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“Según Google, sigo siendo deudor y casado”

Este calígrafo ha llevado al Tribunal Europeo el ‘derecho al olvido’ en la Red

Costeja: “Yo sí que corrí delante de los grises”.
Costeja: “Yo sí que corrí delante de los grises”.X. Lobato

“Jugar al póquer conmigo es imposible, detecto enseguida si es un farol”, dice entre risas Mario Costeja González. Perito calígrafo judicial y experto en comunicación no verbal, este español plantea una batalla inédita contra un gigante de Internet, Google. En el Tribunal Europeo de Justicia acaba de quedar vista para sentencia su demanda contra el famoso buscador para que deje de indexar un viejo anuncio sobre una subasta de bienes embargados por una deuda con la Seguridad Social.

Fue publicado hace 15 años en la edición en papel de La Vanguardia, a instancia del Ministerio de Trabajo. El problema surge una década después, cuando el diario digitalizó su hemeroteca. Al teclear en el popular motor de busca en la Red el nombre y apellidos de este especialista en desvelar lo que oculta la escritura o las expresiones faciales, aparece aquel viejo asunto del embargo por un impago de una antigua tienda que llevaba con su esposa.

“Todo estaba solucionado y pagado desde hacía años, me divorcié desde entonces, pero según Google sigo siendo deudor y casado”, reseña Costeja. Por eso clama por el derecho al olvido. Confiesa que no sabe cómo se puede articular. Pero consiste, como ya le reconoció la Agencia Española de Protección de Datos, que le secunda en su demanda, en que el buscador —de acuerdo con las normativas comunitaria y española— atienda a los derechos de cualquier ciudadano a la cancelación u oposición sobre sus datos personales.

El fallo se espera para junio y sentará jurisprudencia. Resolverá, entre otras, una pregunta de órdago: “¿La empresa que gestiona el buscador es responsable del tratamiento de datos personales contenidos en las páginas web que indexa?”. Google se opone, alegando que al ser una empresa de EE UU solo se somete a las normas de ese país.

Frente a la bahía de A Coruña, a dos pasos de la facultad en la que imparte un curso sobre comunicación no verbal, Mario Costeja despacha en la cafetería con una tableta y su teléfono móvil. Apenas toca el diminuto café solo, que deja enfriar. Y recurre sin reparos al buscador que demandó para mostrar noticias y resoluciones judiciales que generan su caso. “No queda otra, Google es una herramienta fantástica, y no tengo nada contra ella; al contrario”. Pero no está dispuesto a que “gane la prepotencia norteamericana”. “Yo no quiero ni un duro con esta batalla, ni siquiera recuperar los gastos que me supone”, aclara.

“Lo que me preocupa es que haya derecho a quitar de Internet algo de tu pasado que, pese a estar resuelto, te persigue. Un presidiario tras cumplir su condena queda eximido de responsabilidad, pero en Google la sigue teniendo toda la vida”. Y se indigna cuando se relaciona su demanda con poner límites a la libertad de expresión en la Red. “La he defendido a capa y espada toda mi vida; yo sí que corrí delante de los grises para defenderla. Siempre fui antiprohibir”. Pero, según Costeja, todo viene de que precisamente “Google no tiene derecho jurídico a la libertad de expresión, es solo un corta y pega”, proclama. Ilustra el argumento con otro ejemplo de plena actualidad: las personas desahuciadas por impago de sus hipotecas. “Han perdido su casa, la dignidad y encima con Google van a aparecer como morosos toda su vida. No hay derecho”. Con su demanda pionera en Europa, solo busca, insiste, ser fiel a su máxima: “Primero son siempre las personas y luego las cosas”.

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