La ciudad como aula
"Echándose a la calle, la Universidad ha salido al encuentro de la sociedad"
Hace unos días, ocurrió en Madrid un hecho altamente sugerente: la presencia en calles y plazas de un centenar de profesores que impartían clases a sus alumnos. El motivo fue la protesta contra los recortes y la subida de tasas en la Universidad. Confiemos en que haya sido de utilidad.
Sin embargo, la irrupción de la enseñanza en el espacio público por excelencia (la calle) constituye un feliz acontecimiento cargado de frescura que, como profesor dedicado a la Arquitectura de la Universidad desde hace años, quiero ensalzar, por varias razones.
Debe incrementarse la visibilidad de la Universidad en la cotidianeidad ciudadana. En la cultura europea y la española, el saber ha estado secularmente vinculado al corazón metropolitano, salvo en los desafortunados procesos de abandono del mismo sucedidos en la segunda mitad del pasado siglo.
La irrupción urbana de las actividades de enseñanzaaprendizaje remite a la capacidad de la Universidad como promotora de innovación, que desencadena en torno a sí dinámicas de recualificación sociocultural y urbanística. Una mirada al barcelonés sector del Raval es suficientemente ilustrativa: la implantación de algunas facultades y del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) regeneran el otrora deteriorado barrio.
No es menor la contribución didáctica de la propia ciudad, llamada a aportar valores patrimoniales que incrementen el potencial curricular; muchos profesores de Arquitectura solemos impartir enseñanza frente a obras de interés.
Lo sucedido en Madrid ha de recordarnos la dimensión universal del conocimiento, en cuanto a la accesibilidad global al mismo; como elocuente muestra, cabe citar las aulas abiertas del Wallenberg Hall (Universidad de Stanford, en Estados Unidos), que han eliminado sus paramentos laterales para promover la inmersión casual de paseantes en las clases.
Echándose a la calle, la Universidad ha salido al encuentro de una sociedad que nunca debiera perderla de vista. Motivada en este caso por una protesta, la imagen de universitarios en ámbitos urbanos constituye en sí mismo un manifiesto espacial que reivindica el decisivo papel social que la educación superior ha de desempeñar; una puesta en escena que nos llama a ser conscientes de que el saber y la investigación son probablemente quienes nos podrán sacar del atolladero actual.
Pablo Campos Calvo-Sotelo es profesor de Arquitectura de la Universidad San Pablo CEU.
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