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La brecha salarial son los hijos

Las últimas investigaciones relacionan casi toda la penalización a las mujeres en sueldo, oportunidades laborales y cargos directivos con cómo se cuidan los niños

El cuidado de los hijos es lo más determinante para la brecha salarial.
El cuidado de los hijos es lo más determinante para la brecha salarial.Massimiliano Minocri
Alejandro Bolaños

¿Qué vais a hacer con los niños? La pregunta, a madres y padres, a la sociedad, a las empresas, casi nunca se formula así. Pero de cómo se responde dependen los sueldos, las jornadas laborales, las oportunidades de trabajo, la promoción a puestos directivos, las pensiones o el ocio. Y la respuesta que se da cada día endosa la factura a las mujeres.

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“Los empresarios tienen una base de datos en la cabeza, y lo que les dice es que las mujeres somos mano de obra de alto riesgo, que estaremos menos disponibles para el empleo, que nos ausentaremos más, que nuestro puesto podría llegar a estar más protegido del despido”, resume María Pazos, investigadora del Instituto de Estudios Fiscales.

En la última década, la brecha salarial media entre mujeres y hombres en España fluctúa del 21% al 23% —por hora trabajada, entre el 14% y el 17%—, tras experimentar un notable descenso en el paso del siglo XX al XXI: en 1995, las mujeres cobraban de promedio un 33% menos que los hombres. Tras recorrer el camino hacia la igualdad laboral a trancos, en la mayoría de países occidentales se ha aflojado la marcha.

La brecha salarial menguó en España al tiempo que se revertían las diferencias educativas y se estrecha la distancia en participación laboral: en tres décadas, la población activa femenina se duplicó para llegar al 70% de las mujeres en edad de trabajar, por un 80% de hombres.

Pero otras tendencias se resisten a cambiar: el desfase de género en salarios y empleo aumenta con la edad, los hombres tienen más peso en puestos y sectores mejor remunerados, las mujeres dedican el doble de tiempo al trabajo no pagado, tres de cada cuatro contratos a media jornada son de ellas. También lo son la inmensa mayoría de las excedencias, las reducciones de jornada y los permisos.

Una penalización que roza el 20% en Dinamarca

Un puñado de investigaciones, muy recientes, ha logrado cuantificar el impacto de lo que, aparentemente, explica todos esos comportamientos: tener hijos. “Lo que demostramos es que hombres y mujeres reciben un salario desigual porque hay una distribución desigual del cuidado de los niños. Para la mayoría de las mujeres, un trabajo en las mismas condiciones no es una opción”, sostiene un estudio publicado el mes pasado en EE UU, del que se hicieron eco The New York Times y las redes sociales.

La otra huelga

Para este Día de la Mujer, está convocada la primera huelga general feminista. Pero en las últimas décadas se ha instaurado otro tipo de protesta social por las dificultades para conciliar vida laboral y familiar. En España se ha proclamado una "huelga de fecundidad", como la denomina el profesor Gosta Esping-Andersen, de la Pompeu Fabra, que sitúa a las mujeres españolas entre las que menos hijos tienen (1,3) y más tarde (a los 31 años).

"Hay que tirar del hilo del debate social sobre los cuidados, por eso es tan importante que empecemos por igualar los permisos de paternidad y maternidad", señala la investigadora María Pazos, que forma parte de la Plataforma Por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción, promotora de iniciativas que han llegado al Congreso. El objetivo de la plataforma es que los permisos para los dos progenitores sean "intransferibles, de igual duración, pagados al 100% de la base reguladora y con la misma parte obligatoria". En suma, que el permiso para los padres [ahora cuatro semanas no obligatorias] llegue a ser en todo igual al de las madres [16 semanas,de las cuales seis obligatorias].

"En aras de la equidad de género, las mujeres y los hombres no tendríamos que competir sobre quién está más disponible para trabajar a deshoras", dice la catedrática Sara de la Rica. Para mí esa es la dirección en la que hay que avanzar: lograr que la vida familiar y la laboral sean muchos más compatibles y por tanto tener jornadas, con entrada flexible entre las ocho y las nueve de la mañana, y salidas entre las cuatro y las cinco de la tarde".

Para De la Rica, "hay sectores con horarios específicos que hay que tratar por separado, pero alrededor de un 70% de los trabajadores podría tener ese horario si hubiera voluntad de hacerlo. El problema es que no hay esa voluntad, ya que exije un cambio y nadie está dispuesto a liderarlo".

A partir de bases de datos administrativas y del sistema de pensiones, el estudio rastrea la vida laboral y personal de todos los daneses entre 1980 y 2013. Y comprueba qué ocurre con los ingresos cuando se tienen hijos: respecto al año anterior al primer nacimiento, la retribución de las madres llega a caer un 30%, para apenas limar el desfase después. “Los niños apenas afectan a los ingresos de los hombres”, añade el informe. En diez años, la penalización en el ingreso medio de las madres respecto al de los padres roza el 20%.

Otra de las conclusiones del estudio sobre Dinamarca es que la penalización por tener hijos ha pasado de explicar el 40% de la brecha salarial a suponer el 80%. “Esto ya no se explica por la tradicional historia de la ventaja comparativa [en formación, en habilidades, en experiencia] de los hombres”, explica por correo electrónico, Henrik Kleven, de la Universidad de Princeton (EE UU) y autor del estudio. “La penalización para las madres se mantiene en el tiempo, algo que puede deberse a la transmisión de códigos culturales y sociales o a preferencias intrínsecas”, añade. Encuestas internacionales apuntan a que, incluso en los países más proclives a la conciliación laboral, como Dinamarca o Suecia, la opinión mayoritaria sigue siendo que la mujer debe reducir la jornada o quedarse en casa cuando hay que criar niños pequeños.

Otro estudio reciente, capaz de analizar la trayectoria laboral de todos los directivos de empresas suecas que tenían entre 40 y 49 años en 2011, concluye que “la brecha de género en la probabilidad de ser consejero delegado de una gran empresa se debe completamente por lo que ocurre al inicio de la carrera profesional, en los cinco años posteriores al nacimiento del primer hijo”.

El trabajo del Instituto de Investigación en Economía Industrial de Estocolmo descarta que las supuestas diferencias de conducta entre hombres y mujeres respecto al riesgo o la competitividad tengan incidencia alguna. Una lección similar extrae otro análisis realizado a partir de encuestas a 2.495 graduados entre 1990 y 2006 en el máster de administración de empresas de la Universidad de Chicago (EE UU). “La presencia de niños está asociada a una menor acumulación de experiencia laboral, más interrupciones en la carrera profesional, menos horas trabajadas y un sustancial descenso de los ingresos para las mujeres, pero no para los hombres”.

Más brecha entre los 30 y los 34 años en España

“Sería muy interesante hacer en España un estudio como el que se ha hecho sobre Dinamarca, pero no tenemos la información disponible”, señala Sara de la Rica, catedrática de Economía de la Universidad del País Vasco. De la Rica sí ha logrado delimitar lo que pasa con las remuneraciones de los trabajadores españoles que nacieron entre 1968 y 1972. Comprobó que las diferencias salariales de género se ampliaron entre los 30 y los 34 años, la franja de edad más frecuente para el primer nacimiento. Y que fueron mayores en los trabajadores a tiempo completo con estudios superiores.

“No puedo comprobarlo empíricamente, pero en la diferencia en el salario base que aprecio para esa franja de edad en hombres y mujeres con ocupaciones muy similares no veo otra razón que el impacto de la maternidad”, señala la catedrática de Economía. De la Rica también detecta un desfase notable en los complementos variables, pero esa brecha no crece con la edad. “Los mayores complementos están concentrados en unos pocos sectores, muy masculinos”, acota.

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