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'IN MEMORIAM'

Enrique Pérez Payá, investigador y emprendedor

Desarrolló su investigación en la frontera entre la química y la biología

El repentino fallecimiento del profesor Enrique Pérez Payá a finales del mes pasado causaba amplia consternación en el mundo científico dedicado a la investigación en la frontera de la química y la biología. Enrique (Monòver, Alicante, 1962), se doctoró en Ciencias Químicas por la Universidad de Valencia y realizó una productiva estancia posdoctoral en el Torrey Pines Institute de San Diego, California, donde contribuyó al desarrollo de la química combinatoria. A su vuelta creó su propio grupo de investigación como profesor titular en la Universidad de Valencia. En 2002 ganó una plaza de investigador científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), adscribiéndose al Instituto de Biomedicina de Valencia, y desarrollando su investigación en el Centro de Investigaciones Príncipe Felipe en Valencia, donde estuvo al frente del departamento de Química Médica, contribuyendo al desarrollo en España de la biología química dirigida a desarrollar medicamentos.

Enrique publicó más de 100 artículos científicos en revistas internacionales de primera fila, siendo un autor citado y admirado por colegas de todo el mundo. Director de tesis doctorales, miembro del comité organizador de congresos nacionales e internacionales, coinventor de patentes, buena parte de ellas transferidas al sector industrial, impartió asimismo cursos de posgrado y conferencias como profesor invitado. Recibió asimismo distintos reconocimientos a su labor científica. Además, Enrique fue un emprendedor. Participó en la creación de la empresa DiverDrugs (1999) en una época donde la emprendeduría científica no era admitida por amplios sectores de la sociedad científica y universitaria.

De Enrique brillaba su personalidad. Para quienes tuvimos el privilegio de contar con su amistad, no podemos más que destacar sus cualidades como persona y dar cuenta del enorme vacío que su ausencia nos ha creado. Nos ha dejado un científico de relieve, de los que hacen tanta falta en la ciencia española, y una gran persona.

Por todo ello, colegas y amigos del mundo científico y de fuera de él queremos transmitir a su familia, nuestra profunda condolencia por esta pérdida, injusta y a deshora. Entre todos los que le conocimos y quisimos, el recuerdo de Enrique será imborrable y su ejemplo como científico y persona, una guía de comportamiento y actitud. En estos tiempos, donde tan difícil se vislumbra encontrar motivos para confiar en el futuro de la investigación española, donde a los científicos se nos exige conseguir cada vez “más con menos”, pueden existir dos actitudes contrapuestas. Tirar la toalla, buscando refugio en otras latitudes, más hacia el norte, donde todavía se cree que la ciencia es un motor incuestionable de generar riqueza y bienestar a través de crear conocimiento y tecnologías innovadoras, o bien resistir con los escasos medios disponibles, para que lo que con tanto esfuerzo hemos creado y conseguido pueda tener una esperanza de continuidad y futuro.

Enrique, como una gran mayoría de científicos de este país, eligió el camino de seguir luchando por mantener la actividad científica en España, haciendo cada vez más con mucho menos, llegando muy probablemente al límite y tensando la cuerda quizá demasiado. Quienes por un lado y otro siguen forzando que se estire, deberían reflexionar seriamente sobre lo que pierde nuestra investigación y la futura creación de conocimiento, riqueza y bienestar con pérdidas como la de Enrique. Hasta el “más por menos” que nos intentan inculcar los responsables de nuestras instituciones tiene, ha de tener, un límite. En una sabrosa autobiografía que escribió a solicitud del consorcio SICI del programa Consolider-Ingenio 2010, al que pertenecía, Enrique no cejaba de recordar que había sido “un tipo con suerte”. Pero más bien ha sido la ciencia española la que ha tenido la suerte de contar con un “tipo” como Enrique.

Antonio Ferrer es catedrático de Bioquímica y Biología Molecular y Ángel Messeguer profesor de investigación del CSIC.

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