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¿Cómo proteger tu cadena de suministro? Utiliza nanodiamantes

La ‘startup’ Dust Identity utiliza el polvo de este mineral para construir una etiqueta de seguridad para objetos físicos

La próxima película de espías que se grabe en Hollywood podría estar basada en hechos reales. Todo lo que hace falta es que el gremio de guionistas haya estado atento a uno de los grandes escándalos tecnológicos del año. Según una investigación publicada por la revista Bloomberg Businessweek el mes pasado, China habría incrustado microchips del tamaño de un grano de arroz en placas base de las fábricas que tiene en el país Supermicro, uno de los mayores vendedores de hardware para servidores del mundo. Una treintena de empresas se han visto afectadas por esta intromisión. Apple y Amazon entre ellas.

El ataque del gigante asiático pone de manifiesto la falta de seguridad en las cadenas de suministro. Los mecanismos existentes para evitar la manipulación durante los procesos de producción se antojan insuficientes, pero cada vez se desarrollan más soluciones orientadas a terminar con este problema. La startup estadounidense Dust Identity rompe con las aproximaciones más sencillas a la cuestión —como podrían ser los identificadores por radiofrecuencia, códigos de barras o QR— y adopta un prisma más innovador: utiliza polvo de diamante para construir una etiqueta de seguridad sobre los objetos físicos.

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La tecnología sobre la que se sustenta el proyecto nace en el MIT, donde se desarrolló más de dos años gracias al apoyo inicial de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de EE UU (DARPA, por sus siglas en inglés). El trabajo de la empresa empieza cuando rocían diminutas partículas de diamante que se adhieren a la superficie que quieren asegurar. El patrón que se utiliza en cada rociado es aleatorio, por lo que cada objeto tiene un identificador único que, una vez escaneado, se graba en la cadena de bloques y se convierte en su huella digital.

Imagotipo de Dust Identity.
Imagotipo de Dust Identity.

De este modo, si alguien trata de manipular el objeto durante su paso por la cadena de suministro, la huella se distorsiona y los actores participantes en el proceso pueden actuar en consecuencia. En resumen, aunque Dust Identity no impide la manipulación física, hace visible cualquier intento, lo que permite certificar la integridad de los procesos de producción.

Las ventajas de este sistema son considerables. Frente a soluciones que implican dispositivos físicos, el polvo de diamante ocupa un área de 0,0025 mm2, por lo que puede insertarse en los componentes electrónicos más pequeños del mundo. Las garantías de seguridad son mayores por la utilización de un patrón de rociado intencionadamente imprevisible, que impide que un potencial atacante lo copie. Gracias a la aleatoriedad inherente en los sistemas a nanoescala, es capaz de generar claves criptográficas grandes y únicas imposibles de clonar. Por no hablar de su duración: no habría que preocuparse por su mantenimiento.

Dado que hablamos de nanodiamantes, parece lógico pensar que el principal inconveniente es el precio, pero nada más lejos de la realidad. "Comenzamos con desechos de diamantes (por ejemplo, de la industria de abrasivos), y desarrollamos un proceso patentado, altamente escalable y económico, para purificar y convertir los desechos de diamantes en polvo", explicó a TechCrunch un portavoz de la compañía.

La startup, con sede en Boston, acaba de recaudar 20 millones de euros en una ronda de inversión liderada por Kleiner Perkins, un fondo de capital riesgo que en su momento supo apostar por Google, Amazon, Spotify, Slack y Electronic Arts. Todo apunta a que el proyecto no tardará en comercializar su solución para que la industria pueda dejar de preocuparse por seguridad en la cadena de suministro.

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