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El paso a la menopausia no engorda tanto como creías

Muchas mujeres de mediana edad achacan su aumento de peso al proceso de transición a la menopausia, pero no es algo que ocurra de la noche a la mañana

menopausia engorda
El efecto de la edad sobre el peso se puede percibir a partir de los 30 años, cuando el músculo comienza a reducirse y se queman menos calorías en reposo.Antonio Santos (Getty Images/iStockphoto)
Raquel Bernácer

Al inicio de año, muchas personas, sobre todo mujeres, comienzan nuevas rutinas con el objetivo de perder peso. Si bien el enfoque debería ser el de cambiar de hábitos para mejorar el bienestar y la calidad de vida, y que la pérdida de peso sea la consecuencia de esos cambios, lo cierto es que todavía hay muchas mujeres obsesionadas con el número que marca la báscula.

Muchas mujeres de mediana edad achacan su aumento de peso al proceso de transición a la menopausia. En consulta es habitual que lleguen mujeres entre los 45 y 55 años que, de repente, se encuentran con 12 kilos de más. Este “de repente” es la manera en la que lo suelen verbalizar las pacientes, pero no es algo que ocurra de la noche a la mañana. En realidad, lo que está ocurriendo es algo más complejo, pues están confluyendo una serie de acontecimientos que potencian el riesgo de que aumente la cantidad de grasa corporal más de lo debido durante esta etapa vital.

Por un lado, tenemos la perimenopausia, esos años previos a la menopausia y que se caracteriza por toda una serie de síntomas, como sofocos, alteraciones del sueño, del sistema genitourinario o del ánimo, por nombrar algunos. La perimenopausia suele ser la primera a la que se le culpa del aumento de peso. Sin embargo, los estudios muestran que las mujeres suelen ganar, de media, entre 2 y 3 kilos de peso durante la transición a la menopausia, aunque ciertamente hay bastante variabilidad interindividual.

La falta de estrógenos conduce a un aumento en la grasa corporal, pero también se produce un descenso en la masa muscular, con lo que el peso, en realidad, se ve levemente afectado. Sin embargo, lo que sí se produce es un cambio en la distribución de la grasa corporal. Así, antes de entrar en la perimenopausia, la grasa corporal se distribuye mayoritariamente en la zona subcutánea de los glúteos y caderas, mientras que la mujer posmenopáusica tiende a presentar mayor cantidad de grasa total, mayor porcentaje de grasa y una acumulación de grasa a nivel visceral, en el abdomen.

Menor gasto de calorías

El efecto de la edad sobre el peso se puede percibir a partir de los 30 años. En ese momento, comienza a producirse un descenso progresivo de la masa muscular, lo cual se traduce en una tasa metabólica basal menor. Esto quiere decir que quemamos menos calorías en reposo al tener menos músculo.

Los cambios en la edad también dan lugar a un descenso de la actividad física, que puede ser sutil y no perceptible por la mujer. Sin embargo, esto tiene un efecto acumulado sobre el gasto energético, dado que al ejercitarse o moverse menos, repercute de nuevo sobre la masa muscular, descendiendo su proporción y contribuyendo a esa disminución de la tasa metabólica basal, dando como resultado un aumento en la grasa corporal.

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Dos mujeres se ejercitan en un parque madrileño en 2022.Aitor Sol

Por eso, la actividad física programada, realizada de forma habitual, es clave para mantener la masa muscular en las mujeres. Curiosamente, el porcentaje de sedentarismo en las mujeres aumenta a partir de los 35 años. De hecho, la mitad de las mujeres entre 45 y 64 años no practican actividad física ningún día de la semana.

Así, hasta la fecha, la mayoría de la literatura científica apoya la teoría de que el aumento del peso en la mujer madura se debe principalmente al aumento de la edad y a los cambios en el estilo de vida, y que la bajada de estrógenos ocasionados por la menopausia per se no produce un aumento significativo de peso tras ajustarlo por la edad.

Otro factor importante que puede contribuir al aumento de grasa corporal durante la transición a la menopausia son las alteraciones del sueño características de esta etapa. Además, si los sofocos y las sudoraciones nocturnas son recurrentes, la falta de descanso puede ocasionar un aumento de la fatiga y un descenso de la actividad física, ya sea espontánea o programada.

La labilidad emocional es otro de los síntomas característicos de la transición a la menopausia. Los cambios en el estado de ánimo pueden interferir en la adopción de hábitos saludables y contribuir al aumento de peso, ya sea utilizando la comida como vía de escape a las emociones o no encontrando la motivación ni las ganas para practicar ejercicio físico o comer de forma saludable.

Se diría que la mujer madura tiene todas las de perder para mantener su peso dentro de un rango que le permita vivir con salud y calidad de vida. Sin embargo, es posible alcanzar un peso saludable cuando el enfoque en el manejo de la pérdida de peso es multifactorial: alimentación, ejercicio físico y apoyo psicológico para facilitar el cambio de hábitos.

Por todo ello, es importante tomar consciencia y ajustar tanto la alimentación como la actividad física de forma consciente, comprendiendo los cambios que ocurren en el cuerpo y que la pérdida de peso, más que un fin en sí mismo, es el resultado del autocuidado y un estilo de vida saludable.

Una prioridad mundial

Según el Instituto Nacional de Estadística, el porcentaje de mujeres que sufre sobrepeso y obesidad empieza a aumentar considerablemente a partir de los 35 años. Si de los 35 a los 44 años, un 31% de mujeres padecen sobrepeso y un 13% obesidad, las cifras suben hasta un 37% y un 15% respectivamente en la franja de edad donde se produce la menopausia, entre los 45 y 54 años.

Que casi la mitad de las mujeres de esta franja de edad padezcan sobrepeso u obesidad pone en jaque el bienestar de una parte de la población muy importante, por las graves consecuencias que pueden tener a largo plazo para la salud.

La obesidad es una enfermedad crónica compleja. Se caracteriza por un exceso anómalo de grasa corporal que afecta negativamente a la salud física y mental de la persona que la sufre. El gran impacto que tiene sobre la salud la ha elevado a los primeros puestos de los problemas de salud pública a nivel mundial. Padecer obesidad aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, algunos tipos de cáncer (mama, endometrio, ovario) u osteoartritis. De ahí que su prevención y tratamiento sea una prioridad mundial.

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Sobre la firma

Raquel Bernácer
Es dietista-nutricionista, cocinera y divulgadora. Máster en Nutrigenómica y Nutrición Personalizada por la Universitat de les Illes Balears y actualmente cursando el Máster en Nutrición, Medicina y Salud Hormonal de la Mujer por la Universidad de Murcia.

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