeres para las Américas y El Caribe (2014 - 2019)

“La mezcla de machismo y Gobiernos neoliberales es una combinación explosiva”

La socióloga Luiza Carvalho hace un repaso a la situación de las mujeres en Latinoamérica y coloca a Uruguay como ejemplo a seguir en la región

Luiza Carvalho este 7 de mayo en La Casa Encendida, en Madrid.Vídeo: JAIME VILLANUEVA | VIDEO: EPV
Isabel Valdés

Durante algo más de cuatro años, Luiza Carvalho (Goiania, 1956) se ha dedicado a recorrer Latinoamérica para conocer la situación de las mujeres en el continente. Hasta hace poco más de un mes, Carvalho era la directora regional de ONU Mujeres para Latinoamérica y el Caribe. Aún no tiene sustituta. Por el momento, dentro del organismo, esta doctorada en Sociología y consultora sobre género, pobreza y desigualdad es quien mejor puede hacer una radiografía de esa realidad. Uruguay, dice, es el mejor país de la zona para las mujeres por los avances políticos, sociales y legislativos. ¿El peor? No lo tiene claro: "Cualquiera que esté sacando la igualdad de la agenda pública". Arguye que esto está estrechamente vinculado a cómo se ve y qué valor se da a la sociedad. Está en España para hablar sobre la amenaza a los derechos humanos que supone la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil. Lo hará este miércoles en La Casa Encendida, en Madrid, en una conferencia coordinada junto a la Asociación de Mujeres de Guatemala AMG.

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Pregunta. Ha estado cuatro años al frente de ONU Mujeres para Latinoamérica y el Caribe, ¿Cuál ha sido la evolución?

Respuesta. Ha habido un avance importante y se han producido cambios. Por ejemplo, un incremento de las mujeres en el mercado laboral, una reducción de la brecha salarial y una puesta en marcha de políticas sociales, sobre todo enfocadas a la protección social. Que las mujeres, que en algunas zonas forman parte de grupos poblacionales bastante aislados y deprimidos, pasen a desarrollarse en cuanto al consumo, los cuidados, que tengan acceso a vivienda propia...

P. ¿Ha habido también cambios para las mujeres que no forman parte de esos grupos?
R. Hemos encontrado que la situación de las mujeres se dividía en tres. Lo que llamamos pisos pegajosos: mujeres con más dificultades, que son madres a una edad temprana y que ni siquiera terminan la escuela. Luego estaban las que ocupaban un lugar en las escaleras rotas, son las que están en un camino ascendente que frena por distintas causas, como las crisis económicas. Y las que están en ese techo de cristal, que son un número mucho menor, pero con mayor vinculación al mercado laboral.
P. Que es una de las claves de la lucha feminista: el ámbito económico.
R. Sí. En relación a esto obtuvimos una perspectiva muy clara. Las que tienen mayor presencia en el mercado laboral son las que tienen menor número de hijos y las que los han tenido más tarde. Las que han sido madres antes de los 19 años son las de esos pisos pegajosos, con menos remuneración y menos oportunidades. Y son los países con más políticas de educación sexual y acceso a anticonceptivos los que más mujeres tienen en esa primera situación.
P. ¿Cuál es la cifra de la brecha salarial?
R. La realidad es que no se sabe exactamente porque se calcula sobre el sector formal, ahí sale un 19% para Brasil, por ejemplo, o un 20% en Argentina. Y, mientras que crece el número de mujeres en el sector formal, también lo hace en el otro, con una fuerte precarización.
P. ¿Crece también esa presencia en otros ámbitos?
18 países de América Latina y Caribe han tipificado el feminicidio o lo especifican como homicidio con agravante
R. Sí, por ejemplo el número de mujeres en los Parlamentos, como en Cuba, México o Bolivia, pero eso no siempre cambia la realidad. Tienen que estar también en puestos ejecutivos, donde se mueven los negocios, se presiona, donde se puede influenciar.
P. ¿Podría poner algún ejemplo de políticas efectivas?
R. Una de las más representativas es Uruguay y su sistema de cuidados: está regulado por ley, hay una profesionalización y forma parte del sistema de seguridad social. Esto, que casi siempre se queda en el ámbito privado, según el tiempo y la capacidad económica, es en Uruguay un ejemplo de cómo hacer desaparecer las desigualdades.
P. ¿Se percibe un “contagio” entre países cuando se dan avances?
R. Sí, van aprendiendo unos de otros. Hoy, 18 países de América Latina y Caribe han tipificado el feminicidio o lo especifican como homicidio con agravante.
P. ¿Es este el problema más grave al que se enfrentan las mujeres latinoamericanas?
R. Sí, los datos en este ámbito no se mueven y tiene mucho que ver con la cultura machista, tan naturalizada en estos lugares. Además, crece mucho cuando aparecen Gobiernos neoliberales, como el de Jair Bolsonaro en Brasil. La mezcla de machismo y Gobiernos neoliberales es una combinación explosiva porque estas ideas patriarcales pasan a tener un carácter público, se despolitiza la igualdad y los temas sociales quedan en segundo plano. Justo lo contrario de lo que sucede en España.
P. ¿Latinoamérica mira hacia España en esta cuestión?
R. Mucho. Yo siempre digo que debería hacerse una arqueología de la cooperación española en la región porque ha tenido mucho que ver con el fortalecimiento en la capacidad de respuesta por parte del Estado, la sociedad civil y sectores que hasta ahora no estaban presentes en la lucha por la igualdad. El apoyo de España ha sido fundamental, por ejemplo, para los cambios legislativos. El protocolo latinoamericano de investigación de las muertes violentas de mujeres por razones de género sirvió como base para que diversos países desarrollaran su legislación y sus sistemas de respuesta, y España colaboró con su financiación. Además, España ha financiado numerosas cooperaciones de alto impacto que, para muchos países serían sus primeros planes de combate a la violencia y de igualdad

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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