“Los investigadores en otros países nos pisan el terreno”
“En un par de años tendré que abandonar la ciencia, reinventarme y buscar otro trabajo"
Aixa Morales investiga cómo se forma el sistema nervioso para entender cómo está constituido el cerebro y cómo los fallos en el desarrollo pueden suponer un problema para el individuo adulto. Tiene 43 años y lleva 19, incluidos cuatro y medio en el Cancer Research UK, en Londres, trabajando con éxito como científica. Ahora está en una situación muy precaria, compartiendo proyecto y laboratorio con una investigadora del Instituto Cajal de Neurociencias, del CSIC, en Madrid. Le pilló de lleno el inicio del recorte presupuestario en I+D hace un par de años. “Obtuve un contrato Ramón y Cajal de cinco años y monté mi grupo de investigación aquí, en el Cajal”, relata. Logró dos proyectos —de tres años— del Plan Nacional, con financiación para desarrollar su trabajo con un pequeño equipo.
Pasó con éxito la evaluación del Ramón y Cajal. Y cuando tendría que haber accedido a un contrato de consolidación, llegó la crisis y se interrumpió esa trayectoria dura y competitiva, pero con perspectiva, que venía siguiendo. “En 2008 el CSIC sacó 200 plazas de científico titular; en 2009, fueron 50; en 2010, 26; en 2011, 30, y en 2012, parece que ninguna…”, comenta Morales en su minúsculo despacho típico de investigador (en su caso compartido) anexo al laboratorio.
Al encontrarse sin contrato, Morales no se vino abajo, se buscó una salida. “Ahora estoy como contratada para este proyecto, con una financiación de unos 100.000 euros para tres años, de los que salen mi sueldo, material de laboratorio, reactivos, publicaciones… todo. Yo cobro como si fuera una licenciada, no como una doctora con 19 años de experiencia científica y buenos resultados; incluso he dirigido dos tesis doctorales”, explica.
¿Y dentro de dos años, cuando se acabe el proyecto y el contrato? “Este trabajo es vocacional, muy satisfactorio, siempre lleno de retos… Pero a veces sí que me desmoralizo”, reconoce Morales. “Veo mal mi supervivencia como investigadora”. Tiene tres hijos y su marido trabaja en España, así que lo de irse al extranjero de momento no puede ser. “En un par de años tendré que abandonar la ciencia, reinventarme y buscar otro trabajo”, dice Morales. “El Gobierno tiene que darse cuenta de que si se paraliza o se destruye el sistema, luego se tarda una década en reconstruirlo y, mientras tanto, los investigadores en otros países nos pisan el terreno”.
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