Chile contrata a cien doctores
Los docentes mejoran sus condiciones laborales y huyen de la crisis en España
Jaime Lacueva es sevillano, tiene 38 años y lo intentó todo antes de animarse a emigrar a Chile. Doctor en Historia de América y con 14 años de estudios universitarios en España, fue profesor de la Universidad de Sevilla entre 2009 y 2013, pero siempre de interino. En plena crisis, primero sustituyó a una académica fallecida y luego a otros dos catedráticos que jubilaron. Pero pese a que se abrieron otras tres nuevas plazas en su departamento, dice que nunca se convocó un concurso: “Y mantuvieron mi interinidad. Salario bajo, muchas horas de clase y precariedad laboral. Pasaron de tener 24 profesores en 2010, a 10 en la actualidad”. Hoy investiga y dirige el programa de Magíster y Doctorado en Historia de la Universidad Autónoma de Chile.
Cien doctores españoles de distintas disciplinas han llegado en el marco del Programa Internacional Regular (PAIR) de la Autónoma, una entidad privada de 20.000 alumnos que está empeñada en contratar doctores extranjeros para trabajar en Santiago y en sus sedes de Talca y Temuco, en el sur. Desde junio de 2012 se han abierto tres convocatorias, a las que se han presentado 3.000 candidatos, la mayoría españoles. Se ofrece contratos indefinidos (3.500 euros), algo impensable en España.
El primer país sudamericano miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) tiene una economía emergente, pequeña y musculosa, de las mejor evaluadas en la región. Presume de un 6,1% de desempleo, aunque el Fondo Monetario Internacional ha recortado las estimación de crecimiento para 2014 a un 3,6, y destina en educación un 4,2% del PIB. Pero el total es de 7,1% considerando los recursos privados.
La cobertura de educación superior ha crecido rápido en las últimas décadas en Chile. El director del Centro de Estudios Públicos (CEP), Harald Beyer, explica que de las 59 universidades que existen en el país, 39 son privadas y se inauguraron desde 1981 a la fecha, lo que ha hecho aumentar el número de alumnos. Si en 2000 había 450.000 estudiantes en el sistema de educación superior, actualmente son 1.100.000. “Un sistema que crece tan rápido en un país como Chile no tiene capacidad de tener los académicos necesarios para producir educación con buenos estándares de calidad. Muchas universidades chilenas intentaron suplir esta carencia de profesores con formas ingeniosas, como pedir a profesores de otras instituciones. Pero eso tiene un límite, porque el capital humano es escaso”, señala Beyer.
La docena de doctores contactados para el reportaje dejaron casi todo a cambio de mejores condiciones laborales. La inmensa mayoría están entusiasmados y pretenden quedarse. Pero no ocultan su decepción con España, como lo relata Patricia Tapia Ballesteros (31 años), doctora en Derecho Penal de la Universidad de Valladolid: “ No estoy en Chile porque tenga un espíritu aventurero. La mayor parte vinimos porque desgraciadamente no se nos ha dado una oportunidad en un país que ha hecho una inversión importante en nuestra formación”.
La media de edad son 35 años, pero la edad no es un requisito para la Autónoma, que pretende pasar de 100 a 250 doctores extranjeros y pronto abrirá una nueva convocatoria. “La investigación ha aumentado considerablemente y hemos dado un salto cuantitativo y altamente competitivo”, señala Hernán Viguera, vicerrector de Extensión y Comunicación de la universidad, y cerebro del programa.
Algunos de los españoles han venido con sus familias, como Patricia Tapia, que llegó con su marido que tenía trabajo en España. Pero no todos han tenido la misma suerte: Cecilia Gómez Santos (42), doctora en Farmacia en la Universidad de Murcia, llegó en agosto de 2013 para dar clases en Kinesiología y Nutrición, pero tuvo que dejar en Cartagena a su marido y a su hija de 17 años: “El grado de doctor es la mayor titulación por parte de la universidad y, siendo los más formados, somos los que nos tenemos que ir de nuestro país porque no se invierte en investigación”, lamenta.
“Chile es un país latino aparentemente parecido a España. Tanto social como económicamente está creciendo mucho y es uno de los más seguros de Latinoamérica”, relata Raquel Marina Hernández (29), doctora en Biología por la Universidad de León.
La demanda de doctores extranjeros se explica, en parte, porque Chile no cuenta con una cantidad suficiente de investigadores, una de sus principales debilidades. Según la OCDE en 2009 existían 383 doctores por cada millón de habitantes, lo que no solo es bajo respecto de los miembros de la organización y otros países emergentes. Lo explica Gonzalo Arenas, de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt): “Tenemos unos 5.000 investigadores activos que buscan fondos de investigación de Conicyt y ese número es el que tiene cualquier universidad grande en Europa y Estados Unidos”.
La Autónoma no es la única universidad que ha fichado a doctores españoles. La Pontificia Universidad Católica, tiene a 18 en su plantilla, y la mayoría ha ingresado por concurso internacional. Uno de ellos es José Santos, de 48 años, doctor en Ciencias Biológicas, que actualmente trabaja en la Facultad de Medicina. Dice que en Chile había mayores oportunidades y lo que las universidades locales buscan “académicos capaces de conseguir fondos y liderar proyectos de investigación”.
La Universidad de Chile, la pública de mayor prestigio, también cuenta con un cuerpo docente español. Una de ellas es la arquitecta Laura Gallardo (37). Dice que hace un par de años intentó buscar trabajo en España, “pero habían recortado mucho los fondos de investigación y profesores”. Decidió regresar a Chile, donde había cursado parte de sus estudios. Da un consejo a los doctores españoles: “Deben revisar bien las plazas existentes, porque no es tan fácil entrar a la universidad como describen. Cada vez son más exigentes los concursos académicos”.
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