Gilles Lipovetsky: “Tratar la salud como un negocio nos estaba llevando al desastre”
La crisis que acompaña a esta nueva era causará transformaciones, advierte el filósofo y sociólogo, pero no revoluciones
Para el filósofo y sociólogo Gilles Lipovetsky, hay dos formas opuestas de interpretar el rastro que dejará la pandemia a su paso. Unos dicen que será un tsunami que lo cambie todo. Otros dicen que nada va a cambiar, en una actitud pesimista que le recuerda a las palabras de Michel Houellebecq: "El mañana será igual, solo que peor". El escritor no vaticina cambios, pero sí aceleración de tendencias existentes. "No vivimos en un momento que constituya un completo trastorno", descarta durante su intervención en la segunda jornada del evento Retina Reset, impulsado por Santander y Telefónica, y patrocinado por Accenture, Novartis, Philip Morris, Renfe,Uniry Red Eléctrica de España.
Ahora en Europa sabemos que no estamos protegidos frente a las grandes epidemias. "Hemos sentido una especie de ducha fría. Pensábamos: 'Bueno, quizás en Asia o en África'", reconoce. De esta revelación se desprende que el progreso científico-técnico no construye una sociedad a prueba de "seísmos". Para Lipovetsky, autor del libro La era del vacío, entramos ahora en la era de la inseguridad y del miedo. "Tenemos sociedades en las que todos se vuelve más problemático. Se tiene miedo al desempleo, miedo al calentamiento global, miedo a la degradación de nuestro estatus, miedo a la identidad debido a la inmigración, miedo al terrorismo. Y, ahora, el miedo a las epidemias", enumera.
La crisis que acompaña a esta nueva era causará transformaciones, advierte el filósofo, pero no revoluciones. "Una podría ser el cuestionamiento de la globalización ultraliberal, porque los países europeos de repente se han encontrado este invierno en una situación sin precedentes. No teníamos las herramientas para curarnos, así que dependemos de China. ¡Es increíble!", razona. ¿Se detendrá la globalización? Tampoco. Lo que sí imagina Lipovetsky es una mayor exigencia sobre el Estado para que asegure la autonomía en lo que a seguridad sanitaria se refiere. "Tratar la salud como un negocio con objetivos de crecimiento y económicos nos estaba llevando al desastre. La salud no es un campo como el resto y tenemos requisitos en cuanto a la seguridad y la protección", sentencia.
Disfrute material
En cuanto a si la pandemia va a cambiar los hábitos de consumo de la ciudadanía, el filósofo se muestra escéptico. Cita momentos similares de la historia, como la crisis de las hipotecas de alto riesgo en 2008 o la catástrofe nuclear de Fukushima en Japón. "Unos meses después, el gasto de los consumidores estaba aumentando de nuevo", señala. Para él, esta tendencia demuestra que con el tiempo el ocio y el turismo retomarán su cauce.
"El consumismo y el hedonismo no son un invento de la publicidad. Hay en la revolución de la modernidad, desde el siglo XVIII, un cambio en la actitud ante la vida. Quieren disfrutar el presente. Ya no viven para ir al cielo", explica, convencido de que cuando la crisis desaparezca, "porque no hay tal cosa como una epidemia eterna", recuperaremos el apetito por el disfrute material. Pero una cosa es querer y otra es poder. "La crisis no es solo sanitaria. Va a haber, y ya hay, una crisis económica, una crisis social con el desempleo y una disminución del nivel de vida promedio en Europa", matiza.
No se muestra crítico con el creciente cariz virtual de nuestras vidas. Entiende que tenemos que seguir utilizando pantallas y recurriendo al comercio electrónico, pero no cree que debamos renunciar al mundo real: "A todos nos encanta ir a la ciudad. Un pueblo donde no hay tiendas es terrible. No vivimos con pantallas".
Por lo que respecta a la política, confía en que Trump se marche pronto: "Se pasa la vida enviando tuits absurdos, controvertidos y falsos". Pero afirma que ya hemos visto, y seguimos sufriendo, los daños que causa la desinformación. "Lo del Brexit nos afectó directamente a los europeos. Ganaron las noticias falsas", resume. Para Lipovetsky, la solución está en el largo plazo y en la inversión en educación. "Si tienes gente que no tienen ninguna capacidad de razonar, de argumentar, las noticias falsas y el entretenimiento serán los que ganen".
La seducción
En su último libro, Gustar y emocionar, el filósofo toma prestada una expresión acuñada por Jean Rancine en el siglo XVII. "Se ha convertido en la ley del mundo. Queremos gustar en las redes sociales, por lo que cuidas tu imagen. Gustar también físicamente. Y también gustar y emocionar en política. Eso es un desastre. Pero es el espectáculo del estado, con las promesas de los políticos", explica. Lipovetsky habla de un "capitalismo de seducción", que trae cantos de sirena en forma de novedades, diseño, personalización de productos y alta tecnología.
Considera que esta dinámica es insoportable a largo plazo, especialmente en lo relativo a la política. "La seducción no está a la altura de los problemas que tenemos. Necesitamos conseguir que los ciudadanos confíen en sus representantes. No hay confianza sin democracia", señala. De hecho, encuentra en esa oleada de escepticismo el suelo fértil sobre el que prospera el populismo. "Hay que aspirar a cambiar el mundo de la seducción. Es la muerte".
En medio de todo esto, su clave para el avance es la innovación. "No hay forma de salir de esto sin la creatividad humana. Y especialmente ahora que estamos en un terrible momento de pandemia. Creo en la ciencia, estoy luchando contra los movimientos antivacunas", insiste. Y se despide optimista: "Los hombres han encontrado una y otra vez nuevas soluciones a los problemas encontrados".
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